Image: A la sombra de Strauss

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Música

A la sombra de Strauss

El Real estrena "La mujer sin sombra"

14 abril, 2005 02:00

Eva Johansson en el montaje del real

El Teatro Real estrena el 15 de abril uno de los títulos más complejos de Strauss, La mujer sin sombra. Llega en el montaje muniqués del japonés Ennosuke Ichikawa y cuenta con dirección musical de Pinchas Steinberg, quien guiará a un elenco encabezado por Eva Johansson y Robert Dean Smith.

Llega a Madrid, creemos que por vez primera, una de las más complejas, difíciles -de interpretar y de entender-, profundas y logradas óperas de Richard Strauss: Die Frau ohne Schatten (La mujer sin sombra). Hasta hace no tanto la obra dormía el sueño de los justos para la mayoría de los teatros. Por eso cabe calificar de acontecimiento este estreno madrileño, que pondrá en escena, a partir de mañana y hasta el 9 de mayo, una producción muniquesa firmada por artistas japoneses -lo que no debe extrañar en principio, dada la trama y el ambiente en el que, según el libreto, se desarrolla la fantástica acción- llamados Ennosuke Ichikawa (director escénico), Setsu Asakura (escenógrafo) y Tonio Morí (figurinista).

Hay que mirar con mucho respeto a esta fábula moral y fantástica estrenada en Viena en 1919, en la que se reunían de nuevo Richard Strauss y Hugo von Hofmannsthal, y en la que son perceptibles antecedentes como Las mil y una noches, La flauta mágica de Mozart o los cuentos de Carlo Gozzi. A través de una escritura de base tonal, con excursiones a lo atonal y politonal, contrastada, iridiscente, que combina los pasajes camerísticos con los sinfónicos masivos, en los que interviene una gigantesca orquesta, el compositor consiguió, en el desarrollo acabadísimo de un continuo recitativo melódico, pintar y dar ambiente a un asunto alambicado y cargado de simbolismos que tiene lugar en las llamadas Islas del Lejano Oriente.

Protagonista la mujer
Todo gira en torno a una mujer, perteneciente al reino de los espíritus, que, disfrazada de gacela, es capturada por un Emperador. Al no ser humana, no tiene sombra. No puede por ello dar hijos a su marido, que, se le anuncia, será petrificado si en tres días ella no obtiene esa sombra y por tanto la fertilidad, el alma, la personalidad, el yo más profundo. La ópera nos cuenta, en tres actos, esa búsqueda contra reloj. Se suceden las peripecias para que la mujer del miserable tintorero Barak, que es caprichosa y renegada, les ceda el precioso bien.

Al final, la Emperatriz es sometida a juicio: ha renunciado a la sombra de la tintorera para no privarla de descendencia; se sacrifica a pesar de que su marido, a quien ama profundamente, va quedar convertido en piedra. Todo se arregla por último: la bondad y el desprendimiento triunfan. El cierre de la ópera es maravilloso: un jubiloso cuarteto con la pareja real y la de los tintoreros a los que se unen las voces de los nasciturus.

La obra es un canto al amor, a la generosidad, la solidaridad. Requiere al menos la presencia de cinco voces de primerísima, caudalosas, potentes, muy extensas: Emperatriz (soprano spinto, que ha de subir hasta el re 5), Emperador (un Heldentenor, que ha de escalar hasta el do 4), Barak (barítono dramático), su mujer (soprano dramática) y la nodriza de la Emperatriz (mezzo dramática). La escritura orquestal es de alto virtuosismo y cegadora brillantez. En estas funciones madrileñas el foso está a cargo de Pinchas Steinberg, un director no muy expresivo pero sólido. El americano Robert Dean Smith puede hacer adecuado juego en el Emperador, lo mismo que Eva Johansson en su mujer. A su lado, el conocido, y no siempre alabado, Alan Titus (Barak), la vibrátil Luana de Vol (su mujer) y la mezzo Julia Juon (Nodriza).