Image: Pinter y las dos caras del amor

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Escenarios

Pinter y las dos caras del amor

16 marzo, 2017 01:00

Daniel Pérez Prada y Alicia Rubio protagonizan el ácido drama El amante de Harold Pinter

Nacho Aldeguer estrena en el Teatro Kamikaze su versión de El amante de Harold Pinter, obra que nos sumerge en el universo cotidiano y a la vez absurdo de una pareja lleva al límite su relación para intentar encontrarle sentido a su matrimonio.

Richard y Sarah son un matrimonio estable y aparentemente feliz. Sin embargo, la rutina los ha alcanzado, aunque han encontrado una manera de escapar de ella. Sarah recibe en casa a un amante por la tardes mientras piensa que Richard está en la oficina trabajando, aunque en esos momentos él se encuentra a su vez con una prostituta. Para ellos la infidelidad no significa un engaño, pues ambos conocen el modelo de vida del otro y lo consienten, conscientes de que ese mundo de fantasía y deseo que mantienen es lo más saludable para superar el tedio y sostener su propio matrimonio. Ambos son conscientes porque ellos mismos son sus respectivos amantes. Pero hasta la fantasía puede ser una rutina, y a veces intentar escapar de la realidad puede terminar volviéndose contra ella.

"El objetivo de Pinter con El amante era replantearse la vida en pareja, por lo que la obra puede suponer un peligro para el espectador", advierte el actor Nacho Aldeguer, responsable de adaptar el texto pinteriano. "Si estás pensando en replantearte tu vida en pareja, el peligro es quedarte dónde estás. Pinter, a su manera, no sólo lo pone de relieve sino que da herramientas para salir adelante. Si tienes dudas sobre cómo llevar una relación, esta obra puede darte alguna idea".

Recurriendo al texto de Pinter, uno de los más característicos del Nobel británico, Aldeguer nos embarca a través de este matrimonio, interpretado por Daniel Pérez Prada y Alicia Rubio (Álex García completa el reparto en el papel del lechero John), en un juego peligroso, una trampa sin salida, donde el drama y la ironía cómica se entremezclan, hasta borrar absolutamente sus contornos. "La obra es un contraste entre la apariencia del matrimonio feliz y la infidelidad que reflexiona sobre las relaciones interpersonales y lo que estamos dispuestos a soportar por complacer los parámetros sociales. Quería hablar de lo que somos capaces de hacer por amor".

El amante nos sumerge en un universo cotidiano y a la vez absurdo, donde esta pareja lleva al límite su relación, para intentar encontrarle sentido a su matrimonio, un juego de roles donde la realidad y la ficción se entrelazan al mejor estilo pinteriano. "No hay distinciones concretas entre realidad y ficción, ni entre lo verdadero y lo falso. Una cosa puede ser al mismo tiempo verdadera y falsa", reflexionaba el dramaturgo. "Estas afirmaciones aún tienen sentido, y aún se aplican en la exploración de la realidad a través del arte. Como escritor, las mantengo, pero como ciudadano no puedo; como ciudadano he de preguntar: ¿Qué es verdad? ¿Qué es mentira? La verdad en el arte dramático es siempre esquiva". Una visión que, como reconoce Aldeguer, no está reñida con la precisión en la escritura dramática del británico. "Ha sido una maravilla aprender lo específico que es Pinter. Eligió cada palabra de sus obras a conciencia para decir exactamente lo que quería decir. Un mínimo cambio alteraría el significado. Me he pasado tres años entregado a la tarea de serle lo más fiel posible como traductor".

Temas como el de la infidelidad, la sexualidad o la confianza guiarán la trama de la obra, algo que además de invitar al público a reflexionar sobre su vida en pareja, permitirán plantear debates sobre sentimientos o sobre relaciones íntimas, "charlas difíciles de tener". Algo en lo que Aldeguer no ve grandes diferencias con los años 60, época en que Pinter estrenó la obra, cuando las relaciones personales y el sexo eran un tema tabú. "Apenas veo debates abiertos sobre cómo acordar con tu pareja qué es lícito hacer si sentís que la monogamia no funciona. El único alivio en el siglo XXI es ver porno gratis a solas en el móvil en cualquier momento. No es un gran avance", opina.

La mayor peculiaridad de esta versión de El amante nace del montaje, planteado como una experiencia gastro-escénica que incluye la degustación de un aperitivo creado para la ocasión por el chef Diego Guerrero, la nueva cerveza Maestra de Mahou y un cóctel de ron Zacapa creado por Adriana Chía, elegida Mejor Bartender del año en España. Este interés por el teatro como experiencia le viene a Aldeguer de una visita a Nueva York en la que participó en un montaje de la compañía Punchdrunk Sleep No More, "una obra basada en Macbeth donde seguías a quien tú eligieras de un elenco de 23 artistas que representaban la obra simultáneamente a lo largo de un edificio de 5 plantas. Es lo mejor que he visto jamás", asegura entusiasmado.

Además de la adición de sentidos a la representación, hasta que intervengan los cinco, el montaje de Aldeguer tiene otra pretensión, la de terminar con la separación público-artista. "El teatro es una experiencia compartida. Sin embargo, como espectadores la vivimos en soledad. La oscuridad del patio de butacas suele hacerme sentir solo y no observado, lo cual me ayuda a permitirme estar tan sensible como quien está sobre las tablas", explica Aldeguer. "Me encanta poner el escenario a pie de público. Estar todos al mismo nivel. Y ser conscientes de ello".

En este caso, los asistentes se sentarán en su butaca y sentirán que disfrutan de una fiesta junto a los protagonistas de la trama. "Creo que si pongo todo al mismo nivel, público y actores, a la gente le va a llegar de forma más humana la historia", insiste Aldeguer. Una manera de entender el teatro que casa a la perfección con el ideal de Pinter, que llegó a asegurar que le molestaba advertir en las obras el espíritu del autor marcándole al espectador qué pensar. "En la medida de lo posible, quiero que el público sea quien opine sobre la función, dejarle que decida si los personajes y las situaciones son divertidas o tristes".