Image: Barroco, el ‘gancho' que colma auditorios

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Escenarios

Barroco, el ‘gancho' que colma auditorios

23 enero, 2015 01:00

Le Poème Harmonique, formación francesa volcada en los siglos XVII y XVIII.

Una música muy orechiabile, que cala en la memoria del público y que conecta con los jóvenes gracias a su informalidad y espontaneidad. Fabio Biondi, al frente de Europa Galante, exhuma Adriano in Siria en el Auditorio Nacional. Buena ocasión para analizar las causas del boom barroco, detonado por Jordi Savall, Al Ayre Español, Atrium Musicae...

En 1829 y de la mano de Mendelssohn, Berlín conoció la Pasión según San Mateo de Bach. Fue un aldabonazo. Su influencia sobre la interpretación posterior fue inmensa, incluso para los popes del siglo XX, que vieron la obra y todo lo que la rodeaba con otros ojos estéticos. Albert Schweitzer saneó y clarificó. Gunther Ramin siguió sus pasos. A partir de los años sesenta Nikolaus Harnoncourt y Gustav Leonhardt abrieron una rica veta recuperadora, con los ingleses y holandeses en primera línea. Se inició una amplia campaña, que todavía persiste, de búsqueda de las fuentes prístinas. Nació el prurito de la autenticidad. Y los nuevos apóstoles sentaron sus reales.

El barroco empezó a tener venta en nuestro país gracias a los discos de intérpretes a la vieja usanza del tipo de Karl Münchinger, Kurt Thomas, Kurt Riedel y más tarde Karl Richter y Helmuth Rilling. Éste todavía en activo en busca de lo que en su momento se denominó tercera vía. Hoy, gracias a estos músicos y, en España a las meritorias labores llevadas a cabo por gente como Pepe Rey, De Zayas, Massó, Ochoa de Olza, Musica Antiqua, Atrium Musicae, estos más centrados en el renacimiento, y, más modernamente, por López Banzo con su Al Ayre Español y el extinto Pepe Rada con la Capilla Peñaflorida y, en todo momento, por Jordi Savall y sus distintas agrupaciones, cada uno con sus defectos y virtudes, todas esas músicas han podido ser cada vez mejor servidas. Hasta llegar a día de hoy, en el que se cuentan por docenas los conjuntos y especializados.

Hoy el barroco tiene gancho en España. Los públicos jóvenes se están acercando de manera paulatina y entusiasta a este repertorio. Lo han sabido ver los programadores. La Orquesta Nacional, por ejemplo, ha abierto un ciclo paralelo de conciertos barrocos y clásicos que lleva diligentemente Giovanni Antonini, un vivaldiano de pro que lo tiene muy claro cuando habla sobre la capacidad de conexión de este periodo con el público: "Hay que reseñar que el auge de ahora proviene de una tradición que se origina en los años 40, en los que se empieza a investigar a fondo y se va ampliando el repertorio con nuevos descubrimientos. El barroco tiene además una ventaja en estos tiempos acelerados: su brevedad. Un concierto de Vivaldi dura diez minutos, uno de Bach unos 15, 16 o 18. Una brevedad que no está reñida ni con la intensidad ni con la profundidad. Ya hace tiempo que se libró de la etiqueta de banal".

El CNDM, inteligentemente, no ha dejado, desde su fundación hace cuatro años, de cultivar esa veta. En su copiosa programación hay siempre una amplia serie de conciertos albergados en el epígrafe Universo Barroco. Para los días 26 y 28 de este mes ha programado en el Auditorio Nacional sendas actuaciones de Europa Galante a las órdenes de su creador, el violinista, director y musicólogo Fabio Biondi. En la segunda de ellas se acometerá una nueva interpretación de las señaladas Cuatro estaciones del Prete Rosso; en la primera una auténtica primicia para nosotros y para casi todo el mundo, que se hace también en el Palau de Valencia: la ópera Adriano in Siria de Francesco Maria Veracini.

Esta ópera, estrenada en Londres en 1735, es una de las 59 escritas a lo largo del tiempo sobre el mismo libreto de Metastasio. Lo que se escuchará es el resultado de los trabajos musicológicos de Biondi. La partitura no llegó completa a nuestros días. En concreto, los recitativos habían desaparecido. Los que se escuchan son obra de este músico, de acuerdo con la escritura tradicional de otros autores, como Ferrandini, Vivaldi... El reparto del estreno era espectacular, ya que contaba nada menos que con los castrati Senesino y Farinelli y con la gran diva, la soprano Francesca Cuzzoni. El que va a servir la obra a día de hoy en estos conciertos no está nada mal, ya que cuenta para esas tres partes principales con las mezzosopranos Sonia Prina y Vivica Genaux y la soprano Roberta Invernizzi. A su lado, Romina Basso, Lucia Cirillo y Ugo Guagliardo. Todos menos la segunda aparecen en la grabación de la obra realizada en Viena el pasado año y que se encuentra disponible en el mercado (sello FB).

Pero dejemos a Biondi darnos sus impresiones sobre este auténtico acontecimiento: "Veracini no es, por desgracia, muy conocido en términos generales. Los violinistas tenemos algo más de familiaridad con él porque también era violinista. Además, en el conservatorio se suele tocar mucho su Sonata para violín, que se coloca a la altura del repertorio de Geminiani o Tartini. Desde esa época de estudiante he investigado también su faceta como compositor. Adriano in Siria fue un valioso descubrimiento por la belleza y variedad de su lenguaje, por su expresividad, por su plenitud de contrapuntos, por su virtuosismo vocal".

Biondi tiene claras las razones por las que hoy el barroco está tan de moda: "Es un lenguaje que se fija muy fácilmente en la memoria. La gente sale de los conciertos tarareando sus melodías. Ocurría entonces y ocurre ahora. Es una música muy orechiabile, que puede funcionar hasta en un supermercado, algo impensable con Mahler. Además, permite cierta informalidad. Yo nunca interpreto las Cuatro estaciones igual, siempre hay un margen para la improvisación, como en el jazz. Eso conecta muy bien con la gente joven, mucho más que la rigidez romántica o tardorromántica. Los instrumentistas se miran mucho, se sonríen...".

Y tampoco hay que perderse el colorista espectáculo que acogerá los Teatros del Canal a partir del 28: Carnaval Barroco, que se nutre de músicas populares improvisadas, del mimo y de la danza. Se busca la relación entre el gesto y la música, principio teatral que guía a Le Poème Harmonique, formación francesa muy importante en el campo de la música de los siglos XVII y XVIII.

Pasión por Vivaldi y cía.

La Sala de Cámara, con su aforo de 692 espectadores, es el epicentro del Universo Barroco del CNDM, un ciclo que ha dado en la tecla de los gustos del público. Un total de once conciertos en los que se vendió el 98'11% del papel: 7.468 asistentes. Brindaron las briosas melodías barrocas formaciones como Al Ayre Español, Los Músicos de Su Alteza, La Grande Chapelle, I Turchini, la Orchestra of The Age of Enlightment, Il Giardino Armonico... Un festín que tuvo continuidad en la Sala Sinfónica (aforo 2.324). Seis conciertos que movilizaron a 10.508 personas (75,36%), entregadas a Orfeo y Euridice, La Resurrezione, Tito Manlio... S.E