Una imagen de 'Pina' (2011)

Una imagen de 'Pina' (2011)

Cine

Wim Wenders, entre la fascinación por el universo estadounidense y la búsqueda de lo real

El encuentro entre su identidad artística y nuevas formas de mirar la realidad resumen lo que Wim Wenders ha estado haciendo en las últimas décadas.

12 enero, 2024 02:34

Si el conjunto de la obra de Wim Wenders –un autor esencial de la segunda mitad del siglo XX– puede verse como un juego de variaciones en torno a la idea de la road movie, su periplo creativo a lo largo del siglo XXI perfila una serie de círculos concéntricos en torno a la renovación de su identidad artística.

En este sentido, su apuesta más exitosa ha sido su reconversión en autor de documentales de alto prestigio cultural. Si en su obra previa los documentales, de Relámpago sobre agua (1980) a Tokio-Ga (1985), aparecían como notas cinéfilas al pie de los filmes de ficción, el Wenders del siglo XXI ha alcanzado los mayores reconocimientos de la mano de sus sentidos retratos de la vida, memoria y legado de varias figuras capitales del arte y la sociopolítica.

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Todo comenzó con Buena Vista Social Club (1999), memorable documental que daba cuenta del salto a la fama mundial de un grupo de viejas glorias de la canción cubana. Tirando de ese mismo hilo melómano, Wenders dirigió, en 2003, el estimulante híbrido de ficción y documental The Soul of a Man, el segundo capítulo de The Blues, la serie sobre el universo del blues producida por Martin Scorsese.

'Buena Vista Social Club' (2000)

'Buena Vista Social Club' (2000)

Luego, ya en la segunda mitad del nuevo siglo, Wenders encadenó dos nominaciones al Oscar a la mejor película documental por Pina (2011), un acercamiento en formato 3D a la obra de la bailarina y coreógrafa Pina Bausch, y La sal de la tierra (2014), retrato en primer plano del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado.

Este inagotable viaje por las formas del cine de lo real se prolongó con El Papa Francisco: Un hombre de palabra (2018), un trabajo que ilustraba con convicción el talante progresista del proyecto evangelizador de Jorge Mario Bergoglio, pero que al mismo tiempo ponía de relieve el mayor lastre de la aproximación de Wenders al documental: su tono reverencial.

Por las rutas de la ficción

En el ámbito de la ficción, la obra del Wenders ha transitado entre su eterna fascinación por el universo estadounidense y la exploración de los mecanismos de la creación artística.

Del lado americano, el alemán estrenó, a principios de siglo, las meditativas Tierra de abundancia (2004), sobre la resaca de los atentados yihadistas del 11 de septiembre de 2001, y Llamando a las puertas del cielo (2005), un drama nostálgico escrito y protagonizado por Sam Shepard.

Michelle Williams en 'Tierra de abundancia'

Michelle Williams en 'Tierra de abundancia'

Luego, el empeño autorreflexivo llevó a Wenders a rodar la fallida Palermo Shooting (2008), un refrito de los universos de Bergman, Antonioni y Fellini en el que un fotógrafo en crisis se veía confrontado por musas (Milla Jovovich), ángeles de la guardia (Lou Reed y Patti Smith) y la mismísima muerte encarnada por Dennis Hopper.

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Por último, bajo ese mismo signo metatextual, el alemán dirigió en 2016 la notable Los hermosos días de Aranjuez (2016), que más allá de un infructuoso empleo de la imagen 3D lograba dar luz y color a una magnífica pieza teatral de Peter Handke, en la que un escritor perdía el control de sus personajes, un hombre y una mujer que departían sobre la sexualidad femenina, la belleza y la frontera entre la realidad y la imaginación.