Image: Eva del Palacio

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Escenarios

Eva del Palacio

"Abordo los clásicos según el número de personajes y el sexo de los actores de mi troupe"

9 julio, 2010 02:00

Eva del Palacio en Sueño de una noche de verano

Máscaras de látex, ropajes barrocos y textos clásicos son el signo que distingue los espectáculos de Morboria. Reponen su obra emblemática, Sueño de una noche de verano, el día 13, en el Alcázar de Madrid. Y acuden al Festival de Olmedo con El avaro.

Para aguantar una trayectoria de más de veintidós años en el mundo teatral, una treintena de montajes, miles de kilómetros en furgoneta, desayunos en mesones perdidos de la mano de Dios, montajes y desmontajes en plazas de pueblos remotos de la geografía ibérica, y la briega con un público a un metro de distancia sin cuarta pared que te proteja hace falta mucho espíritu de guerrilla... pero, sobre todo, hace falta cuidar y mantener intacto ese espíritu lúdico de la infancia que un día la vida nos extirpó.

Cuando Eva del Palacio y Fernando Aguado -integrantes de Morboria Teatro y pareja en la vida real- hablan de su trabajo, uno se da cuenta de la importancia para el teatro de seguir jugando aunque a veces, en la vida, no pasemos de ser moscas en manos de dioses. De esta manera la familia de Morboria Teatro formada por Eva y Ana del Palacio (Eva se ocupa de la dramaturgia y la dirección escénica, su hermana Ana, del vestuario)- y Fernando y Álvaro Aguado (Fernando es actor y lidera con Eva la dirección artística y junto con su hermano Álvaro hacen el trabajo de caracterización a partir de máscaras de látex) reivindica un modo de trabajo muy cercano al que caracterizó algunos de los grupos del Teatro Independiente: "En el trabajo del mítico grupo El Gallo Vallecano y de Juan Margallo encontré el espíritu del cómico que vive para el teatro y es incapaz de separarlo de su vida", revela Eva del Palacio.

"Después de estudiar en la Resad, Fernando y yo nos dedicamos a escribir pequeños textos y a ponerlos a prueba en espectáculos de calle donde aprendimos que para vencer debíamos imponernos a través de un contacto directo con el público", continúa Eva.

Teatro de calle y de sala
A partir de entonces comenzaron a crear su propia familia teatral y ahora, dos décadas más tarde, mantienen en gira varios espectáculos de calle (La Danza de la Muerte, inspirado en las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, y Barrocos, a partir de textos de Calderón y otros autores del siglo XVII) y tres clásicos en repertorio (El Avaro, que presentan la próxima semana en el Festival de de Olmedo, El enfermo imaginario y su emblemático Sueño de una noche de verano, de Shakespeare). Este último montaje lo estrenaron hace una década y fue galardonado con el premio al Mejor Espectáculo del Certamen de Teatro para Directoras de Escena de Torrejón (Madrid).

El año pasado, Eva y Fernando -una pareja de cómicos que reconstruye una y otra vez sus propias creaciones en función de las necesidades prácticas de su compañía y del espacio para el que trabajan- retomaron el Sueño... para presentarlo en Almagro, y Oriol Ponsa, gerente del Palacio de la Ópera de Galicia, les invitó a crear una versión del montaje con música de Mendelssohn interpretada por la Orquesta Sinfónica de Galicia para el Festival Mozart. Ahora, la troupe de Morboria Teatro presenta durante el mes de julio la versión original del Sueño en el Alcázar de Madrid.

Eva parece primar su sentido común sobre cualquier enfoque intervencionista en la adaptación de los textos: "Mi criterio a la hora de abordar la dramaturgia se parece mucho al de cualquier compañía de teatro del siglo XVII. Las intervenciones sobre el texto se basan en el número de actores del que dispongo y en sus sexos".

Su labor principal se caracteriza, pues, por la creación de ilusión escénica a partir de un estudiado trabajo plástico del vestuario y la realización de máscaras. "En entrecajas el actor que hace de Puck parece volverse loco con multitud de narices, orejas y dentaduras de látex que ha de usar durante la representación". La directora no parece sentirse cómoda con las grandes escenografías: "La verdadera escenografía la lleva el actor encima. Para crear las diferentes atmósferas de magia e irrealidad nos servimos siempre de mínimos elementos". No obstante, señalar que sin la capacidad de juego de la que hablábamos al principio no habría máscara que sostuviese ningún espectáculo.