Image: Zubin Mehta

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Música

Zubin Mehta

“Lamento que Wagner siga haciendo daño”

22 abril, 2011 02:00

Zubin Mehta. Foto: Gianluca Moggi / Maggio Musicale Fiorentino.

El maestro indio inaugura el jueves la 74ª edición del Maggio Musicale Fiorentino con una nueva producción de Aida de Verdi en la víspera de su 75 cumpleaños. El Cultural ha hablado con Zubin Mehta sobre el poder conciliador de la música en el año en que celebra medio siglo con las Filarmónicas de Israel, Berlín y Viena.

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  • Un terremoto de nueve grados en la escala de Richter no bastó para que Zubin Mehta (Bombay, 1936) decidiera cancelar la gira internacional que lo había convocado en el corazón de Japón otro fatídico 11 de marzo. Se encontraba ensayando con la Orquesta del Maggio Musicale el tercer acto de La forza del destino de Verdi en el Tokio Bunka Kaikan cuando el suelo empezó a moverse, como una boutade escénica, pero sin regista ni tramoya que lo justificaran.

    De inmediato, Matteo Renzi, alcalde de Florencia, instó a la compañía a abandonar el país, contraviniendo los esfuerzos del maestro por "llevar a la gente la música precisamente en el momento en que más la necesita". El concierto como panacea, la orquesta como terapia o el sonido como analgésico existencial fueron algunos de los argumentos esgrimidos por este aspirante a médico que ha encontrado en la batuta un "bisturí para cauterizar las heridas de la humanidad". No es palabrería hueca, sino la constatación de un sueño musical y el mejor ejemplo de activismo desde el podio.

    Entre los méritos sociológicos del músico de origen indio encontramos, además de la foto junto a los Tres Tenores en las Termas de Caracalla, el estreno de la Turandot pucciniana en la Ciudad Prohibida de Pekín, el tour de force de los filarmónicos de Nueva York en los suburbios de Harlem o los fastos a la memoria del Holocausto dirigiendo a la Filarmónica de Israel, fundada por el violinista Bronislaw Huberman precisamente el año de su nacimiento.

    El próximo viernes, Zubin Mehta cumple tres cuartos de siglo, aunque no le gusta hablar del tema. Se describe como un no-age, un hombre sin edad, y nos invita a leer "con otros ojos" la letra pequeña de su pasaporte. "En efecto, aquí dice 1936, pero fíjese qué cantidad de sellos...". Se refiere a la filatelia aeroportuaria que atestigua su ubicuidad en el mundo y su entrada en el libro de los récords por una agenda en diez idiomas. "Hace tiempo que ya no la consulto. Sé que siempre tengo algo que hacer, que soy un director 24 horas al día y que, en fin, las vacaciones no están hechas para mí".

    Mucho más interés le suscita al maestro la cuestión numerológica de su temporada más redonda. Este año celebrará cincuenta años de colaboraciones con las filarmónicas de Israel, Berlín y Viena. Antes, abrirá la 74ª edición del Maggio Musicale Fiorentino, que arranca el próximo 28 de abril en el Teatro Comunale con una nueva producción de Aida de Verdi a cargo de los italianos Frezan Ozpetek y Dante Ferretti, estrecho colaborador de Martin Scorsese.

    Allí mismo Mehta dirigirá, a finales de octubre, un montaje de El caso Makropulos, que supone su penetración en una capa del repertorio hasta ahora desconocida para él. Entre medias, una visita al joven Omer Wellber en Valencia a propósito de una nueva Tosca de Verdi, la reposición de Fidelio de Beethoven y un concierto con la Tercera de Mahler dentro de la programación del Festival del Mediterrani, que arranca el 28 de mayo en el Palau de les Arts.

    - Verdi compuso Aida como himno para la inauguración del Canal de Suez. ¿Habrá finalmente una nueva "marcha triunfal" en Egipto?
    - Una nueva realidad se cierne sobre la zona. Lo importante es que la revolución no termine por apagarse y se pierda en el recuerdo como un brote violento y espontáneo. El gobierno debe escuchar a su pueblo y también obedecerlo. La convivencia pacífica en estos países de culturas fronterizas es primordial para el funcionamiento del mundo. No le hablo de barriles de petróleo, sino de una voluntad conciliadora y un ejemplo de vida para todos si católicos, musulmanes y judíos llegan a resolver sus diferencias.

    -En ese sentido, ¿la música sirve realmente para algo o es un mero trámite?
    -Digamos que la música es el primer ensayo en el camino hacia la paz. Nos obliga a sentarnos juntos y a escuchar lo que dicen los músicos. Es un acto de comunicación absoluta.

    A salvo de internet
    -La revolución árabe no habría sido posible sin las nuevas tecnologías. ¿Forman parte Facebook y Twitter de su realidad?
    -De momento, internet y sus sucedáneos no han conseguido colarse en las salas de concierto. Esperan fuera, organizan mi agenda y permiten que la gente esté al corriente de lo que hago. Pero dentro, el ritual sigue siendo el mismo, o casi el mismo. Los violines que usted escucha son del siglo XVIII, cuando no había imaginación suficiente en el mundo para concebir un teléfono móvil.

    -Hace años se negó a dirigir en Grecia y en Alemania. ¿Dónde no trabajaría hoy?
    -Es una pregunta interesante porque el mundo de hoy es muy diferente al de entonces. Le podría decir... qué sé yo, que en Corea del Norte. Pero sé que si aceptara la invitación sería para ayudar a mejorar las cosas. Mi hermano Zarin organizó una gira allí con la Filarmónica de Nueva York hace tres años y volvió plenamente satisfecho.

    -¿Significan los aniversarios con las filarmónicas de Berlín, Viena e Israel que es usted ciudadano del mundo?
    -Yo sólo pertenezco a la India. Me mantengo fiel a mis orígenes, a mis principios y a mis amigos. Si he triunfado con estas formaciones ha sido por haber renunciado a otros proyectos. Siempre ha habido entre nosotros una relación de preferencia, como la que mantengo con la Orquesta del Maggio o la de la Comunidad Valenciana.

    -La primera orquesta que escuchó en su vida fue la Filarmónica de Viena. ¿Cómo recuerda esa experiencia?
    -Le aseguro que me quedé unos minutos en estado de shock. En aquella época no existían los cedés, y el LP que tenía en Bombay era muy precario. Me acordaré toda la vida de aquella tarde en el Musikverein.

    -Desde entonces, el 80% de su repertorio es vienés. ¿Le interesa el patrimonio español más allá de Valencia?
    -Precisamente tengo previsto girar con la Filarmónica de Israel un programa español por varios festivales europeos. Hare- mos las Iberias de Debussy y de Albéniz, las Noches en los jardines de España de Falla y el Capricho español de Rimski-Kórsakov. Nos acompañará Javier Perianes, un pianista formidable.

    Horizonte Janácek
    -Pronto se enfrentará, además, a la compleja partitura de El caso Makropulos de Janácek. -Mi admiración por Janácek se remonta a mi juventud. En los setenta, tuve ocasión de dirigir una producción de Makropulos en el Met neoyorquino, pero una huelga lo impidió. El tiempo se ha encargado del resto. Y ya me ve, a mis 75 años ando sumergiéndome en un nuevo tipo de lenguaje que me tiene fascinado. Se trata de una ópera-llave hacia otro tipo de repertorio. Me apetece seguir la estela hacia Borís Godunov de Músorgski y otros títulos.

    -En 2014 dirigirá su primer Parsifal dentro del Maggio Musicale. ¿Por qué ha esperado tanto?
    -Supongo que por respeto a la partitura o quizá porque soy una persona muy paciente. Siempre he pensado que lo que tiene que llegar, llega. La experiencia del Wagner de Valencia junto a la Fura dels Baus fue determinante.

    -¿Y cómo sonaría la música de Wagner en el Auditorio Fredric R. Mann de Tel Aviv?
    -Habría que preguntárselo a Toscanini. Su antifascismo le llevó a dejar de dirigir el Festival de Bayreuth, pero programó Lohengrin en el segundo concierto inaugural de la Filarmónica de Israel en Palestina. Y eso me parece coherente. Después de la guerra, decidieron dejar de programar Wagner. Yo lo intenté durante las propinas de un concierto en 1981, y muchos abandonaron la sala. Discúlpeme un segundo...

    Suena el teléfono, y Mehta responde. "Es Renée Fleming", dice con la mano en el auricular. "Tengo que contestar... ¡Renée!". Más tarde, se hace público que la soprano norteamericana participará en un recital dentro de la temporada veraniega de conciertos que organiza la American Friends of the Israel Philharmonic Orchestra. "Discúlpeme...", insiste. "¿Por dónde iba?".

    -Wagner, decíamos.
    -Ah, sí. Recuerdo que un policía me paró en Tel Aviv por saltarme un semáforo. No me multó, pero me apercibió por otro motivo. Mi padre conserva un número tatuado en el brazo, me dijo, y no queremos escuchar más Wagner aquí... Aunque lamento que Wagner siga haciendo daño, le tomé la palabra.

    -Usted creció entre dos grandes generaciones, la de Rubinstein-Stern y la de Brendel-Barenboim. ¿Qué ha heredado de cada una?
    -En realidad, han sido los músicos de las orquestas los que me han inculcado el sentido de lo que hago. Cuando llegué a la Filarmónica de Los Ángeles con 25 años tenía maestros a mi cargo que habían tocado con Stravinsky, Klemperer y Bruno Walter. Eso es impagable.

    Aprender a no saber
    -¿Se considera un director de la vieja escuela?
    -Vieja escuela, nueva escuela, llámela como quiera. Lo importante es preservar la voluntad del compositor y no subestimar la magia de la partitura. Puedes haberla leído mil veces que siempre descubres algo que no sabías. Dirigir es aprender a saber que no sabías.

    -¿Y qué ha sido lo último que "no sabía"?
    -(Risas) Ya que lo pregunta, le diré que he encontrado recientemente una serie de detalles en el tempo del adagio assai de la marcha fúnebre de la Sinfonía Heroica de Beethoven. Pequeñas filigranas, como salidas de la Primavera de Botticelli. No le hablo de las mujeres del cuadro, sino de las flores a sus pies. Un día reparas en ellas y crees que tu vida tiene sentido.

    -¿Qué le pide a estos 75 años que ahora inaugura?
    -Quiero la paz en Cachemira, de donde vengo, y el fin del conflicto entre Azerbaiyán y Armenia. Mi deseo es que la gente pueda ir al teatro tranquila, leer un libro y disfrutar de la vida.

    -¿Y contempla el momento de una retirada?
    -Lo he pensado muchas veces, pero, para serle franco, nunca me lo he tomado en serio.

    Israel, Berlín y Viena, disco a disco

    - Un cofre con las mejores grabaciones en vivo, de 1963 a 2006, recoge la colaboración de Mehta con la Filarmónica de Israel en una amplia selección de obras de una veintena de compositores. Un cuaderno de citas y fotografías acompaña a los 12 cedés. Harmonia Mundi/HEL 029625

    - Con 18 años, Mehta abandonó Bombay para estudiar en Viena, donde coincidió con Claudio Abbado y Daniel Barenboim. El concierto de Año Nuevo de 2007 con los filarmónicos de Viena fue un homenaje a aquel repertorio. Deutsche Grammophon

    - El 22 de octubre de este año se cumplirán dos siglos del nacimiento de Liszt, de cuyos Poemas sinfónicas Mehta dejó para la posteridad una grabación portentosa junto a las huestes de la Filarmónica de Berlín. Sony Classical