Image: Rocío Molina enciende Nimes

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Escenarios

Rocío Molina enciende Nimes

9 enero, 2015 01:00

Rocío Molina en su orgánico Bosque Ardora

La bailaora desembarca con su espectáculo Bosque Ardora. En la acreditada cita francesa, que arranca este domingo (11), también estarán el Lebrijano, Israel Galván, Niño Josele, El Pele, Mayte Martín, Belén Maya...

Rocío Molina (Málaga, 1984), bailaora prodigiosa, de técnica perfecta y con un poder volcánico de comunicación, es también una artista visionaria capaz de crear espacios que trascienden la representación racional para ofrecernos un universo más allá de la lógica de las imágenes y las ideas. Con su poderosa mirada traspasa los límites de lo aparentemente tangible para trasladarnos a un territorio distinto al acostumbrado pero que, una vez desaparecida la huella de lo sorpresivo y la fascinación del desconcierto, observamos que esa región a la que nos ha llevado, al principio insólita, no es ajena, sino que habitaba en nuestro interior y Rocío Molina ha tenido la capacidad de sacarla a la luz y sacudir nuestros propios fantasmas dormidos. "Para conseguir un mayor impacto, el imaginario de Bosque Ardora puede parecer un tanto alucinatorio, donde se mezcla la realidad y el espejismo y quizá surja la confusión, pero en el que las emociones aparecen con una materialidad absoluta, sin elementos quiméricos. Y en ese contraste está la fuerza de la historia: que las emociones, incluso las cotidianas, las que surgen de los conflictos de cualquier persona, se muestran descarnadas en comparación con un mundo que hemos convertido en ficticio".

La joven malagueña, figura estelar del baile en los más prestigiosos escenarios, desde el Esplanade de Singapur al Chaillot de París, pasando por el Sadler's Wells de Londres o el Lincoln Center de Nueva York, y que fue galardonada con el Premio Nacional de Danza en 2010, lleva ahora su Bosque Ardora -un espectáculo orgánico y cambiante, en prolongada ebullición- al Festival de Nimes, Francia, la más acreditada e influyente celebración flamenca fuera de nuestro país, que cumple nada menos que su vigésimo quinta edición. El Festival de Nimes ha conseguido ser diferente a los demás acontecimientos de esta naturaleza, sin los dictados del glamour vacuo ni de las imposiciones mediáticas. Con un serio conocimiento del arte flamenco, basado principalmente en un contacto personal con los artistas y una profundización de sus obras, se salta las fronteras de las modas para abrirse a otras consideraciones, a veces en el luminoso y sano ámbito de la transgresión, pero siempre con propuestas conmovedoras, frescas y vivificantes.

Así, en la programación de este año, tenemos el nuevo espectáculo de Israel Galván, Fla.co.men, donde a través del gesto dancístico se destaca la energía del sonido en su más nítida expresión. Llega también Lebrijano, miembro de una insigne saga de músicos gitanos, un maestro y veterano cantaor, representante vivo de las vanguardias de su época. ExKetama y eminente compositor, cantaor e instrumentista, después de un largo periodo de silencio, Nimes rescata a José Soto Sorderita, perteneciente asimismo a una importante casa de artistas gitanos, en este caso originaria de Jerez, con nombres fundamentales en la historia del flamenco. A ellos se suman, entre otros, el baile de Joaquín Grilo o Belén Maya, las guitarras de Manolo Franco, Niño Josele y Rafael Rodríguez, y el cante de Mayte Martín, El Pele, Segundo Falcón o Miguel Ortega, además del día dedicado a las músicas extremeñas y otro a las familias gitanas establecidas en el sur de Francia.

Para Rocío Molina, "Bosque Ardora puede gustar más o menos, pero es una obra de riesgo, con un trabajo de equipo, que me ha acompañado en esta aventura en la que, incluso con miedo, nos internamos en terrenos desconocidos, por donde hemos transitado a pesar de que ignorábamos el final del camino".