Image: Edgar Neville en estado puro

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Cine

Edgar Neville en estado puro

El curso de El Escorial “Edgar Neville: La comedia de la vida” concluye centrado en el arte más conocido del autor: su cine

21 julio, 2017 02:00

Fernán Gómez, Guillermo Marín y Conchita Montes en el cartel promocional de Domingo de Carnaval (Edgar Neville, 1945)

El cine de Edgar Neville se ha mantenido omnipresente durante todo el curso de verano en El Escorial "Edgar Neville: La comedia de la vida". Sin embargo, ha sido en sus dos últimas jornadas en las que ha tomado mayor protagonismo, especialmente en la conferencia de clausura del crítico y cineasta Fernando Méndez-Leite.

Méndez-Leite ha construido su intervención en torno a los temas que más le llaman la atención del cine de Neville. El crítico señala que Madrid es el escenario principal de las películas del cineasta, cuyo mayor interés era la creación de ambientes y personajes y también "una de las claves de su talento". Por ejemplo, en Domingo de carnaval (1945) y El crimen de la calle Bordadores (1946) la investigación de unos delitos sirve como muleta para la descripción del entorno y sus protagonistas.

El cine de Neville es "totalmente nostálgico", indica Méndez-Leite, y en él plasma el dicho de que cualquier tiempo pasado fue mejor relativizado con su ironía, ya que el pasado que adora le produce a la vez "hilaridad". A su juicio, la obra del cineasta es "de derechas" y conservadora por el lamento de ese pasado, y señala que el escaso interés de Neville por su presente quizá fuera debido a la censura.

Su idea del dolor por el paso del tiempo que borra el paisaje se expresa claramente en Mi calle (1960) -su "testamento" cinematográfico-, en la que el bar "El brillante" pasa a ser la cafetería "Oklahoma". Esto también se refleja en El último caballo (1950), que es una crítica al materialismo y la deshumanización del trabajo, y en la que el protagonista, encarnado por Fernando Fernán Gómez, tiene un caballo que es a punto de ser vendido a un tratante. El ponente también afirma que en la obra de Neville no hay crítica social pero sí un elogio de la amistad interclasista.



Del papel a la pantalla

Tres películas de naturaleza distinta y que solo tienen en común ser adaptaciones de obras literarias y tener como director a Neville iniciaron el pasado jueves la jornada más extensa de este curso. Su primer ponente fue Carlos Reviriego, director adjunto y responsable de la programación de la Filmoteca Española, periodista y crítico de cine de El Cultural.

Reviriego explicó que el tiempo ha ido poniendo a Neville en su lugar, y señaló que fue "víctima de cierta amnesia de los investigadores". Aunque el cineasta no desarrolló una ambición vanguardista, sí que tenía un estilo propio y reconocible, apuntó. Entre los rasgos comunes de sus obras, afirmó, se encuentra el cultivo del costumbrismo, lo castizo y la comedia ("las tres C"); temas muy diversos anclados a la personalidad del cineasta y la modernidad visual. El crítico recordó las palabras de Neville: "En las adaptaciones de obras de teatro y novelas o se destruye por completo la obra básica, y salen bien, o son un desastre cinematográfico".

Neville trasladó seis obras literarias al cine, pero la intervención de Reviriego se centró en La torre de los siete jorobados (1944), Nada (1947) y El baile (1959) porque, afirmó, son de distinta "raíz literaria", responden a códigos y temas centrales muy desiguales, y "permiten abarcar la singularidad del lenguaje cinematográfico a través del espacio, la luz y el tiempo".

La torre de los siete jorobados se circunscribe al terreno de la fantasía y se basa en la novela homónima de Emilio Carrera y Jesús de Aragón. Existen cuantiosas diferencias entre la novela y la película, en la que destaca "la ambición y originalidad escénica". El crítico señaló que Neville hibrida en esta cinta el cine expresionista de la República de Weimar con el costumbrismo, y destacó la "omnipresencia de umbrales" en ella, como marcos de puertas y espejos, que son "ese espacio de transición entre un contexto y otro".



En Nada, que se basa en la novela del mismo título de Camen Laforet publicada en 1944, Neville no busca la literalidad, sino la evocación del ambiente, señaló Reviriego. La censura criticó de ella su tono desagradable y obligó a recortar 30 minutos para suavizarla, aunque, explicó, el contenido de la novela es más siniestro que lo que Neville mostró. El periodista destacó que el cineasta incorporó por primera vez la profundidad de campo en su cine con esta cinta.

Reviriego confesó que El baile es una de sus obras favoritas del cine español. Se trata de una adaptación a la pantalla grande de la obra teatral del propio Neville, cuyo gran tema es el paso del tiempo y el baile como metáfora de la vida. La versión se mantiene fiel a la producción teatral, pero no es simplemente teatro filmado, gracias al uso creativo del montaje.

Neville para leer

De la parte fílmica de la obra de Neville se pasó a la estrictamente literaria de la mano del escritor, dramaturgo, guionista y director de cine Vicente Molina Foix, quien comenzó su intervención recitando el poema El encuentro. En la poesía de Neville, explica, hay algo de cancionero amoroso, pero era un poeta que cuando escribía un poema romántico sabía ser "un poquito malicioso". Los textos de Neville se caracterizan por tener un toque irónico y un sentido del humor peculiar: "Hay un tono de altivez aristocrático templado por una especie de socarronería casi destructiva", afirmó en su intervención, y añadió que esto produce un equilibrio.

Neville autopublicó la que fue su primera obra narrativa, titulada Adán y Eva (1926). Se trata de un libro "híbrido", dijo Molina, que se caracteriza por contener cuentos de tipo paródico con asuntos religiosos. Su primera novela fue Don Clorato de Potasa (1929), que contiene perlas estilísticas que van forjando la escritura, afirmó. El escritor definió Frente de Madrid como la "peor cara como novelista" de Neville, pues es un texto "panfletario donde desaparece todo el humor para hacer cuadros de maniqueísmo ideológico muy crudo".

Molina expuso que el "sabor amargo" de esta novela fue rectificado por Neville en su siguiente novela, La familia Mínguez (1945), en la que "se le nota alejado del ardor ideológico que le llevó a escribir Frente de Madrid". En ella, el protagonista de este curso toma modelos de la literatura española costumbrista y aprieta las tuercas del humor.

Las dos últimas novelas de Neville fueron La piedrecita angular (1957) y Producciones García, S.A. (1956). Para Molina Foix, la primera se inspira en el Chaplin más sentimental, mientras que la segunda es una sátira "muy descarnada y divertida" sobre el mundo del cine.

Vida con Neville

Fuera de la programación tuvo lugar una conversación del director del curso, Manuel Hidalgo, con la que fue secretaria de Neville durante 20 años, Isabel Vigiola. Fue una intervención refrescante y plagada de anécdotas. Vigiola, que empezó a trabajar para Neville a los 17 años en su casa de Marbella y entre sus tareas se encontraban organizar papeles, llevar las cuentas de la casa y ser ama de llaves. Se volvió "imprescindible", dijo, porque conectó mucho con Neville y con Conchita Montes, de la que destacó su sentido del humor "extraordinario".

Vigiola explicó que era secretaria de rodaje en las películas de Neville, además de la script y la encargada de realizar los desgloses de los guiones, tarea que aprendió "con mucha cara dura". Recordó que Neville era enemigo de la parte técnica de los rodajes, que "le indignaba" por las esperas que causaba. Con cierto humor, apuntó que ella "le regañaba todos los días" y al cineasta "le divertía hacerse el malo".

Además de su humor e inteligencia, Vigiola señaló la capacidad de Neville para dictarle textos de memoria, sin notas, aunque reconoció que esto provocaba largas pausas en las que ella se aburría. Señaló que la facilidad que tenía para dictarle no la ha tenido nadie con quien ha trabajado, y afirmó que el guion de El último caballo se le ocurrió a Neville en un sueño.

Vigiola señaló La vida en un hilo (1945) como una de las películas propias favoritas de Neville y de ella misma, y explicó que no se quedó satisfecho con La Ironía del dinero (1959), que le costó mucho realizar. También afirmó que se han contado muchas mentiras sobre el cineasta, especialmente en torno a su muerte y su vida amorosa, y es que "no ligaba nada el pobre".

La jornada concluyó con una conferencia sobre la faceta de articulista de Neville, que comenzó desde muy joven y se mantuvo coherente con el resto de su producción por su ironía inteligente, según el escritor, periodista y crítico Juan Ignacio García Garzón. Este afirmó que las primeras crónicas del cineasta estuvieron marcadas por la amargura de su desencanto amoroso, y añadió que en sus artículos escribía de casi todo, incluso de su obesidad cuando aún era un joven "esbelto".

García destacó que Neville llegó a publicar más de 50 artículos para la revista Buen humor, que en su mayoría fueron relatos marcados por el gusto por lo paradójico. Su "extensísima" obra escrita en publicaciones periódicas puede dividirse, dijo, en los artículos de humor y "el resto", categoría en la que caben las manifestaciones taurinas. El cineasta escribió una carta abierta a Ernest Hemingway en la que defiende la figura de Manolete, que este escritor puso en cuestión. Como anécdota conclusiva, apuntó que poco antes de su muerte, Neville escribió un artículo titulado "Apuntes para mi necrológica".

@Sergi02