Image: Jirí Menzel, 50 años vigilando trenes

Image: Jirí Menzel, 50 años vigilando trenes

Cine

Jirí Menzel, 50 años vigilando trenes

31 marzo, 2017 02:00

Jirí Menzel. Foto: Martin Spelda

El director checo celebra los cincuenta años de Trenes rigurosamente vigilados, Oscar a la Mejor Película Extranjera, con la retrospectiva que le dedica la Filmoteca en abril y mayo y que arranca este domingo con su presencia.

Trenes rigurosamente vigilados es una película encantadoramente humanista que logró en 1967 el Oscar a la Mejor Película Extranjera. Suponía el primer éxito internacional de Jirí Menzel (Praga, 1938) en el cine y también la primera de sus muchas colaboraciones con el escritor Bohumil Hrabal. La película, que hace gala de un gran sentido del humor y de un pícaro erotismo para contar la historia de un joven aprendiz de ferroviario con problemas de masculinidad en el marco de la ocupación nazi, sirvió de estandarte de una Nueva Ola de excelentes directores checoslovacos que empezaron a destacar a mediados de los 60. Junto a Jirí Menzel sostenían a este grupo cineastas como Milos Forman, Vera Chytilova, Ivan Passer, Jaroslav Papoušek o Jan Nemec, que con la ironía y la sátira ensanchaban los márgenes del programa comunista.

Sin embargo, el periodo de mayor esplendor del cine checo terminó de forma abrupta y prematura poco después del estreno de Trenes rigurosamente vigilados, debido a la invasión soviética de Praga de 1968. El endurecimiento del régimen posterior hizo que grandes intelectuales tomaran el camino del exilio. Así lo hizo, por ejemplo, Miloš Forman. Menzel, por el contrario, no abandonó el país e incluso pudo continuar rodando tras un obligado parón de cinco años. Como consecuencia de aquello la película Alondras en el Alambre, terminada en 1969, no pudo ver la luz hasta 1990 tras la caída del régimen comunista. La cinta fue galardonada ese mismo año con el Oso de Oro del Festival de Cine de Berlín en una emotiva ceremonia en la Alemania recién unificada.

Quien se acerque hoy a la obra de Menzel, centrada en la experiencia cotidiana de gente humilde, descubrirá un delicado alegato antitotalitario que ubica su epicentro en la disyuntiva entre la libertad individual y la opresión del estado. Una buena oportunidad para comprobarlo es la retrospectiva Jirí Menzel, la risa en el alambre que organiza la Filmoteca Española en su sede del Cine Doré durante los meses de abril y mayo y que contará con la presencia del director checo en la sesión inaugural. "En mi caso, la censura me sirvió de estímulo para buscar nuevas formas de expresión", explicaba a El Cultural en una entrevista en 2015. "La ausencia de toda censura lleva a la ausencia de pensamiento. En la historia del cine, de la literatura y del teatro siempre ha existido algún tipo de censura. Desde Roma y el Cristianismo, siempre ha habido tabúes y límites a la expresión. Y eso ha despertado la imaginación de muchos creadores. La libertad absoluta no ha traído el bien que esperábamos".

Cine para lavanderas

Una imagen de Trenes rigurosamente vigilados

Las películas de Menzel nos enseñan que la vida no es fácil, pero que debemos aceptarla con una sonrisa. Dentro de su filmografía destacan obras como Tijeretazos (1980) o Mi pequeño pueblecito (1985), un sutil y cariñoso retrato de la vida en el campo que fue nominada también a los Oscar en la categoría de Mejor Película de Habla No Inglesa. La sencillez es marca de la casa y así lo demostraba el propio Menzel en un cara a cara con Patrice Leconte en El Cultural en el año 2014: "Uno de los autores que más me han influido, Karel Capek, se ganó mi respeto definitivo cuando dijo que su intención es que sus novelas pudieran gustarle a las lavanderas. El verdadero arte puede conectar con todo el mundo. El de hoy es producto de esta era del individualismo que produce artistas solipsistas. Todo esto comenzó cuando un señor dijo que un orinal es una obra de arte".

Un rasgo distintivo de su obra es su origen literario. En contadas ocasiones sus películas han partido de guiones originales. "Yo fui educado por la literatura. El cine y la literatura son lo mismo porque lo importante es contar una historia. Además, el cine es un gran popularizador de los logros de los escritores", explicaba a El Cultural, al tiempo que mencionaba otra importante influencia: "Con 15 años, me enamoré del teatro. Iba al teatro al menos dos veces por semana. Allí aprendí la diferencia entre la vida real y la representación artística de la vida". ¿Pero es similar el teatro al cine? "El cine es mucho más mentiroso que el teatro. El cine es vida en conserva. En el escenario, la comunicación entre obra y espectador es directa. Cada función es algo vivo. El cine son sombras".

Un director de encargos

Una imagen de Yo serví al rey de Inglaterra

En la etapa posterior a la caída de la URSS, Menzel ha estrenado cuatro películas: La ópera de los tres peniques (1990), Vida e insólitas aventuras del soldado Iván Chomki (1994), Yo serví al rey de Inglaterra (2002) y The Don Juans (2013). De ellas solo Yo serví al rey de Inglaterra, un fresco de buena parte del siglo XX checo dibujado a través de la experiencia de un arribista con prodigiosas dotes sexuales (sexta colaboración entre Menzel y Hrabal), consiguió una importante repercusión internacional, llevándose el FIPRESCI en la Berlinale. "En mis inicios, tuve la suerte de hacer una película estudiantil (Umrel nam pan Foerester, 1962) que gustó y que hizo que me propusieran nuevos proyectos. Los estudios de cine con financiación estatal apoyaban mis películas. El cine se transformó en mi oficio", explicaba Menzel en 2015. "Soy una persona perezosa y no tengo la determinación suficiente para sacar adelante proyectos personales. Siempre he hecho películas por encargo. En ese sentido, desde la caída del régimen comunista y de la incursión de capital privado en la industria del cine, me ha costado más hacer películas. Me da mucho apuro pedirle a una persona que invierta dinero en una película que no estoy seguro que vaya a dar beneficios".

Por otro lado la visión de Menzel sobre el cine en la actualidad no es nada halagüeña. "Se hace arte por el arte y eso a mí no me gusta. Los directores hacen las películas para presentarse como artistas y gustarles a los críticos. Yo hago películas para la gente que me rodea, para mis vecinos. Vemos un cine que quiere ser más serio de lo que es, muy pretencioso. Cada vez hay menos películas sinceras". Quizá por eso su cine se mueve entre el drama y la comedia, porque quizá solo el humor puede descubrir la realidad de las cosas.

@JavierYusteTosi