Un momento de 'Time, Dance, Poetry', de la compañía Riva & Repele, este sábado en Veranos de la Villa, Madrid, Foto: Sara Cort, Eleventh Floor - Madrid Destino

Un momento de 'Time, Dance, Poetry', de la compañía Riva & Repele, este sábado en Veranos de la Villa, Madrid, Foto: Sara Cort, Eleventh Floor - Madrid Destino

Danza

Riva & Repele en Veranos de la Villa: 'Time, Dance, Poetry', tres golpes de realidad que miran de frente a la vida

La compañía plantea sobre el escenario asuntos que nos tocan a todos: la muerte, la vejez y el amor en su complejidad, en uno de los mejores espectáculos del festival.

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Madrid ardía. Pero de verdad. El asfalto devolvía el calor como una ofensa y, para ser sincero, no había ganas de salir de casa. Para colmo, mi pareja sufría una migraña que lo tenía a medio camino entre la penumbra y el silencio. Aun así, nos repusimos, y salimos con la desgana como tercera acompañante. No era la mejor de las disposiciones para enfrentarse a un programa de danza.

El escenario: Veranos de la Villa. La cita: Time, Dance, Poetry, de la compañía Riva & Repele. Tres piezas distintas, un solo hilo invisible: la capacidad de convertir la danza en un espejo donde se refleja la experiencia humana.

Lo que encontramos allí fue un bálsamo de creatividad. Un trabajo donde la teatralidad se funde con una danza de alto nivel técnico, sin dejar hueco a lo accesorio. Coreografía con base académica sólida, mensajes claros y la capacidad de arrastrar al espectador hacia un territorio donde las emociones se suceden sin aviso previo.

La velada abrió con La Jeune Fille et les Morts. Una joven frente a dos encarnaciones de la muerte. No hay artificio. El planteamiento es directo: la celebración del final de un ciclo vital. La coreografía avanza con un lenguaje corporal preciso, cada gesto calculado para evitar la exageración y cada desplazamiento construido para transmitir inevitabilidad.

La muerte no aparece como una amenaza, sino como una presencia que acompaña, que dialoga. La música subraya la atmósfera sin buscar protagonismo. Aquí, lo notable es cómo Riva & Repele consiguen que el público entienda la finitud sin recurrir a lo obvio.

Un momento de 'Time, Dance, Poetry', de la compañía Riva & Repele, este sábado en Veranos de la Villa, Madrid, Foto: Sara Cort, Eleventh Floor - Madrid Destino

Un momento de 'Time, Dance, Poetry', de la compañía Riva & Repele, este sábado en Veranos de la Villa, Madrid, Foto: Sara Cort, Eleventh Floor - Madrid Destino

La segunda pieza, Old Land, es distinta en tono, mas igual de rigurosa. Tres parejas de ancianos se preparan para una despedida. No es un retrato de debilidad, diría que es vulnerabilidad asumida. Hay fe, hay deseo, hay memoria física en cuerpos que ya no están en plenitud, pero sí en experiencia.

En este caso la música entra para añadir textura a los movimientos, y la coreografía hace algo que pocas veces se ve en escena: muestra la vejez sin caricatura, sin compasión forzada. Aquí la teatralidad no es un añadido, es parte integral del discurso. El público observa, quizá reconociendo gestos que ya ha visto en su propia casa, y entiende que esta despedida es, también, un acto de afirmación.

El cierre llega con Te encuentro donde termina el horizonte. Dos amantes en conversación eterna. Una relación que ha llegado a una encrucijada. La tensión no es física, es emocional. Los bailarines sostienen la escena con movimientos fluidos que esconden la fricción de fondo. Las composiciones minimalistas aportan un pulso constante, casi como un latido, sobre el que se construye una danza que habla de amor y desgaste, de cercanía y distancia. No hay resolución en la escena, y ahí está la clave: las parejas reales rara vez tienen finales claros.

A lo largo de las tres piezas, lo que Riva & Repele ofrecen no es sólo destreza técnica —que la hay, y de sobra— sino una idea sólida de lo que quieren contar. La precisión de los bailarines es constante, pero nunca rígida; la fluidez del movimiento está al servicio del mensaje, no del lucimiento. No es una función que busque el aplauso fácil. Es un espectáculo que quiere dejar algo que dure más allá del último saludo.

Un momento de 'Time, Dance, Poetry', de la compañía Riva & Repele, este sábado en Veranos de la Villa, Madrid, Foto: Sara Cort, Eleventh Floor - Madrid Destino

Un momento de 'Time, Dance, Poetry', de la compañía Riva & Repele, este sábado en Veranos de la Villa, Madrid, Foto: Sara Cort, Eleventh Floor - Madrid Destino

Quizá lo más valioso de la noche fue comprobar que cuando se juntan una base académica fuerte, una idea bien definida y altas dosis de creatividad, el resultado es una obra que trasciende estilos y formatos. Time, Dance, Poetry es un ejemplo de lo que se puede hacer cuando la danza se concibe como un arte que no se agota en el virtuosismo, sino que dialoga con el teatro, con la música, con el público.

Salimos del Conde Duque sin darnos cuenta de que la migraña había desaparecido. La desgana, también. Habíamos entrado como espectadores arrastrados por la obligación y salimos con la energía renovada. No es poco. Sobre todo, porque este año está siendo difícil mantener una posición crítica con la programación de los Veranos de la Villa: se encadenan las buenas propuestas, y esta, sin duda, se suma a la lista de las mejores.

Riva & Repele no buscan sorprender con trucos. No necesitan disfrazar la danza de algo que no es. Su propuesta es honesta: usar el cuerpo y el espacio para poner sobre la mesa asuntos que nos tocan a todos. La muerte, la vejez, el amor en su complejidad. Lo hacen con una estructura clara, con intérpretes entregados y con la confianza de que el público está preparado para más que la mera diversión.

En tiempos en los que abundan los espectáculos diseñados para el consumo rápido, se agradece encontrar una pieza que exige atención, que no simplifica sus temas para ser más digerible. Time, Dance, Poetry no regala respuestas, pero sí deja preguntas. Y, lo más importante, deja ganas de seguir viéndoles.

Madrid ardía, sí. Pero dentro del Conde Duque, por un par de horas, el calor fue otro: el de una danza que piensa, que escucha y que sabe exactamente lo que quiere contar.