Elvis Presley y Ann-Margret (con mucha química) en 'Viva Las Vegas'. Imagen: MGM

Elvis Presley y Ann-Margret (con mucha química) en 'Viva Las Vegas'. Imagen: MGM

Cine

Elvis, el ídolo (caído) de Hollywood

El Rey del Rock se convirtió en una estrella de cine pese a tomar decisiones equivocadas y a la insaciable codicia del Coronel Parker

24 junio, 2022 02:31

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Algo antes de que Elvis Aaron Presley (1935-1977) sacudiera el mundo con sus caderas existió un chaval del sur, acomodador de cine en sus ratos libres, que soñaba con ser una estrella de la gran pantalla. Películas como Flecha rota (1950), Winchester 73 (1950) o Rebelde sin causa (1955) alimentaban un imaginario en el que, por supuesto, James Dean figuraba en el altar mayor.

Probablemente fue 'King Creole', de Michael Curtiz, la mejor película de Elvis pero también fueron estimables 'El rock de la cárcel' y 'Viva Las Vegas'

Elvis quiso acariciar el sueño de Hollywood. Un intento frustrado con El farsante (1956), en el que estaban Katherine Hepburn y Burt Lancaster, demostró el poder que iba a ejercer sobre su carrera (también sobre su vida) el codicioso Coronel Parker, al que ni siquiera pudo desbancar el productor Hal Wallis, responsable de sus grandes éxitos.

Película más banda sonora

Love Me Tender (1956) fue el primero de los 33 filmes (31 musicales y dos documentales de conciertos) del Rey del Rock, con los que trataría de cumplir su ambición de convertirse en un gran actor. Sin embargo, la voracidad de Hollywood (y la de su insaciable agente) no dejaría que se saltara la rentable fórmula de musical más banda sonora. En el camino, un primer sueño cumplido: conocer a Natalie Wood. Como en la mítica película de Nicholas Ray durante la carrera de coches, la actriz daba la salida a Elvis Presley para conquistar al público también desde el celuloide.

Elvis Presley en 'El rock de la cárcel'

Elvis Presley en 'El rock de la cárcel'

En Loving You (1957) pedirá más pista dramática y consolidará su imagen de moreno artificial. Love Me Tender le puso en contacto con David Weisbart (productor de su querida Rebelde sin causa) y pensó que ese era el camino. Y lo siguió con buen alfato, protagonizando El rock de la cárcel (1957).

Creyó en un personaje (y en los 250.000 dólares más la mitad de las ganancias) que le haría entrar en la historia, para la que dejaría otro buen impacto cinematográfico: King Creole (1958). El barrio contra mí, como se tradujo, eran palabras mayores. Al frente, Michael Curtiz, que con solo Casablanca ya habría sido suficiente para hacer temblar al humilde vecino de Tupelo (Misisipi). “Resultó ser la mejor película que haría jamás. Para remate, durante un descanso del rodaje le fotografiaron con Sophía Loren en sus rodillas”, desvela Ray Connolly en Ser Elvis (Alianza).

Guirnalda  y ukelele

La estela de buenos directores continúa con Don Siegel en Estrella de fuego (1960), cuyo guión lo firma Nunnally Johnson (adaptador de Las uvas de la ira, John Ford, 1940). Pero llega la década de los sesenta y la fiesta entra en su decadencia. Amor en Hawái (1961) rompe la taquilla y las ventas discográficas pero la camisa hawaiana, la guirnalda de flores, el ukelele y cierto aumento de peso dinamitan su imagen de rockero. Le seguirán títulos como Girls! Girls! Girls! (1962) y El ídolo de Acapulco (1963).

Ninguna de ellas era Matar a un ruiseñor (Robert Mulligan, 1962). “Eso sí que es una película maravillosa”, llegó a decir Elvis, según recoge Connolly en su biografía. No pudo ser Gregory Peck pero sí el seductor de Viva Las Vegas (1964), musical de George Sidney que le encumbró en todos los aspectos, también en el de seductor por su sonado idilio con la sueca Ann-Margret, alma gemela con la que mantuvo amistad hasta el final de sus días.

¿Qué hubiese ocurrido si el inquilino de Graceland hubiese aceptado protagonizar West Side Story (1961), de Robert Wise, o Ha nacido una estrella (1976), como le pidió Barbra Streisand? ¿Habría tenido el mismo final?