El hijo © marcosGpunto_5

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Danza

Daniel Abreu dialoga con 'El hijo'

El bailarín y coreógrafo presenta en el Festival de Otoño un espectáculo existencial en el que muestra su obsesión por la emancipación y la descendencia

24 noviembre, 2020 09:22

El coreógrafo y bailarín Daniel Abreu (Santa Cruz de Tenerife, 1976) se ha consolidado como uno de los valores más sólidos de nuestra danza. Lo certifican el Premio Nacional de 2014 y el Max al mejor espectáculo (entre otros) por La desnudez, que volvió a defender en julio en los Teatros del Canal. Sigue ahora el autor de Venere en el escenario madrileño (y en el Real Coliseo Carlos III de El Escorial dentro del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid) para estrenar, el próximo 24, El hijo, un trabajo en solitario, ya visto en el Festival DanzaTTack, en el que muestra en carne viva el dilema de la descendencia. "Esta obra es la representación de un hombre en la naturaleza. Su llegada, la magia del nacer, los fantasmas infantiles, el desarrollo ligado a lo primario y la cultura... A partir de ahí, todo lo que conforma su camino y la búsqueda de sentido de la vida. Quizás por subsistir, quizás por la fe o, quizás, por romper con todo", explica Abreu.

“Tenía ganas de volver a mí, de encontrarme con mi esencia como bailarín, y quería hacerlo solo –reconoce a El Cultural–. Quería que este viaje tuviera que ver con la descendencia y lo primero que me llegó fue el título, tan seductor como limitante. Siempre trato de darle vueltas a los conceptos. Hablar de ser un vástago era hacerlo de la continuidad de la vida. Aún estoy inmerso en el proceso de entender a esta criatura”. Este nuevo movimiento de Abreu tiene mucho de simbólico. Sus pasos sobre el escenario están dedicados a un hombre, a un hijo, que proyecta vida a través de imágenes y de recursos rudimentarios como el cuerpo y la madera y de figuras que buscan ensanchar la mirada del espectador: “Si algo he sacado en claro es que los hijos miran a través de las vivencias de los que estuvieron antes. Saberlo ya es una forma de abrir ese camino”.

"Es imposible no contar lo que uno tiene dentro. El público terminará la narración, ajustando lo que la dramaturgia deja abierto". Daniel Abreu

Para Abreu, no hay montaje que no hable de quien lo creó: "Es imposible no contar lo que uno tiene dentro. Es el público el que termina esa narración, ajustando en sí lo que la dramaturgia deja abierta. Cada uno escucha lo que mejor se adapta a sus vivencias. Este proceso ha sido muy doloroso y supongo que es porque al tratar de tocar aspectos como la emancipación surge el dolor. La libertad tiene un coste muy alto. El hecho ha sido transitarlo y destilarlo para dar paso a una obra visual, a un cuerpo narrando. Lo que quede por expiar lo hará el público al interpretarlo". El coreógrafo considera que nos encontramos ante una obra pensada desde la movilidad y el acompañamiento de la iluminación: "Qué dejamos tras nuestra existencia y hacia dónde va es algo difícil de contar sin palabras. Exige de muchos conceptos, fisicalidad y mirada. Por eso está siendo un reto y por eso estoy muy feliz de encontrarme bailando otra vez". El bailarín llega al Festival de Otoño recomponiendo aún una agenda "azotada por un 2020 complicado". Su único objetivo ahora es centrarse en este "hijo" que nacerá para el mundo escénico. También pensar en un futuro montaje con otros intérpretes pero esa idea queda aún en manos de la incertidumbre.

@ecolote