Manuel Gómez Pereira, durante el rodaje de la película. Foto: Mikel Blasco

Manuel Gómez Pereira, durante el rodaje de la película. Foto: Mikel Blasco

Cine

Gómez Pereira: "Los directores de comedia nos hemos resignado a no estar en festivales o premios"

El veterano director regresa a la comedia con 'Un funeral de locos', un 'remake' con Quim Gutiérrez y Ernesto Alterio sobre el sepelio de un patriarca que se va de las manos.

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Con Manuel Gómez Pereira (Madrid, 1958) detrás de la cámara y Joaquín Oristrell y Yolanda García Serrano a los mandos del guion, el trío creativo se comió los 90 con una serie de películas que sacaban chispa de la eterna guerra de sexos. En una España aún recién "liberada" de la censura franquista, títulos como Salsa rosa (1991), —sobre dos mujeres que pactan seducir al marido de la otra— o ¿Por qué lo llamas amor cuando quieren decir sexo? (1993), ambas protagonizadas por Verónica Forqué, tocaron la tecla del éxito de público.

La apoteosis Pereira-Oristrell-Serrano llegó con Todos los hombres sois iguales (1994), con dos millones y medio de espectadores. En ella deconstruyen ese "macho alfa" hispánico que apuntaba ya entonces a su ocaso. Otras comedias de enredo amoroso-sexual como Boca a boca (1995), El amor perjudica seriamente la salud (1996) o ¿De qué se ríen las mujeres? (1996) cimentaron su dominio de la comedia española en esa década prodigiosa.

Lleva Gómez Pereira sin rodar desde 2014, cuando presentó un filme atípico en su filmografía como es el thriller La ignorancia de la sangre. Con Un funeral de locos, remake de la película británica Un funeral de muerte (dirigida por Frank Oz y escrita por Dean Craig en 2007), regresa al territorio conocido de la comedia para plantear un enredo familiar. Gómez Pereira está "on fire". Ahora acaba de terminar de rodar también La cena, ambientada en la inmediata posguerra, con Mario Casas y Alberto San Juan.

¿A quién no se le ha escapado la risa en un funeral? Con toda su carga solemne, el humor negro encuentra su vía de escape. En este caso, vemos el de un hombre vasco, burgués, despedido por su esposa (Belén Rueda), su hijo leal pero fracasado como escritor Daniel (Quim Gutiérrez) y el hijo estrella literaria que vive en Nueva York y tiene abandonada a la familia (Ernesto Alterio).

A ello habría que añadir el novio de una sobrina drogado con alucinógenos (Gorka Otxoa) o un sobrino con un sarpullido en el culo ansioso por mostrarlo al mundo (Secun de la Rosa). A sumar un hermano del difunto... que es el lehendakari (Santi Ugalde). No falta ni Antonio Resines como vasco cascarrabias.

Pregunta. ¿Por qué ha pasado una década desde su última película?

Respuesta. He estado haciendo mucha televisión, que está muy bien pero te vampiriza (ha rodado series como Gran reserva o Alta mar), y también te sienta bien tomártelo con tranquilidad. También estuve mucho tiempo con el proyecto de La cena que por fin he podido rodar hace poco. En el caso de Un funeral de locos, me llamó la productora María Luisa Gutiérrez (La infiltrada) para proponérmelo y no pude decir que no. La película original es fantástica, no se vio demasiado en España y además pude conseguir el casting que quería.

»Hemos adaptado el guion con Yolanda García Serrano, pero hemos mantenido la estructura. Tiene una estructura diabólica de vodevil pero perfecta para comedia. Con Oristrell comentábamos que es el tipo de guion que nos hubiera encantado escribir, encaja perfectamente en lo que nos gusta. Al final siempre los más interesante son los personajes y las tramas que puedes desarrollar con cada uno.

P. Actos ceremoniales y "graves" donde los haya, ¿son los funerales por eso mismo buenos para la comedia?

R. Decimos "celebrar" un funeral. En realidad es raro usar esa palabra porque de alguna manera significa que sirven para asumir la muerte. Todos hemos pasado por ese momento en el que no sabes por qué, solamente por miradas, comienzas a reírte. Es producto de la tensión del momento pero esa risa es contagiosa.

»Luego, por mucha tecnología que tengamos, las pasiones son universales. En todas las familias surge esa figura del "ganador" y el "perdedor", en este caso, Daniel (Gutiérrez) es una persona que se cuestiona demasiado, tiene miedo a exponerse. Eso pasa mucho en el mundo de la creación, hay una necesidad de que te miren y te lean pero también miedo a que suceda. Hay personas con mucho talento que se quedan bloqueadas en ese paso a exponerte y ser juzgado. El otro (Alterio) es un pasota, escribe bestsellers y gana mucho dinero pero también sufre porque no es reconocido como un gran escritor.

P. Los directores de comedia, como los escritores de bestsellers, ¿también están "condenados" a que la crítica los maltrate?

R. En esta profesión pasa eso de "quiero ser un director maldito", o sea, no tienes mucho éxito pero un talento tremendo. Los de comedia nos hemos resignado a no estar en festivales o premios. Eso te libra de muchos problemas de ego. Cuando me dieron mi único Goya por el guion de Todos los hombres sois iguales, no fui a la gala. No es que fuera como esos "genios" que desprecian los premios, es que estaba convencido de que era imposible que nos lo dieran a nosotros. Por suerte, sí estaba Yolanda (Garcia Serrano) para representarnos.

"La televisión está muy bien pero te vampiriza"

»Cuando haces una comedia lo principal es que el público se lo pase bien y eso en estos tiempos en los que es difícil llevar a la gente a las salas me parece aún más importante. Se trata de que lo que cuentas provoque risa, que sea verosímil, que el espectador vea cómo los personajes sufren y se ría con ellos. La comedia es la manera de ver desde fuera lo que emocionalmente nos pasa a nosotros. Y en el caso de España conecta mucho con nuestra manera de ver la vida descarada. Pero, ojo, no siempre funcionan, no es infalible. Los americanos, por ejemplo, no saben hacerla, sus mejores directores de comedia han sido casi todos europeos.

P. El funeral se vuelve de "locos" cuando se descubre el secreto del patriarca. ¿La clase media-alta que refleja sigue siendo adicta a "mantener las apariencias"?

R. La clase media-alta tiene esa tendencia tradicional a ser puritana, además de planteamientos religiosos que a veces son excesivos. No salir del armario para una generación como la del difunto de la película era una cosa muy frecuente, se vivía la homosexualidad en la oscuridad. Estamos en un momento en el que ya se puede hablar de este tema sin tabúes ni tapujos. Por eso ese discurso final de Daniel es tan emotivo, por primera vez muestra sus emociones. 

»Los tiempos han cambiado. Estrené Reinas (2005), sobre unas madres que se enfrentan a la boda gay de sus hijos, el año en el que se aprobó el matrimonio igualitario y nos acusaron de oportunistas. Sin embargo, tuvimos muchos problemas de comunicación porque también preocupaba que la homosexualidad asustara a parte del público. Hoy estamos en otro momento en el que resulta mucho más fácil hablar de los gays pero más difícil de otros. Te lo dicen los propios productores: "Cuidado con cómo hablas de este tema". Los propios rodajes han cambiado mucho.

P. ¿Siente que ha cambiado mucho el cine desde sus gloriosos años 90?

R. Ha cambiado mucho la manera de ver el cine, ya no es solo ese acto social de antaño. Se produce mucho y eso a veces va en contra. Estamos llegando a un punto en el que el autor no importa porque hay unas directrices de los estudios que hacen que muchas películas se parezcan. Ahora hacemos un "paquete" y un producto. Está bien para la industria porque se ha generado mucho trabajo y actividad, pero la libertad del productor ha ido menguando. Yo echo de menos ese punto de riesgo, de tirar adelante las historias que realmente queremos hacer.

P. ¿Siente nostalgia?

R. Me parece muy bien que existan esas plataformas pero cuando ponen como condición que la película no se estrene en salas, te preocupa que se acabe perdiendo eso. Antes se hacían películas con más libertad y también había éxitos de taquilla. Se están creando unos patrones peligrosos. Y ahora con la Inteligencia Artificial ya quizá ni hacemos falta los directores o los propios actores.

P. ¿Qué puede contarnos de La cena, que acaba de rodar?

Está basada en una obra de Alonso Santos. Acabada la guerra, Franco, victorioso, quiere celebrarlo con una cena en el Palace. El problema es que el hotel aún no está acondicionado porque fue un hospital durante la guerra y, además, no hay cocineros porque son todos rojos y los han metido en la cárcel. No tienen más remedio que liberarlos para que ocurra la cena, y se plantea un plan de fuga…