Image: Antony arranca el Primavera Sound apelando a la emoción pura

Image: Antony arranca el Primavera Sound apelando a la emoción pura

Escenarios

Antony arranca el Primavera Sound apelando a la emoción pura

29 mayo, 2015 02:00

Antony and the Johnsons en su actuación de ayer. Foto: Antonio Moreno

En la frontera que divide lo sublime de lo ridículo, el músico reinó en una jornada inaugural de altos vuelos.

En la frontera que divide lo sublime de lo ridículo, Antony es un caso y ayer reinó en la jornada inaugural con un show desconcertante. Vestido de blanco, con un aire entre Barbra Streisand y Demis Roussos, el músico se dejó acompañar por la Orquesta sinfónica y nacional de Cataluña (lo de Cataluña, no sé por qué, lo dijo muchas veces y la verdad que lo decía de una manera muy graciosa, algo así como "citiluña"). Los de la orquesta también iban de blanco y aquello por momentos más que un concierto, parecía una misa. Visiblemente nervioso y emocionado, Antony fue desgranando sus canciones más conocidas en un show adornado con imágenes de kabuki (teatro japonés) que parecían una versión enloquecida de My Own Private Idaho de Gus Van Sant. Antony canta sobre nuestra necesidad desesperada de amor y la fragilidad del ser humano y el resultado a veces es tan impactante como en otras puede ser irritante.

Escogido como el mejor festival del mundo por Time Out, solo en el Primavera Sound sucede que termine Antony y a los dos segundos salgan al escenario los Black Keys provocando el delirio del público. Los norteamericanos siguen a lo suyo, rock americano de corte clásico apto para todos los oídos, y le dieron a su concierto un acento de blues lejos de la producción electrónica de Modest Mouse en su último disco que hizo que sonaran como lo que son, unos clásicos contemporáneos. El rock americano tuvo otros dos grandes momentos. Los legendarios The Replacements saltaron al escenario para tocar sus clásicos como si no hubiera pasado el tiempo y los tocaron tan bien que por momentos parecía que los acabaran de componer. Y Benjamin Booker, el "heredero" de Jack White, corroboró sobre el escenario que puede ser el próximo maestro del blues con un show modesto (eran tres en el escenario) en el que Booker le dio tantas vueltas a la guitarra que parecía al borde del ataque.

La estrella de la noche fue James Blake, ya clásico del festival, que ofreció un recital de madrugada en el que su música, que otras veces en directo ha sonado algo desvaída perdiendo en grandes espacios la pegada intimista que desprende escuchada en casa, parece coger nuevos vuelos. Acompañado de un coro y un nutrido grupo de excelentes músicos, Blake estuvo más cerca que nunca del soul en un concierto que parece avanzar a un Blake menos ensimismado y más capaz de expresar emociones. Otro músico electrónico, el australiano Chet Faker no solo tiene el premio al nombre más cachondo, congregó a una ingente parroquia en su concierto para deleitar al respetable con una sabia dosis de soul vanguardista con toques del house, techno e incluso jazz que puso a todo el Primavera a bailar. Eso sí, sigue siendo un festival exquisito. Hay estaban Sunn O))) metiendo tanto ruido a las cuatro de la madrugada que aquello parecía la demolición del Edificio España.