Image: Hippies, cosmonautas rusos y jóvenes en crisis animan un Festival de Málaga notable

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Cine

Hippies, cosmonautas rusos y jóvenes en crisis animan un Festival de Málaga notable

Pau Durà, Andrea Jaurrieta y Gustavo Hernández triunfan con sus películas

17 abril, 2018 02:00

José Sacristán en Formentera Lady, de Pau Durà

A sus venerables 80 años, José Sacristán logra imprimir una extraña energía a sus personajes a sumar a la ya quizá más esperable dignidad y autoridad que lleva sobre sus espaldas uno de los actores más destacados de la historia de nuestro cine. Sacristán fue en los años de la transición aquel joven indeciso y tímido con ese encanto de los "guapos que no lo parecen" y en su vejez es ese actor que arrastra consigo una especie de gravitas.

Héroe del cine independiente gracias a películas de arriesgados artistas como Javier Rebollo en El muerto y ser feliz (2012) o Carlos Vermut en Magical Girl (2014), donde alcanzó su definitivo estatus de icono del cine underground, ese Sacristán audaz regresa con Formentera Lady. Debut en el largometraje del actor y cortometrajista Pau Durà, que convierte a Sacristán en un viejo músico hippie que lleva una vida bohemia de cubatas y porros en Formentera como si no hubiera un mañana. Su vida cambia cuando aparece su hija para pedirle que se haga cargo unas semanas de su hijo pequeño.

Conocemos la fórmula de contrarrestar al viejo maniático y cascarrabias con el niño pequeño inocente que le hace cuestionar sus valores, y lo hemos visto en películas tan buenas como Un mundo perfecto (1993), de Clint Eastwood, o El verano de Kikujiro (Takeshi Kitano, 1999), donde veíamos ese contraste entre el adulto envilecido que se ve cuestionado por la pureza infantil. En esta ocasión, Durà opta por una suerte de elegía mediterránea en la que desde luego Sacristán resulta mucho más simpático de entrada que el yakuza de Kitano o el delincuente de Eastwood. Es una película simpática, homenaje a un personaje desastroso y encantador, que mueve a la sonrisa y la empatía y acaba con dignidad e incluso emoción su historia. Da la impresión además de que Durà sabe de lo que habla, lo cual se agradece.

El Festival de Málaga saltaba al vacío sin nombres célebres detrás de la cámara en sección oficial y el resultado en sus primeros días ha sido tan sugerente como imaginativo. Hay talento detrás de las imágenes de Ana de día, de Andrea Jaurrieta, autora hasta la fecha de dos cortometrajes, que debuta con esta estimulante producción en la que fantasea sobre el eterno asunto de la vida que soñamos y no nos atrevimos con una película en la que muestra un notable talento para lo fantástico y lo ambiguo. La película, protagonizada por una magnética Ingrid García Johnson, trata sobre una estudiante de derecho que ve la posibilidad de cumplir sus sueños más salvajes cuando descube de forma enigmática que una persona igual a ella ocupa su lugar y hace todo lo "correcto" que se supone que debe hacer.



Descenso a los infiernos de una chica bien, la referencia a la célebre Belle de jour (1967) de Buñuel es evidente desde el propio título y el coqueteo de la protagonista con el "lado oscuro" nos recuerda de inmediato a la odisea por los placeres ocultos de la Catherine Deneuve del autor oscense. Jaurrieta logra imprimir personalidad y un sentimiento de extrañeza en esta película con tintes oníricos y aires de thriller costumbrista que peca de un exceso de duración pero deja una más que agradable sensación y atmósferas tan inquietantes como las que crea en la pensión o el cabaret.

Resulta un tanto engañoso que Belén Rueda aparezca en el cartel de la película argentina No dormirás delante de un caserón en un ambiente tétrico a imagen y semejanza de El orfanato porque la película no tiene nada que ver con el exitoso filme de Bayona. Dirigida por el uruguayo Gustavo Hernández, la película propone una curiosísima mezcla entre filme que indaga en el hecho teatral, el subconsciente y la creación artística a través de la peripecia de dos jóvenes actrices, interpretadas por Eva De Dominici y Natalia de Molina, que comienzan a trabajar para una gurú teatral (Rueda) que lleva a sus intérpretes a experiencias extremas obligándolas a no dormir durante varios días para que caigan en la locura y esa experiencia las acerque a lo sublime.



Encerradas en el caserón, las artistas se enfrentan a criaturas extrañas, fantasmas del pasado y sustos varios, en una película que trata sobre los peligros del subconsciente, cosa que, dicho sin ánimo de crítica, es un tema quintaesencialmente argentino, donde el psicoanálisis siempre ha tenido gran predicamento. No dormirás funciona mejor como película de terror que como metáfora sobre los límites del arte (es absurdo que exponerse a la muerte sea un camino a lo sublime) pero resulta un espectáculo de lo más entretenido y el director sabe conducir su trama dosificando con mesura los sustos y los giros para llegar a un final bastante satisfactorio, lo cual es siempre lo más complicado en este tipo de películas.

Recibida con entusiasmo, quizá algo excesivo, Sergio & Serguéi es una película pequeña y simpática situada en Cuba con producción española. Está dirigida por el también cubano Ernesto Daranas y se sitúa en un lugar peculiar a medio camino entre la fábula, el drama realista y el alegato político en una isla depauperada después del hundimiento de la URSS a principios de los 90 del siglo pasado y la desaparición del principal socio comercial del régimen.



Es una época de privación extrema que vimos, por ejemplo, en la superior El rey de la Habana, de Agustí Villaronga, y que Daranas nos cuenta con una metáfora sugerente al hacer un paralelismo entre el limbo en el que cae de forma definitiva Cuba y la situación de un cosmonauta ruso que se queda colgado en el espacio cuando se desintegra el régimen comunista porque el nuevo país no tiene dinero para devolverlo a la tierra. Por el lado cubano, Tomás Cao es Sergio, un radioaficionado que logra contactar con la estación espacial y solidarizarse con el desdichado cosmonauta.

Recuerda un poco el tono de Sergio & Serguéi al de las películas del sensacional cineasta y actor palestino Elia Suleiman, que ha retratado con gran finura, entre el surrealismo poético y la carga dramática, realidades duras y complejas, como el drama de los habitantes de Cisjordania en Intervención divina (2002), una comedia insuperable. La de Daranas es una película simpática, un pelín cursi, cosa que no tenía en absoluto Suleiman, pero deja claro el mensaje que quiere dar.

No cabe ninguna duda de que si no fuera porque J. A. Bayona produce la película, I Hate New York no hubiera entrado en la sección oficial de Málaga. No tanto porque la película lo desmerezca, sino porque es insólito que en un festival que ya tiene una sección de documentales con un nivel notable, este sí se vea elevado y no otros de igual valía. En cualquier caso, es un filme curioso dirigido por Gustavo Sánchez en el que se retrata la escena underground de Nueva York y sobre todo, la intimidad de varias transexuales que la han marcado a fondo. Son mujeres trans como Amanda Lepore o Sophia Lamar que son conocidas por muchísima gente, ya que aparecen con cierta frecuencia en programas de televisión americanos que también se emiten en España. Con cuerpos despampanantes que dan vértigo, su presencia anima la vida de los clubes y las fiestas más selectas de la Gran Manzana.



Es un hecho en todas partes que los derechos de los transexuales están en primer plano. Los activistas del movimiento gay, que han obtenido no pocos éxitos en esta última década, lo han fijado como su siguiente objetivo. Es una causa justa, la gente tiene derecho a ser feliz siendo como es y el director logra un retrato sensible (basado según nos avisa al principio en "cientos de horas") de unas mujeres en las que el glamour y la diversión se solapan con la tragedia en unas vidas que quieren ser intensas y desafiar los límites de lo convencional. Es una película sencilla, finalmente conmovedora en su retrato del frustrado matrimonio, que acaba atrapando en su misma sencillez expositiva.

@juansarda