Image: Charada magistral de Hong Sang-soo

Image: Charada magistral de Hong Sang-soo

Cine

Charada magistral de Hong Sang-soo

14 abril, 2017 02:00

Una imagen de la película

El cine de Hong Sang-soo puede convertirse en una tabla de salvación para náufragos sentimentales. Llega a la cartelera Lo tuyo y tú, el poema en prosa más complejo y hermoso sobre la naturaleza espectral del amor del autor de películas como Ahora sí, antes no. Su nueva y emocionante charada sentimental, premiada en el Festival de San Sebastián, está cargada de misterios sobre la identidad.

Aceptemos que el amor toma la forma de un espectro, que es huidizo y tenaz, y que se detecta en sus patetismos colaterales. Aceptemos también, porque la vida y no solo el cine lo muestran una y otra vez, que el amor perdurable es el amor renovable, que en su geometría de la reinvención está la clave de todo. Todos los días son el primer día. No acepta condiciones. Si apuramos, ni siquiera tiene memoria y su estado ideal es la amnesia. El cine de Hong Sang-soo puede ser la tabla de salvación para naúfragos sentimentales, puede ser como una de las tantas noches de borrachera que ha rodado hasta convertir esa unidad narrativa en una forma de estilo superior, un arte en sí mismo. Pero, sobre todo, en el universo del coreano, el amor es una ilusión demasiado presente como para no ser real. Lo tuyo y tú es, hasta la fecha -y tratándose de un cineasta tan prolífico, conviene remarcarlo- su poema en prosa más complejo y hermoso sobre la naturaleza espectral del amor.

Cegado por la pasión

"El amor es todo. Sin él nada existe", grita a sus amigos Young-soo (Kim Joo-hyuk) tras padecer el abandono de su novia, Min-jung (Lee You-young). Su trayecto será el del hombre cegado por la pasión, arrepentido. El trayecto de Mi-Jung va desde la carnalidad de la discusión en la cama a la encarnación de una fantasmagoría, un símbolo, acaso un ideal de mujer que contradice todas las reglas solo para refrendarlas. Si con su anterior filme, Ahora sí, antes no (2015), el coreano expresaba la dualidad de un fracaso pasional en la propia estructura narrativa -sus comedias tienen la inteligencia y sensibilidad de renovar las estructuras melodramáticas y autobiográficas al tiempo que refuerza la esencia clásica del relato-, ahora la figura del doble se apropia de la naturaleza del personaje femenino sobre el que pivota, en un eterno retorno, la nueva, emocionante charada sentimental de este explorador de corazones en incesante naufragio.

Young-soo es otro artista de bohemia y vagabundeos que sumar al paisaje humano de diletantes, pintores, escritores, estudiantes y cineastas de los 19 largometrajes de Sang-Soo (y ya ha terminado el 21). Cuando un amigo le comunica a Young-soo que todo el barrio menos él conoce los hábitos nocturnos y el problema con la bebida de su novia, y luego ella lo niega, se produce el enfrentamiento y la ruptura. En un solo plano ininterrumpido, como todos los largos bloques de conversaciones. Desde entonces, la figura de Mi-jung, o una mujer exactamente igual que ella, será el objeto de deseo de varios hombres que ven en ella a Mi-jung acaso porque representa a todas las mujeres. ¿O es que tiene una hermana gemela, como dice? ¿O es el fantasma de la fantasía? ¿O es que sus problemas con el alcohol (y la memoria) son ciertos? ¿O quizá su grado de manipulación está más allá del relato en sí mismo?

Lo tuyo y tú, ya desde su propio título, es una película permeable a los misterios, y todos ellos actúan desde una plétora de diálogos en torno a la identidad y el equívoco. Pero acaso el mayor misterio es el que ejercen la fuerza y expresividad de unas imágenes que buscan el naturalismo con la mayor economía del lenguaje (plano fijo, largos bloques de conversación en tiempo real, corte, plano fijo, y así) pero al mismo tiempo acaban retratando por acumulación una compleja red de afectos y desafectos, un profundo conocimiento de la naturaleza (patética) de las relaciones sentimentales. En un plano repetitivo gobernado al fondo por la alusión al Golden Bear -el bar donde su novia fue vista ebria y peleándose borracha con un hombre que no era él, dicen-, You-soon atisba el espectro de su exnovia en uno de los contados, puede que el único, desplazamiento de cámara de toda la película. Es extraño y misterioso. Con el desarrollo de la historia, comprenderemos que es crucial.

Lee You-young en una escena de la película

Si queremos, podemos ver en esta nueva película de Hong Sang-soo, premiado como Mejor Director en el Festival de San Sebastián, una variación coreana de los juegos de máscaras y duplicidades que exploraba Kiarostami en Copia certificada; pero su forma de equilibrar lo prosaico y lo alegórico nos recuerda más al modo en que Abdelatif Kechiche adaptó a Miravaux en La escurridiza, o cómo esquivar el amor (2003), aunque el lenguaje de cine directo de aquél más bien se opone al espíritu bressoniano de Sang-soo. Las películas del coreano son a veces como la impugnación de que una película de Bresson no puede ser leve y lúdica, conceptos en sí mismos contrapuestos. Ahora podemos vislumbrar también el espectro de Rivette en sus imágenes.

Celebramos el cine del autor coreano por todas estas cosas y porque, por más que ruede -su próximo filme lo ha grabado con Isabelle Huppert-, nunca decae, solo avanza confiado en su irrenunciable honestidad emocional, su carácter innovador en el tratamiento de las estructuras, su mirada paciente y secreta, reveladora, escrita en los mínimos movimientos de sus siempre extraordinarios actores. Fijémonos cómo andan, cómo gesticulan, las criaturas de su cine y a veces eso bastará para conocerles. Esta vez ha encontrado en la bella Lee You-young una perfecta aliada para los propósitos de su último "cuento de cine", sobrenombre que recibe uno de sus trabajos más apreciados.

La eficacia de este drama que puede golpear con cierta devastación y de esta comedia que puede reconciliarnos con nuestros patetismos descansa tanto en la maestría del autor que debutó hace 21 años (21 películas) con The Day a Pig Fell Into The Well como en la actriz de 27 años que da vida a Mi-jung. Es casi un gesto de co-autoría, pues todo el tinglado corría el riesgo de precipitarse por el abismo de lo inverosímil si no fuera por los ojos de Yoo-young. Logra, en definitiva, que la esencia de su personaje se manifieste siempre por encima de la presencia. La mujer es el futuro del hombre, rezaba el título del quinto e inolvidable filme de Hong Sang-soo. Pues eso.

@carlosreviriego