El cineasta Gerardo Herrero durante la presentación de la película 'Bajo terapia' que compite en la sección Oficial del XXVI Festival de Cine en Español de Málaga. Foto: Jorge Zapata / EFE

El cineasta Gerardo Herrero durante la presentación de la película 'Bajo terapia' que compite en la sección Oficial del XXVI Festival de Cine en Español de Málaga. Foto: Jorge Zapata / EFE

Cine

Gerardo Herrero: “Yo ya sabía que Weinstein era un violador, cuando lo veía en Cannes me daba miedo”

El veterano productor y director estrena 'Bajo terapia', película en la que tres parejas dirimen sus problemas conyugales

17 marzo, 2023 02:34

Una terapeuta reúne en lo que parece un estudio artístico a tres parejas sin su presencia. Mediante un sistema de ocho preguntas incluidas en respectivos sobres, deberán ir contando a los demás los conflictos que los dividen. Por una parte, la pareja formada por Alexandra Jiménez y Fele Martínez, dos cuarentones burgueses enfrentados por la educación del hijo. Por la otra, Juan Carlos Vellido y Malena Alterio, afectados por la constante depresión de ella y finalmente Antonio Pagudo y Eva Ugarte, quienes discuten porque él quiere que se vayan a vivir juntos y ella considera que es demasiado pronto.

Bajo terapia, la película dirigida por Gerardo Herrero y basada en una obra de Matías del Federico, es una película con sorpresa. Poco a poco, a medida que los seis protagonistas vayan contando sus cuitas, tristezas y dilemas, iremos descubriendo que hay una verdad más terrible detrás de sus historias, tan cotidianas al mismo tiempo como cruciales en los temas que tratan: la educación de los hijos, los celos o el inevitable desgaste con los años.

Ganador del Oscar con El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009) como productor y autor de filmes como Heroína (2005) o La playa de los ahogados (2015), Herrero aborda el reto de una única localización y tiempo real para dar ritmo cinemtográfico a una pieza de cámara repleta de giros.

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Pregunta. ¿Por qué ha querido hacer una adaptación de esta obra de teatro?

Respuesta. Cuando la vi me encantó. Yo la he llevado a otro tono porque la función era más ligera, más comedia y yo la he hecho más dramática. Me gustaban los personajes y ese juego que plantea que permite hablar de la educación, la familia, los celos, el sexo en la pareja, la dificultad de la relación, esas parejas que se mantienen con mal rollo… Había muchas cosas que me apetecía tratar y por eso la he producido, la he escrito y la he dirigido. Además, he podido hacerla con total libertad porque no tiene ayuda del ICAA ni en un principio había ninguna televisión apoyándola. Al final ha entrado Movistar y hay una plataforma que me ha hecho una oferta pero después de acabarla.

P. ¿Qué satisfacciones le ha dado esa libertad?

R. Esa libertad me ha permitido rodar en orden y con continuidad. Hay dos películas que ya rodé como productor así, Martín Hache (Adolfo Aristarain, 1997) y Tierra y libertad (Ken Loach, 1995), que han sido importantes en mi vida. Esa continuidad permitía poder transformar en el propio rodaje la evolución de los personajes. Además, en este caso no les daba todo el guion a los actores, sino solo una parte. Lo normal es rodar por decorados. En el caso de Martin Hache era más fácil porque había pocos pero en Tierra y libertad había muchos y era mucho mas complicado.

P. Los actores cobran todo el protagonismo. ¿Cómo ha sido trabajar con ellos?

R. Firmo yo solo el guión pero realmente los actores podrían pedir derechos de autor porque han colaborado mucho con los diálogos, con el planteamiento y la puesta en escena. He elegido a los actores que me gustaban y también podían, claro. Juan Carlos Vellido y Fele Martínez ya estaban en la función. Los otros de la función estaban muy bien, pero los he elegido no solo por cómo funcionaban individualmente, sino también como parejas. Hay dos que claramente juegan con ventaja y tambien tienen que improvisar más.

Hacíamos planos muy largos de cinco-ocho minutos y después el plano es todo una coreografía de los técnicos tirándose por el suelo y poniendo luces encima de la cabeza de los actores. Hemos tenido la suerte de ensayar en el decorado real, así hemos podido hacer la coreografía de los movimientos. Me planteé el reto de que convertir una obra con personajes siempre quietos y sentados en una película a la que que tenía que darle mucho movimiento. Encontré una galería de arte en Pamplona y pude darle el ritmo que tiene.

P. ¿Cómo logra ese dinamismo en una película que no cambia de lugar?

R. Al principio pensé en hacer un plano secuencia pero me perdía todas las miradas, todas las reacciones y el fuera de campo es más interesante que el propio campo. Me equivoqué en una cosa, en la vida ya se sabe que te equivocas todo el tiempo, y una semana antes se me ocurrió decir a la script y la montadora que la midiera y salían dos horas y cinco minutos. Yo no quería que fuera tan larga y ahí tuve que cortar muchos diálogos. Fue positivo estar en Pamplona porque si la ruedas en Madrid, luego cada uno tiene su vida, eso te quita concentración para estar metido allí: pudimos convivir, nos lo pasamos muy bien y estar muy metidos en el proyecto.

"He podido hacer esta película con total libertad porque no tiene ayuda del ICAA"

Al tener el decorado ya preiluminado porque mientras ensayaba el director de fotografía iluminaba, lo tenía prácticamente puesto cuando llegaba a rodar. Pusimos un techo arriba porque el techo era muy alto para que no se fuera el sonido. A veces se me olvidaba cortar, a ver si sale algo maravilloso, pero con tanto ensayo seguían y seguían, eran capaces de pasar al siguiente tema sin cortar. Debían pensar, ¿este loco por qué no corta?

P. Hay muchas capas en el filme, lo que vemos y no vemos. ¿Cómo trabaja con eso?

R. Era el reto hasta en el tono interpretativo porque tenía que ser diferente. No puedo profundizar en eso sin destripar la película pero están forzando a personas a que digan cosas que no saben y tienen que estar improvisando. Me dio mucho placer cuando la presenté en el Festival de Sevilla en pases de industria y me di cuenta de que hubo dos exhibidores que se dieron cuenta de esa dirección de actores tan peculiar para conseguir justo esas capas que tú me planteas. Hay mucha capa detrás, hay unas líneas ya establecidas que ellos proponen y otras que, según lo que pase, tienen que improvisar.

P. Esto es como el #MeToo de Weinstein: cuando unos hablan, ¿los otros se atreven?

R. Lo de Weinstein es una cosa que yo ya sabía. A mí me lo habían contado algunos actores de Estados Unidos e Inglaterra, que el tipo era un violador y se aprovechaba de su poder para llevarse a actrices a la cama. Cuando lo veía en Cannes, me daba miedo. Me acuerdo de un par de días cuando lo vi entrando en la sala: entraba como diciendo "apártense todos, llega el pretoriano que manda aquí". Mira también la pederastia, cuando se desvela en los periódicos surgen más casos, algunos prescritos pero que han hecho que se hable de eso y salga.

No había pensado que tiene que ver con los tiempos, pero sí estamos en un momento en el que hay más posibilidad de sacar las cosas adelante. Es cierto que vivimos en tiempos en los que la gente necesita ese empujón para contarlo.

"Los actores podrían pedir derechos de autor porque han colaborado mucho"

P. ¿Somos los españoles muy reacios a contar en público nuestra intimidad?

R. Yo tengo un amigo francés que me dijo que “Freud no pasó los Pirineos”. Tiene mucho que ver con eso, no atreverse a hablar las cosas. También con cuarenta años de franquismo. Durante muchos años, ir al psicólogo estaba mal visto. Mis hijos van al psicólogo y me parece estupendo. Cuando yo tenía veinte años nadie iba, era una cosa como “qué mal estará”. Eso ha generado que los españoles hayan desarrollado ese sentido tan acusado del pudor o la vergüenza. Además del franquismo también pesa la Iglesia católica, que quizá ha cambiado pero muchos siglos ha ejercido una represión.

P. ¿Pesa la gran importancia de la familia en la cultura española?

R. Sé que hay familias dañinas, pero no estoy de acuerdo en que el modelo ideal tenga que ser el anglosajón. Me sorprende de esas sociedades el distanciamiento entre padres e hijos tan jóvenes. Hay un proceso que no comparto para nada que sea bueno. Nos quieren educar en que es la filosofía de la vida: que los hijos se vayan pronto de casa y que no estudien donde han crecido porque así pueden independizarse muy pronto, pero esto hace que padres e hijos no hablen mucho entre ellos, cosa que también pasa entre hermanos.