Image: La risa y el demonio del mediodía

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Escenarios

La risa y el demonio del mediodía

11 septiembre, 2015 02:00

Luis Bermejo, un payaso que nos hará reír y... estremecernos. Foto: T.E.

Año 2006. Al acabar las funciones de Sueño y Capricho, José Ramón Fernández y Fernando Soto encienden la mecha de un espectáculo con un payaso como protagonista. Tenían claro que debía ser Luis Bermejo. Muchos proyectos y encuentros después nace El minuto del payaso, que llega el miércoles, 16, a la sala Margarita Xirgu del Teatro Español. Como inspiración, nada menos que Los payasos, de Fellini, y nombres como Tortell Poltrona y Pepe Viyuela, que aparecen homenajeados en el texto. "Es una declaración de amor a los artistas que suben a un escenario y que se juegan la vida para que nosotros vivamos un momento de emoción y, a veces, de felicidad", explica José Ramón Fernández a El Cultural. Y es que en esta obra está en juego la dignidad del artista a través del payaso, un oficio antiguo, lleno de historia, complejo y apasionante.

El veterano personaje que encarna Bermejo nos muestra su vulnerabilidad. Cansado, y quién sabe si fracasado, es invitado a una gala en la que actuará poco más de un minuto. A punto de salir al escenario, y debido a las circunstancias del espectáculo, que se va a retransmitir por televisión, se ve obligado a sentarse solo bajo el escenario. En esta simbólica espera saldrá a relucir buena parte de lo que el personaje lleva arrastrando en su interior: recuerdos, miedos, anécdotas... "Es Bermejo en estado puro -sentencia JRF-. Veremos a un payaso extraordinario capaz de hacernos reír y de estremecernos con apenas un gesto. Nos proporcionará momentos únicos". Por eso, El minuto del payaso es un montaje reivindicativo y melancólico. Reivindicativo porque busca el respeto al otro a través de vidas que son importantes y que nadie se interesa en conocer, y melancólico porque es algo que acompaña a los payasos, "el demonio del mediodía en pleno ataque", precisa el autor de Nina, que reconoce en su nueva entrega un tributo muy especial al director Preston Sturges. "La idea de dignidad del artista -añade- se puede mostrar de forma más interesante en uno poco considerado. Un payaso no tiene el prestigio de otros artistas, siendo su labor tan buena y tan difícil como la de cualquier otro. La obra es un canto a ese oficio y por extensión a todos los que son capaces de hacernos felices unos minutos. Por eso he querido poner el foco en trabajos tan dignos como la mujer forzuda. Espero que el espectador sonría y que después piense que es una dedicación tan digna como la suya y que la suya, a su vez, es tan digna como la de cualquiera... Reivindicamos, por tanto, la risa y a la gente que se esfuerza por conseguir que la saquemos de donde quiera que la tengamos escondida".

A José Ramón Fernández, del que Jorge Eines prepara una nueva puesta en escena de Babilonia y cuya 'piedra Rosseta' desembarcará en octubre en Budapest, le duele vivir en un país donde palabras "tan dignas y hermosas" como payaso o titiritero se utilizan a modo de insulto: "Un artista no tiene las soluciones de este mundo pero sangra como todos y tiene derecho a decirlo".

@ecolote