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Álvaro Fernández-Armero: “La comedia está a punto de ser un género imposible de tratar”

El director presenta en 'Si fuera rico' una comedia con aires a esas películas de corte humanista de Hollywood de los 30 y 40 que buscaban equilibrar los desmanes del capitalismo

15 noviembre, 2019 10:25

¿Quién no ha soñado alguna vez (o muchas) con ser millonario? La nueva película de Álvaro Fernández Armero (Madrid, 1969), Si yo fuera rico, parte de esa fantasía tan universal para crear una comedia romántica de corte clásico en la que, por supuesto, al final lo importante no es el dinero sino la felicidad. Alex García interpreta a Santi, un treintañero de un pueblo de Asturias que está en plena separación de su mujer (Alexandra Jiménez) y se halla en plena crisis vital y laboral. La fortuna cambia cuando le toca la lotería y se vuelve riquísimo, pero oculta esa información a su ex para seguir conviviendo con ella en la misma casa con la excusa de que no tiene dinero para “independizarse”. Director de larga trayectoria en el cine y la televisión españolas, Fernández Armero homenajea de manera consciente en su nueva película a aquella Todo es mentira (1994) que fue un soplo de aire fresco en el cine español de los 90 y lo estableció como uno de los directores patrios más dotados para la comedia de nuestro país. Con aires a película de Hollywood de los 30 y 40, esos filmes de Capra o Leo McCarey que mediante sus películas de corte humanista buscaban equilibrar los desmanes del capitalismo, Fernández Armero nos cuenta por qué cree que es necesario volver a situar los valores humanistas frente a los materialistas, el proceso de autodescubrimiento del deprimido protagonista o por qué quería que la película tuviera peso dramático para no ser una comedia mainstream más. 

Pregunta. ¿El dinero no da la felicidad pero hace unas grandes imitaciones como decía Woody Allen?

Respuesta. La paradoja del asunto en esta película es que la persona a la que le toca la lotería es feliz con sus porros y su tabla de surf, no ha hecho del dinero ni mucho menos su objetivo en la vida. A partir de aquí vemos todas las fases por las que pasa el personaje, empieza en el lugar más alejado posible del mundo del dinero, después se vuelve codicioso, después altruista, luego se arrepiente… Y al final vuelve a la casilla de salida porque ese es el único camino posible.

P. ¿Es necesario volver a contar aquello de que el dinero no es lo más importante en la vida en estos tiempos materialistas?

R. Desde luego hay algo que puede resonar de la época dorada de Hollywood. Yo creo que estamos a punto de llegar al tope del capitalismo. Vivimos en una sociedad avariciosa totalmente dominada por el consumismo, que es el motor de la economía hasta unos niveles exagerados. Ahora se supone que somos sueños de nuestro acto de consumir y cualquier mindundi puede tener influencia al poner un tuit. Se le ha dado poder al consumidor pero al mismo tiempo ese poder es alienante porque nos hemos convertido en los actores principales de nuestra propia explotación. Cada vez tenemos más herramientas que supuestamente nos hacen más libres pero en realidad están creadas para que sigamos explotando el consumismo.

P. ¿Tenía ganas de regresar a la comedia romántica?

R. La película tiene dos variantes de tono dentro de la comedia, dos líneas argumentales, una es el mundo de sus amigos y de Asturias. Otra es la trama sentimental. Estas dos historias estaban desde el principio del guion pero una vez montada, y acabada, se ha convertido más en una comedia romántica. Desde siempre me ha gustado mucho zambullirme en las relaciones sentimentales. 

P. Del pisto de Todo es mentira a las fabes de Si yo fuera rico. ¿Sigue siendo muy difícil lidiar con los suegros?

R. Hay un par de homenajes a Todo es mentira y a otras películas mías al principio. Siempre me ha gustado rodar discusiones de pareja y tratar las relaciones de pareja desde ese lugar. El toma y daca entre los actores nunca me ha interesado especialmente porque te queda muy ñoño y el público de ahora muy difícilmente te lo compraría. Me gusta contar las cosas como si fueras tú el protagonista de la historia y lo habitual en las parejas es que hablen de una manera muy campechana y se produzcan continuamente los desencuentros. Al final tu pareja es con quien desahogas tus frustraciones diarias porque te sientes a salvo.

P. ¿Al final el dinero acaba siendo un factor de redención para el protagonista?

R. Vemos cómo a un personaje que parece un loser le toca mucho dinero. Eso hace que gane autoestima y que tenga un as en la manga que no puede utilizar porque se le desmonta todo el chiringuito. No puede evitar actuar mal, ¿pero no actuaríamos todos así? Al final lo importante es que el dinero logra que mejore su autoestima pero va a seguir siendo la misma persona, el dinero solo le ayuda a salir de ese punto en el que se considera una mierda. Ella lo define muy bien cuándo le dice que ya era alguien muy válido que prefería darse la espalda a sí mismo. En el fondo es alguien que está deprimido.

P. ¿Cómo ha trabajado con los actores?

R. Me gusta mucho ensayar de manera concienzuda con los actores. He estado muy obsesionado con encontrar un tono que funcionara porque quería que tuviera cierta intensidad interpretativa porque si la contamos con ligereza se quedaba en una comedia mainstream demasiado ligera. No se trata de que fuera autoral sino de que tuviera cierto peso y que fuera lo más realista posible y desde allí entrar con la comedia a lo bestia.

P. ¿Le preocupa que alguien le acuse de hacer chistes de mal gusto sobre gordos por las bromas con el novio del personaje de Alexandra Jiménez?

R. En comedia, si no te ríes de algo, ¿qué haces? No es un chiste de gordos, no hay intención de hacer chistes de gordos. Estamos en un punto en el que la comedia va a ser un género casi imposible de tratar. Por cierto, ¡formo parte de ese colectivo! Me sobran veinte kilos como al “mantecas”.

@juansarda