Image: Danza para encender Madrid

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Danza

Danza para encender Madrid

Llegan Pina Bausch, Vergés, Goebbels y Odin

16 octubre, 2008 02:00

Foto: Laszlo Szito

La compañía de Pina Bausch vuelve al Festival con un espectáculo que guarda cierta relación estética y simbólica con el que presentó hace dos años. Vollmond (Luna llena), que la formación bailará en el Auditorio de San Lorenzo de El Escorial mañana y pasado, vuelve a tener al agua como protagonista. Como ya es frecuente, la coreógrafa ha echado mano de músicas variadas para este espectáculo, desde Tom Waits y Cat Power al Balanescu Quartet o Jun Miyake.

Para divertirse con el ballet. Les Ballets Trockadero de Montecarlo son un clásico ya del Festival y por eso vuelven en esta 25 edición que ha querido recordar algunas compañías que han pasado por él. La formación está integrada exclusivamente por bailarines hombres pero que ejecutan, con formidable técnica, papeles femeninos. Entre las piezas que bailarán figuran el segundo acto de El lago de los cisnes y Le grand pas de quatre. Teatro Albéniz, del 21 al 25 de octubre.

Idiotas frente a cuerdos. Tomeo Vergés es coreógrafo de origen catalán pero afincado desde los años 80 en Francia, donde ha desarrollado toda su carrera. En Madrid va a presentar Idiotas, de una hora de duración, y en la que Vergés propone reflexionar sobre la idiotez como oposición a la sensatez. En la obra, el coreógrafo juega con aspectos divertidos, cómicos, chirriantes, que de repente se transforman en situaciones trágicas. Se representa en el Teatro del Instituto Francés, desde hoy y hasta el día 18.

Cinco pianos sin pianista. Heiner Goebbels es compositor y un director de escena bastante atípico que ya ha estado en varias ocasiones en el Festival de Otoño. En esta edición presenta dos espectáculos: por un lado, el día 22, en las Naves del Matadero, estrena Las cosas de Stifter. Más adelante, el día 31, en el Teatro de la Zarzuela, I went to the house but did not enter. De la primera dice que es una composición para cinco pianos sin pianista; una obra de teatro sin actores. Es un teatro de objetos de un alto nivel tecnológico, ya que los robots son protagonistas en una pieza que destila magia y en la que el director ha colaborado con el Théâtre Vidy de Lausanne (Suiza). Respecto al segundo espectáculo, es también un concierto en tres actos inspirado en tres textos literarios, un poema de T.S. Eliot, un diálogo de Maurice Blanchot y una utopía sobre la forma estética de Samuel Beckett. La particularidad es que la música está interpretada por el Hilliard Ensemble, reconocido por su repertorio medieval y renacentista.

Gozar con una gran actor. Yo soy mi propia mujer es ese tipo de espectáculo para lucimiento de un solo actor y que, por tanto, exige de un protagonista superlativo. El actor argentino Julio Chávez es su intérprete, que ha recibido en su país un buen puñado de premios por este trabajo. Chávez es conocido en España a través de sus papeles cinematográficos (El custodio, Un oso rojo) y ahora hay ocasión de dar fe de su gran talla sobre las tablas del Círculo de Bellas Artes (del 22 al 24). Algo más que virtuosismo y técnica interpretativa se necesita para protagonizar Yo soy mi propia mujer. En ella se cuenta la historia de un travesti famoso en la Alemania del Este, Charlotte von Mashseldof, cuya vida llevó al teatro el norteamericano Doug Wright. En realidad, Charlotte se llamaba Lothar Berfelde (1928-2002), aunque a los 14 años decidió tomar apariencia de mujer. Hijo de un padre nazi al que asesinó, estuvo preso por ello pero sería liberado por las tropas soviéticas al final de la II Guerra Mundial. En los años 60 crea un museo de antigöedades, el Grönderzeit, en el que se puede comprobar su debilidad por las fotografías de la época .

Para su obra, Doug Wright se sirvió de las memorias que Charlotte dejó escritas, pero también de conversaciones que él mismo mantuvo con el personaje. Más que el relato de alguien marginado por su condición sexual, la obra es la historia de un superviviente del totalitarismo y la guerra. La crítica ha destacado el trabajo de Chávez, pero también del director, Agustín Alezzo, veterana figura de la escena argentina y pedagogo teatral, que ha sabido orquestar todos los elementos escénicos.

Vuelve Odin Teatret. La formación que lidera Eugenio Barba en Dinamarca tiene sus fieles en nuestro país, entre ellos el público de La Abadía, teatro en el que casi siempre actúa en la capital. Allí presenta, del 22 al 24, Las grandes ciudades bajo la luna, una obra que nació de un taller que la compañía realizó con los pacientes de un hospiral psiquiátrico de Alemania. La obra, según Barba, describe "escenas de destierro, de matanzas y abusos de la historia del siglo XX" y "celebra nuestra época de indiferencia e injusticia". Se basa en textos de Brecht, Ezra Pound y Jens BJorneboe.

Pina Bausch vuelve al Festival de Otoño con Vollmond (Luna llena)