Noah Bambauch y Adam Sandler. Foto: EFE/ EPA/ Riccardo Antimiani.

Noah Bambauch y Adam Sandler. Foto: EFE/ EPA/ Riccardo Antimiani.

Cine Festival de Venecia

Noah Baumbach en Venecia: "Hacer una película sobre actores implica cuestionarse la identidad y las apariencias"

En ‘Jay Kelly’, presentada en la 82ª edición del Festival de Venecia, el cineasta desgrana la crisis existencial de un alter ego de George Clooney.

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Cuando has sacrificado todo por tu trabajo, las cosas que has apartado para escalar más rápido acaban volviendo, aunque sea en su brillante ausencia. Así lo procuraba Bette Davis en Eva al desnudo. Se trata de una conclusión de un pragmatismo anti-idealista que de primeras no asociaríamos con el road-trip emocionalmente optimista que George Clooney protagoniza para el responsable de Historia de un matrimonio, y que llegará a Netflix el 14 de noviembre.

Pero el músculo del cine de Noah Baumbach reside, justamente, en encontrar los sabores de aquellas cosas que nunca son tan sencillas.

"Hacer una película sobre el mundo de los actores implica, inevitablemente, preguntarte sobre la identidad y las apariencias", explica el cineasta en la rueda de presentación del film en la Biennale. Es decir, mirar de cara a la distancia insalvable entre quien eres y quien te crees, entre tu imagen pública y tu vertiginoso fuero interior.

Tras el fracaso de público y crítica de Ruido de fondo, su película más cara, Noah Baumbach se enfrentaba a una crisis existencial: "Fue un momento muy difícil. No estaba seguro de si estaba haciendo esto [dirigir] sólo porque lo había querido desde siempre, o de si aún me gustaba". De ahí nació Jay Kelly.

Clooney, el peso del estrellato

Jay Kelly, actor llegado a los sesenta que en el film comparte estratosfera con celebridades del tamaño de Clark Gable, Cary Grant o Robert De Niro, de primeras niega su malestar, un runrún que lo ha vuelto impulsivo, aniñado y dependiente. Para George Clooney, esta es una historia sobre un hombre que ha de "aceptar la idea de que quizá no ha sido un gran amigo ni un gran padre. Lo único en lo que realmente ha sido bueno es en ser una estrella de cine".

Así que, bajo el síndrome del nido vacío y atacado por los remordimientos por todas las puñaladas traperas que asestó sin apenas percatarse, el actor decide emprender un viaje por Europa. Un road-trip que debería acercarlo a una revelación edificante al estilo de Come, reza, ama, pero cuyos volantazos parecen dejarlo cada vez más solo. Incluso la agente de prensa que lo ha acompañado toda la vida, Liz (Laura Dern), empieza a hartarse.

Hija de Bruce Dern (Nebraska) y Diane Ladd (Alicia ya no vive aquí), Laura Dern creció en una familia de actores, por lo que ha querido dedicar unas palabras a uno de los oficios más desconocidos del mundo del cine, el de los representantes y publicistas: "Empecé a los once años. Así que mi publicista tuvo que acompañarme constantemente. Me enseñó a mantener el respeto por mí misma, a protegerme, a manejar amistades, novios... Fue otra figura materna".

Sin embargo, en Jay Kelly la falta de miramientos que el protagonista muestra hacia ella hace tambalear todo su proyecto personal. ¿Todo trabajo de primer contacto con la fama implica camelar las manías de tu representado?

Sandler, adorable y ninguneado

Asimismo, al precio de la fama se le suma un precioso retrato de la amistad masculina. Amistad, o afecto, porque el único al que el actor presta atención es a su mánager, el hogareño y preocupado Ron (Adam Sandler), alguien que sí ha conseguido conciliar, aun a duras penas, su vida familiar y profesional.

Adam Sandler y George Clooney sí han sido amigos desde hace un cuarto de siglo, y Clooney sólo tiene buenas palabras sobre el responsable de las populérrimas Niños grandes o Happy Gilmore, así como de éxitos cinéfilos tales de Diamantes en bruto de los Safdie.

"Creo que a menudo lo que se pasa por alto con Adam es su talento como actor", ilustra Clooney. "Como hace grandes comedias que parecen no exigir ningún talento (aunque en realidad sí lo requieren), a menudo la gente no lo valora".

Humilde por naturaleza, escribía en el dosier del film, "Le gusta quitarse importancia. Pero lo que hace en esta película es extraordinario". Para Sandler, la magia ocurre en los guiones de Baumbach, como si de un filósofo se tratara: "Tengo fe en cada matiz que me da, que me sirve para reflexionar: el lenguaje con que escribe, las ideas que tiene sobre las personas y los personajes".

Si el filósofo recuperará su propia fe en el cine, tras haber escrito una odisea introspectiva menos que complaciente junto a Emily Mortimer (actriz y amiga de la familia), eso queda para dilucidar en futuras conversaciones. De momento, Jay Kelly le ha servido para convocar a un coro de compañeros a los que respeta profundamente. "Tengo el regalo de una comunidad de actores extraordinarios a los que quiero y con los que puedo trabajar", explicaba. "¿Sabéis? Es como una familia. Una familia o una troupe de circo".