Mario Camus rodando 'La casa de Bernarda Alba'

Mario Camus rodando 'La casa de Bernarda Alba'

Cine

Mario Camus, cronista social

Llega a su fin el curso 'Mario Camus, la escritura de las imágenes' que en sus últimas jornadas ha tratado sobre aspectos temáticos del cine de Camus, así como sobre su desconocida faceta como escritor de cuentos

27 julio, 2018 02:00

El curso Mario Camus, la escritura de las imágenes, que ha organizado en El Escorial la Universidad Complutense con el patrocinio de Santander Universidades y la colaboración de El Cultural, ha llegado a la recta final. Las conferencias de las jornadas del jueves y el viernes giraron alrededor de las principales líneas temáticas de la filmografía de Mario Camus, como la violencia, el amor o el tiempo, así como de una de las caras más desconocidas del director: su breve carrera de cuentista.

La conferencia del viernes, Una mirada a la España de hoy, impartida por el crítico e historiador de cine José Luis Sánchez Noriega, ha tratado sobre los últimos trabajos dirigidos por Mario Camus, que, según el ponente, "proporcionan una visión de la España contemporánea especialmente certera". Las películas de esta etapa final de la filmografía del realizador cántabro son pequeñas y personales. Para realizarlas, Camus renunció al cine comercial y de género, a un producto que pudiera tener un mayor éxito de público, para poder concluir una serie de obras que tuvieran una "fuerza testimonial", que ofrecieran "un retrato fiel de la sociedad", películas que, con el paso del tiempo, pudieran seguir conservando esa labor de testigos de las circunstancias en las que se ambientaban.

Esta característica de su última etapa se extiende también hacia todas las películas que dirigió a lo largo de su vida, con mucha más claridad en sus proyectos más personales. "No suponen un punto y aparte con el resto de su trayectoria", por tanto, "sino que se engloban dentro de un cine coherente y humano". El cine de Camus posterior a la década de los noventa surge de las circunstancias derivadas de la sociedad del bienestar, y ofrece una crítica a la corrupción surgida de ella.

La mirada del cineasta santanderino, sin embargo, es benevolente y humana, primando siempre la compasión hacia la persona, "como afirma la antigua máxima del derecho penal, que exige odiar el delito y compadecer al delincuente". Además, la visión de Camus se muestra especialmente tierna al tratar sobre la estética del perdedor. Todo ello se puede observar en obras como Amor propio (1994), Después del sueño (1992), El color de las nubes (1997) o El prado de las estrellas (2007).

La violencia en el cine de Mario Camus

En la conferencia Los ecos de la violencia, Fernando Lara Pérez, crítico de cine y exdirector de Seminci, ha ofrecido una visión transversal de los diferentes usos de la violencia en las películas de Mario Camus. "Su cine -ha afirmado- es una explicación sobre el mundo, las personas y cómo actúan. Sus personajes son seres humanos que se encuentran en una encrucijada".

Esa encrucijada a menudo se engloba dentro del orden moral, donde la violencia forma parte de sus historias. Camus tiene una visión clara sobre ella: es terrible y destructiva, genera horror y deforma los comportamientos humanos. "Sus películas reflejan perfectamente su visión del mundo. Las consecuencias de la violencia son terribles y su impacto lo destruye todo", ha reflexionado el crítico. En este contexto, su uso es "radicalmente diferente al que podemos encontrar en las películas de otros directores, como Quentin Tarantino". Aquí no encontraremos sangre y vísceras gratuitas, sino "una mirada dura y crítica que parte de su condición de humanista".

"El hecho violento marca a quien lo sufre y a quien lo ejerce, y no se puede escapar a sus consecuencia", ha destacado Lara-Recurrir para quien "la violencia sólo genera más violencia y deja heridas que nunca acaban de cerrar". Eso es algo que el cine de Camus muestra rotundamente. Esos ecos a los que alude el título de la conferencia dejan un rastro de "gente rota y destrozada". Además de esto, ha señalado que encontramos en la filmografía de Camus la presencia de una violencia estructural, como es especialmente evidente en Los santos inocentes. Es el propio sistema el que es opresor y somete con una violencia no siempre explícita a quien vive dentro de él.

El amor y el tiempo

La crítica Nuria Vidal abordó en Tiempo de amar, tiempo para recordar, otra de las temáticas más frecuentes del cine de Camus: el amor y el paso del tiempo. Muchas de sus historias tratan sobre amores perdidos y nunca recuperados, especialmente las más recientes. No obstante, encontramos esa faceta, incluso, en las películas que realizó en los años sesenta con (o al servicio de) Raphael.

Sin embargo, el tratamiento del amor en la filmografía del realizador es muy distinto al de una película romántica convencional. Camus lo aborda desde la nostalgia y la melancolía que surgen de la pérdida. En sus películas, la importancia del pasado es fundamental. El recuerdo es una parte central de su obra. Los personajes viven perseguidos por la memoria y llevan siempre en ellos la huella de lo que han vivido. El pasado es demasiado fuerte y no se puede huir de él.

"La filmografía de Mario Camus es -en palabras de Nuria Vidal- una pequeña canción de amor nostálgica". Son películas, por lo general, crepusculares, y el espectador tiene la sensación de que se encuentra ante el final de algo, porque, para él, "nada puede nunca volver a ser igual a lo que fue", señala la crítica. En cualquier caso, su mirada es, al igual que en todos los demás aspectos de su obra, suave y serena, huyendo de efectismos y exageraciones.

Camus, narrador de cuentos

Por último, el crítico Santos Sanz Villanueva reflexionó en la conferencia que trató sobre la trayectoria de Mario Camus como escritor, que el director "es celebradísimo y famosísimo como cineasta, pero muy poco conocido como narrador". Y es que Camus, desde sus orígenes, desarrolló una actividad literaria intensa pero breve. Algo, por otro lado, "nada extraño, porque todo realizador es un narrador. Toda película, incluso aquella que parece no tener nada que contar, está contando algo", ha señalado Sanz Villanueva. Además, es muy frecuente que un director de cine desarrolle también una labor literaria, y ha citado como ejemplo al más célebre de los directores-escritores, Fernando Fernán-Gómez.

El crítico ha comentado que su obra de cuentos, que se reduce a tan sólo dos libros, se enmarca perfectamente dentro de la tradición del realismo del siglo XX que tan bien conoce Camus, y que se limita a dar una serie de pinceladas para desarrollar sus historias, siendo lo más importante su carácter humanista. Es decir, lo primero son las personas. Finalmente, quiso destacar que "el cine español ha ganado uno de sus mejores directores al precio de que la literatura haya perdido a un autor de muchos quilates".