Emmanuel Mouret, director de 'Tres amigas'. Foto cedida por La Aventura Cine

Emmanuel Mouret, director de 'Tres amigas'. Foto cedida por La Aventura Cine

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Emmanuel Mouret estrena 'Tres amigas': "Lo que queda de una película es algo inmaterial, un espíritu"

El cineasta francés sigue abordando las pasiones burguesas desde la ligereza en un filme donde vemos a tres profesoras en un divertido pero profundo baile de verdades y mentiras.

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Emmanuel Mouret (Marsella, 1970) ha vuelto a demostrar en Tres amigas que es uno de los grandes cronistas contemporáneos de las relaciones humanas.

Heredero de Éric Rohmer y de Woody Allen en su empeño de auscultar con tanta ligereza como hondura el amor romántico, arrancó su trayectoria en los albores del nuevo milenio, pero no ha sido hasta el éxito de Las cosas que decimos, las cosas que hacemos (2020) y Crónica de un amor efímero (2022) que su nombre se ha convertido en una referencia ineludible del cine de autor francés.

En su nuevo filme, nos lleva a Lyon para narrar la peripecia de tres mujeres cuyas historias sentimentales se entrelazan entre desamores, tragedias, revelaciones, amistad y traiciones, narradas por un entrañable personaje al que da vida su actor fetiche, Vincent Macaigne.

El director, que sigue demostrando su talento para el diálogo y la dirección de intérpretes –en el reparto, encontramos a los siempre interesantes Camille Cottin, Sara Forestier o Damien Bonnard–, nos atiende desde París para hablarnos de los desafíos de este retrato coral de las emociones burguesas.

Pregunta. Como en El crepúsculo de los dioses (1950) de Billy Wilder, la historia es narrada por la voz en off de un personaje que pronto descubrimos que está muerto. ¿Por qué optó por este recurso?

Respuesta. Es algo que también aparece en El diablo dijo no (1978), de Ernst Lubitsch, pero a lo largo de la historia del cine ha habido muchos relatos de fantasmas de este tipo. La idea de utilizar este recurso vino por el hecho de que la historia de Joan y Victor es en realidad bastante trágica, pero quería que el filme fuera ligero.

»Me parecía interesante que Victor, una vez muerto, tuviera una relación menos problemática con sus sentimientos y con las personas que cuando estaba vivo. De alguna manera, con la muerte, termina su psicoanálisis y todo se vuelve menos serio y grave.

P. El personaje de Camille Cottin defiende que es mejor no estar enamorado de la pareja, porque el amor romántico solo conduce al sufrimiento. ¿Tiene el amor romántico cada vez peor fama?

R. Lo que me interesaba era confrontar diferentes puntos de vista. Para Alice, el personaje de Camille Cottin, el amor es una inversión de energía narcisista tan grande que conduce inevitablemente al sufrimiento. Y tiene sus razones, pero también se puede pensar de otra manera. De hecho, Alice dice que está bien con su pareja porque no lo ama, pero acabará enamorándose de él. Nuestras ideas sobre el amor son confusas.

Sara Forestier, Camille Cottin e India Hair interpretan a Rebecca, Alice y Joan en 'Tres amigas'

Sara Forestier, Camille Cottin e India Hair interpretan a Rebecca, Alice y Joan en 'Tres amigas'

P. ¿De dónde viene su inspiración para crear estos puntos de vista y estos personajes?

R. Intento proyectar y combinar ideas y abordar situaciones interesantes desde diferentes ángulos. Mi oficio es escribir y filmar historias para tratar de aprehender lo que se nos escapa en nuestra vida diaria.

»Además, hacemos películas porque nos gusta también verlas. Nunca hubiera tenido la idea de hacer cine si nunca hubiera visto una película. Del mismo modo, nunca hubiera tenido la idea de enamorarme si no me hubiera enamorado previamente. Las ideas vienen de ahí. También tomo muchas notas: observaciones, situaciones que imagino, cosas que he leído o visto, sentimientos… Es un trabajo lento.

P. ¿Cuál es la importancia en sus películas del suspense?

R. Es la base de mi escritura, algo en lo que pienso a menudo. Me gusta el cine en el que no soy capaz de adivinar qué va a pasar.

P. ¿Por qué siempre ha evitado emitir juicios morales sobre sus personajes?

R. Es algo que me resulta fascinante de los cineastas que admiro, esa manera de entrar en la intimidad de los personajes y en la complejidad de las relaciones. Es lo que decía Jean Renoir, que “lo más terrible de este mundo es que todos tienen sus razones”. El cine y la literatura profundizan en la relación del individuo con la sociedad y nos invitan a no juzgar demasiado rápido.

P. ¿Por qué ya no aparece como actor en sus películas?

R. El productor con el que hace años que trabajo me dijo que ya no hacía falta que lo hiciera. Y me parece bien porque así puedo centrarme en el trabajo con los intérpretes y en la planificación de las escenas.

P. Lleva una docena de películas estrenadas. ¿Siente que ha evolucionado?

R. Es difícil decirlo, porque siempre estamos enfocados en lo que estamos haciendo o en los próximos proyectos. No tengo ni idea. Al final, lo que queda de una película no es tanto la película en sí misma como algo inmaterial que surge de ella y que es difícil nombrar. Una especie de espíritu.

»Además, aunque se hagan con cierta torpeza, hay mucho encanto en las primeras películas. Así que no sé en absoluto si he evolucionado. Solo le puedo decir que intentamos hacerlo lo mejor posible, pero lo más importante de una película siempre es algo que se nos escapa.

“El suspense es la base de mi escritura. Me gusta el cine en el que no puedo adivinar qué va a pasar”

P. Desde Las cosas que decimos, las cosas que hacemos, su cine ha recibido mucha más atención. ¿Cómo ha vivido estos últimos años?

R. Ahora me cuesta menos poner en marcha los proyectos, mis dos primeras décadas de trabajo fueron difíciles. Estoy algo más cómodo, pero sé que no hay nada garantizado.

P. ¿Qué le gustaría que sintieran los espectadores al salir de la proyección de Tres amigas?

R. Empatía por los personajes, que sientan la complejidad de sus sentimientos y que no se les juzgue demasiado rápido. Me hizo muy feliz que en Venecia una espectadora me dijera: “Esas tres amigas, soy yo totalmente”. Me gusta que el espectador se encariñe con los personajes. Cuanto más los entendemos, más tolerancia e indulgencia habrá en nuestras relaciones, aunque la sociedad hoy vaya algo justa de ambos valores.