Estopa en un momento de su actuación, anoche, en el festival Río Babel. Foto: Aldarazn

Estopa en un momento de su actuación, anoche, en el festival Río Babel. Foto: Aldarazn

Escenarios

Estopa y Madness levantan su propia Torre de Babel

La rumba callejera de Estopa y el ska británico de Madness conquistaron al público durante la segunda noche del festival madrileño  Río Babel.

Más información: Kase.O encapsula el tiempo en Madrid

Publicada
Actualizada

Cuenta la leyenda que en Babel los humanos hablaban todos la misma lengua, y por eso quisieron construir una torre que rozara el cielo. Como castigo, fueron condenados a no entenderse jamás. Pero anoche, en el Auditorio Miguel Ríos de Rivas-Vaciamadrid, ocurrió justo lo contrario: miles de personas hablaban idiomas distintos, venían de orígenes diversos, pero no hizo falta traducir nada. Bastó con estar allí.

Los hermanos Muñoz, o más conocidos como Estopa, fueron sin duda los grandes profetas de esta nueva Babel. Desde los primeros acordes de Tu calorro, el público se volcó. No fue una entrada tímida. Le siguieron Cacho a cacho, Vacaciones y El run run, marcando un inicio fulminante que encendió la mecha de una noche explosiva.

A lo largo de casi hora y media, David y José dieron un repaso a lo mejor de su discografía: desde clásicos del debut hasta temas de su reciente disco Estopía. Canciones como Malabares o Cuando cae la luna convivieron con otras como La raja de tu falda, El del medio de los Chichos o Hemicraneal, que siguen sonando igual de frescas que hace veinte años.

Uno de los momentos más coreados fue Ya no me acuerdo, esa balada dolorosa que desarma con una sola frase. Otro, Partiendo la pana, que levantó hasta a los más escépticos. El cierre fue apoteósico: Pastillas de freno, Vino tinto, Me quedaré y Como Camarón sellaron un concierto más que redondo

Elegancia británica

Minutos antes, Madness había dado una lección de resistencia y estilo. La banda británica, con más de cuatro décadas a sus espaldas, demostró que el ska, bien ejecutado, no caduca. Lo suyo fue una celebración en toda regla. Comenzaron con One Step Beyond —su grito de guerra— y desde ahí el auditorio se convirtió en una pista de baile donde no cabía un alma quieta.

La voz de Suggs, precisa y elegante, sigue intacta. Su manera de moverse, de hablarle al público con ese humor británico ácido, mantiene viva la chispa que convirtió a Madness en una leyenda. Temas como Embarrassment, The Prince, NW5 o The Sun and the Rain sonaron con una energía que sorprendía hasta los fans leales.

Pero fue con My Girl, House of Fun y Baggy Trousers cuando el público se desató. Canciones que funcionaron como pulsadores de la memoria colectiva, que conectaban a padres e hijos, a antiguos mods con veinteañeros curiosos. Con Our House, esa oda doméstica tan británica como universal, llegó uno de los momentos más emotivos del concierto.

Madness, anoche, en Río Babel. Foto: Aldarazn

Madness, anoche, en Río Babel. Foto: Aldarazn

Y luego, It Must Be Love. No hizo falta que Suggs pidiera que se encendieran los móviles: el gesto salió solo. En el encore, Madness y Night Boat to Cairo cerraron el set con una dosis extra de viento, sudor y júbilo. Los conciertos en vivo de este grupo tienen algo ritual, como si cada concierto fuera una reunión de viejos amigos en un pub.

La jornada fue también un escaparate de otras voces que merecen espacio. Queralt Lahoz impuso su mezcla de flamenco, hiphop y electrónica con una energía que desbordó el escenario secundario. Alamedadosoulna, expertos en contagiar movimiento, firmaron uno de los sets más divertidos del día y No Te Va Gustar ofreció una actuación sólida, conectando con un público que coreó sus letras como propias.