El Cultural

El Cultural

Cine

Kevin Costner: el último hombre bueno

En 'Uno de nosotros' el actor, productor y director sigue fiel a sí mismo y a la mítica del wéstern en un Hollywood cada vez más alejado de los géneros y personajes que lo hicieran grande en el pasado

27 mayo, 2021 15:39

Uno de nosotros (Let Him Go, 2020), dirigido y escrito por Thomas Bezucha, según la novela de Larry Watson, es un post-wéstern o, como decimos ahora, un neo-wéstern ambientado en 1961, que parece hecho, y quizá lo esté, a la medida justa de Kevin Costner, quien es también su productor ejecutivo. 

Con ritmo pausado y melancólico, a la vez que tenso y sostenido, narra la historia del sheriff retirado George Blackledge (Costner) y su esposa Margaret, espléndida Diana Lane, quienes viven felices en la tranquilidad de su rancho de Montana, junto a su hijo, su nuera y su nieto, dedicados a la cría de caballos. Pero esta no es la historia de los padres de Superman (Costner y Lane lo fueron en El hombre de acero): tras la trágica muerte accidental de su hijo, la madura pareja debe enfrentarse además al hecho de que su nieto salga definitivamente de sus vidas: después de un nuevo matrimonio, la viuda decide abandonar el rancho para vivir junto a su nueva familia en Dakota del Norte. Poco antes de su marcha, Margaret asiste casualmente a una escena de violencia entre los recién casados, en presencia de su indefenso nieto. Desde ese momento, la sospecha de que algo no anda bien se instala entre la pareja de abuelos. 

Juntos, George y Margaret, deciden emprender en su viejo automóvil un largo viaje hacia la noche de Dakota. Allí se encontrarán con su antigua nuera y su nieto atrapados en un violento entorno de puro gótico americano rural, bajo el control de la intimidante matriarca del crimen local, Blanche Weboy, tremenda señora en la tradición de Ma Barker, interpretada por una Lesley Manville que no desmerecería al lado de Shelley Winters. George, lejanos sus días de sheriff, hombre tranquilo y reflexivo, se ve entre la desesperación de su esposa por recuperar a toda costa al nieto perdido y la brutal amenaza del clan Weboy, cuya despótica monarca no está dispuesta a dejarse arrebatar ninguno de los nuevos miembros de su familia. En un mundo de mujeres desesperadas, luchando a muerte por su progenie, a un buen hombre sólo le queda una cosa por hacer. Y Kevin Costner, a pesar de sus 66 años, sabe hacerla como nadie.

Ahora que Clint Eastwood parece haber renunciado definitivamente al gran sueño americano, solo nos queda Kevin Costner

Ahora que Clint Eastwood parece haber renunciado definitivamente al gran sueño americano, solo nos queda Kevin Costner. En Uno de nosotros demuestra de nuevo que el género donde se encuentra más cómodo y al que debe gran parte de su carisma sigue siendo el wéstern. Melancólico, crepuscular e incluso extemporáneo, como aquí, pero wéstern al fin y al cabo. Ya sea como el patriarca de la familia Dutton, quien dirige con mano de hierro en guante de seda el inmenso rancho Yellowstone de la popular serie televisiva del mismo título, que protagoniza y produce y de la que se anuncian ahora varios spin-offs después de tres temporadas de éxito; ya sea como el violento William Anderson Hatfield de la premiada miniserie histórica Hatfields & McCoys (2012), dirigida por su buen amigo Kevin Reynolds -reconciliados después del distanciamiento producto del húmedo rodaje y el hundimiento en taquilla de la hoy reivindicada y reivindicable Waterworld (1995)-, Kevin Costner es uno de los últimos “hombres buenos” dispuestos a defender en Hollywood el territorio minado de una virilidad nada tóxica, con un profundo sentimiento de pertenencia a la historia de su país, libre de chauvinismo, racismo o imperialismo. Tan orgulloso de defender el sueño americano como de denunciar y criticar la pesadilla en la que tantas veces se convierte. Una posición compleja, repleta de luces y sombras, que le aleja para bien del hipócrita maniqueísmo en el que se está acomodando hoy la Meca del cine.

Kevin Costner, Diane Lane y Jeffrey Donovan en un momento de la película

Porque, en efecto, Kevin Costner es un hombre complejo. Asociado durante años al partido Republicano, aficionado a jugar al golf en los 80 con Ronald Reagan, en los 2000 se ha ido deslizando claramente hacia posturas afines al ala Demócrata, votando en su día por Obama y criticando la política racial y postal de Trump. No obstante, de la misma manera que ha hecho todo lo posible por alejarse del ámbito más conservador estadounidense, ha preferido defender candidatos demócratas poco conocidos fuera de su país, como Pete Buttigieg, actual Secretario de Transportes de la administración Biden, quien abandonó la carrera por las presidenciales en marzo de 2020, tras quedar cuarto en las primarias de Carolina del Sur, por debajo no solo de Biden sino también de Bernie Sanders y Tom Steyer. Otro político que ha contado con apoyo de Costner es el ex jugador de béisbol J. D. Scholten, candidato demócrata por Iowa a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, que perdió también frente al republicano Randy Feenstra. Es como si, al igual que en muchas de sus películas, a Costner le fueran más los perdedores que los triunfadores, incluso cuando juega con el equipo ganador. Es bien significativo que después de darse de baja en el partido Republicano, no se haya inscrito en el Demócrata: “Soy un independiente. Voto por quien creo que defiende los mejores intereses de mi país y cómo encaja en el mundo. Si alguien está mintiendo a sus bases, mintiendo al público general, entonces no está sirviendo a otros intereses que los suyos.” 

Personaje y persona paradójica que retrata el mundo violento y masculino del Viejo Oeste con nostalgia, pero que preferiría a Michelle Obama como presidenta que al triunfador Biden, que publica novelas gráficas juveniles de aventuras victorianas en colaboración con el escritor John Baird, el anti-evolucionista Stephen C. Meyer y el artista Rick Ross y que toca todavía en giras con su grupo de country-rock Kevin Costner & Modern West, Costner recibe críticas encendidas, insultos y golpes desde todos los extremos del espectro político. Casi tantas y tantos como han recibido también muchos de sus filmes.

Costner se ha caracterizado por la capacidad de hacer suyos la mayoría de sus títulos, con una presencia carismática, propia de las desaparecidas estrellas del Hollywood clásico

Y es que la carrera cinematográfica de Costner, por más que resulte notablemente variada, irregular y al mando de directores tan variopintos y diferentes como Lawrence Kasdan, Brian De Palma, Ron Shelton, Tony Scott, Oliver Stone, Clint Eastwood, McG e incluso el español Luiso Berdejo, se ha caracterizado por la capacidad de la estrella para hacer suyos prácticamente la mayoría de sus títulos, con una presencia carismática, propia de las desaparecidas estrellas del Hollywood clásico. En particular, el actor ha conseguido identificarse profundamente dentro del panorama cinematográfico contemporáneo con el arquetipo del “hombre bueno” de la Frontera americana. Una Frontera que no es tanto la histórica y geográfica de la conquista del Oeste (que también), como un estado mental y una mitología idiosincrásica netamente estadounidense a la par que bien instalada, gracias al cine y la cultura popular, en el imaginario universal.      

Kevin Costner es el mítico héroe americano solitario, sólo que con nombre y apellidos (al contrario que el estereotipo amoral y nihilista del spaghetti western). Solitario incluso cuando está casado y con familia, puesto que su compromiso con la justicia, con su sentido de lo que es justo, con la verdad y la lealtad, está siempre por encima de todo, aunque sea a costa del sacrificio personal. No sólo en wésterns de ambientación clásica como Silverado (1985), Bailando con lobos (1990), Wyatt Earp (1994) y Open Range (2003) o en neo-wésterns como Revenge (1990), Un mundo perfecto (1993) o, precisamente, Uno de nosotros, sino también en thrillers históricos como Los intocables de Eliot Ness (1987), JFK: Caso abierto (1991), Trece días (2000) o Emboscada final (2019), e incluso en sus películas deportivas, Costner westerniza sus personajes, aunque para ello directores y guionistas tengan que sacrificar algo de verosimilitud o realismo. No importa: la presencia del actor bien lo vale. 

Es evidente también que cuando Costner se pone detrás de las cámaras al mismo tiempo que delante piensa en términos de wéstern. Sus dos grandes éxitos como director, Bailando con lobos y Open Range, son sendas recreaciones del Viejo Oeste, ambas descendientes en línea directa del wéstern revisionista y crepuscular de los años 70, pero desprovistas de su cinismo y amargura, sustituidos por una singular y significativa reificación moral del papel del héroe americano, dentro de un discurso que establece una peculiar dialéctica entre clasicismo y modernidad. Esto es especialmente destacable en Bailando con lobos, adaptación de una novela de Michael Blake (reeditada en España por Valdemar en su colección Frontera), donde realiza la pirueta perfecta de convertir a un desertor del ejército yanqui en verdadera encarnación de la esencia de lo que debería ser el sueño americano: una fusión entre la vida salvaje y noble del nativo poblador original, expoliado por los blancos, y el sentido de justicia, heroísmo e ideales individualistas propios, precisamente, de un blanco ilustrado, tolerante y pacifista. Este sueño imposible funciona, sin embargo, perfectamente en la película, por más que hoy sea paradójicamente considerada por parte de algunos defensores de la nueva moral identitaria como una dudosa muestra de “apropiación cultural”. 

UNO DE NOSOTROS - Tráiler Oficial (Universal Pictures) - HD

Sea como fuere, incluso si de hablar del futuro post-apocalíptico o distópico se trata, Costner lo despliega en El cartero (1997) a la manera de un wéstern épico, si bien, fiel al planteamiento de la novela original de David Brin, haciendo de su héroe, una vez más, no un solitario y silencioso guerrero a lo Mad Max (como sí lo es su personaje de Waterworld), sino un honesto pícaro superviviente, un humilde hombre del pueblo, que de forma involuntaria y accidental acabará sin embargo encarnando y defendiendo con su vida los altruistas ideales comunitarios de la civilización, el conocimiento y la cultura como bases de una sociedad mejor, más justa y equitativa, frente al militarismo totalitario del General Bethlehem, que interpreta brillantemente Will Patton. Masacrada en su día por la crítica, El cartero dista mucho de ser una mala película, y dice también mucho a favor de su director y protagonista que jamás haya renegado de ella.

'Uno de nosotros' es una especie de canto del cisne a una virilidad sin machismo y un sentido masculino de la justicia

Aunque de cuando en cuando Costner demuestra que es bien capaz de encarnar personajes ambiguos, violentos e incluso tan perversos como el inevitablemente simpático asesino en serie Mr. Brooks (2007), estando sin pudor a la altura de Mel Gibson, Bruce Willis o Liam Neeson en espectaculares thrillers de acción como 3 días para matar (2014) o Criminal (2016), está claro que el protagonista de Campo de sueños (1989) y El guardaespaldas (1992), películas que se elevan por encima de sus sencillas tramas casi infantiles (en el buen sentido: el de los cuentos de hadas) gracias al carisma de su estrella, es en su personal concepción del wéstern donde se encuentra plenamente realizado como artista y creador. 

En una Frontera metafórica que se mueve entre el sueño y la pesadilla americanos, donde el héroe costneriano se forja no en el molde granítico de John Wayne, Randolph Scott o el propio Clint Eastwood, sino en el humano y humanista de Gary Cooper, Spencer Tracy, James Stewart o Henry Fonda, que se refleja en películas como esta estupenda y crepuscular Uno de nosotros, especie de canto del cisne a una virilidad sin machismo y un sentido masculino de la justicia que, como su protagonista, se desvanecen en un mundo matriarcal no menos violento, donde queda poco espacio para el optimismo o para el viejo sueño americano. En palabras de Costner, el último “hombre bueno” de Hollywood: “Estados Unidos es una idea y teníamos la oportunidad de estar a la altura. No lo hemos hecho y eso es lo que estamos experimentando ahora.”

@JessPalacios_