Image: Muerte, epifanía, danza y animación españolas en Cannes

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Cine

Muerte, epifanía, danza y animación españolas en Cannes

6 mayo, 2016 02:00

Julieta, de Pedro Almodovar

Tres largometrajes y dos cortometrajes. El cine español estará repartido por el Festival de Cannes, que arranca el día 11. Tanto Julieta de Almodóvar como el corto Timecode de Juanjo Giménez buscarán la Palma de Oro, mientras que Albert Serra (La mort de Louis XIV) y Oliver Laxe (Mimosas), con películas en francés y en árabe, se estrenarán en secciones paralelas.

Desde el año 2009, en el que Pedro Almodóvar (Los abrazos rotos), Isabel Coixet (Mapa de los sonidos de Tokio), Alejandro Amenábar (Ágora) y Alex Brendemühl (Rumbo a peor) coincidían en La Croisette, el Festival de Cannes ha permanecido sordo y ciego al cine español, que para la cita más importante del cine de autor internacional se mostraba descolgado de las búsquedas y tendencias del presente. Pero en su 69 edición (11-21 mayo), nuestro cine estará representado en cinco secciones distintas, mediante tres largometrajes y dos cortometrajes de naturaleza francotiradora.

La conquista española de Cannes de hecho puede ser histórica, pues podría alzarse con dos Palmas de Oro. Si Almodóvar compite con Julieta -¿la cuarta vez será la vencida?-, Juanjo Giménez (Barcelona, 1963) lo hará en la sección de cortometrajes con Timecode. A su vez, los tentáculos del cine español estarán también presentes en la Semana de la Crítica, con el filme de Oliver Laxe (París, 1982), Mimosas, y en la Quincena de Realizadores con el corto de animación Decorado, dirigido por Alberto Vázquez (A Coruña, 1980). El catalán Albert Serra (Girona, 1975), que presentará La mort de Louis XIV en Sesión Especial, completa las cinco propuestas que a partir del 11 de mayo irán revelando sus cartas en la Riviera francesa y que se ofrecen como una radiografía bien heterodoxa de la creación más vanguardista de nuestro cine. A ello podríamos añadir las presencias de Javier Bardem en la película de Sean Penn a concurso, The Last Face, y la de Alex Brendemühl en la de Nicole Garcia, Mal de Pierres.

Después de la culminación barroca y desenfrenada de Los amantes pasajeros, cuya propia naturaleza alienígena la apartaba directamente de los intereses del cannesseur, el manchego entrega su película más depurada y dramática, aquella que al fin puede elevar al autor de Volver -con la que recogió premios al Mejor Director y al Mejor Reparto- a la liga de los grandes maestros bendecidos por el festival, junto a Buñuel, Antonioni, Fellini, Kiarostami, Kurosawa, Scorsese, Wenders, Polanski, o Haneke. Asegura Almodóvar que mientras rodaba Julieta "no pensaba en festivales", si bien añade que se siente bien acompañado por los títulos y autores frente a los que compite. "Cannes sigue siendo una celebración del cine de autor", concluye el manchego, que acudió por última vez a la cita francesa con La piel que habito, ganadora del Premio de la Juventud.

Desde luego no lo tendrá fácil, pero si algo juega en su favor es un jurado compuesto por mayoría de intérpretes, que es de los autores de reconocido prestigio a competencia que aún no ha recibido el premio mayor -al contrario de los Dardenne y de Ken Loach- y que Julieta se ajusta como un guante al presunto perfil de una Palma de Oro. Por un lado, es la obra más madura y controlada del cineasta, suerte de depuración de su cine liberado de las excentricidades que tradicionalmente han puesto en defensiva a sus detractores. Por otro lado, Julieta encuentra el perfecto punto medio entre la contundencia de una película nacida de la modernidad autoral -con una declarada vinculación a Persona- y la búsqueda creativa que no es alérgica al riesgo estético y narrativo. Su expresividad emocional, además, puede acabar convenciendo al jurado presidido por George Miller de que, para Almodóvar, en plena forma, es ahora o nunca.

Fotograma de Timecode, de Juanjo Giménez

Los programadores de Cannes han considerado acaso que La mort de Louis XIV es demasiado radical para medirse con las propuestas a concurso, con lo que ha reservado plaza para su presentación como Proyección Especial, allí donde también presentarán Rity Panh (Exile) y Paul Vecchiali (Le Cancre). En todo caso, Cannes no podía dejar pasar un filme sin complejos que centra su foco en dos iconos de la cultura gala: el Rey Sol, emblema de la monarquía absolutista, y el actor Jean-Pierre Léaud, rostro y espíritu de la Nouvelle Vague. "Es una incógnita bastante grande cómo reaccionarán los franceses al filme -explica Albert Serra-. Como siempre en mi trabajo, me muevo entre el respeto histórico y la iconoclastia, incluso la provocación".

La naturaleza de la película procede de un encargo que el museo Pompidou hizo a Serra hace cuatro años. "Se trataba de filmar una performance de quince días sobre la muerte del Rey en su cama -explica el cineasta-. Suspendido en una urna de cristal en el museo, nuestra misión era filmar su desintegración en directo, interpretado por el actor más incorruptible que ha dado el cine, pero al final se canceló". Añade Serra que en esencia el filme trata sobre "la agonía, la intimidad y la muerte como representación". Concebida como un relato en huis-clos, la radicalidad de la propuesta, que entronca con sus anteriores trabajos en su modo de abordar ciertos mitos universales desde la iconoclastia -el Quijote y Sancho en Honor de cavalleria (2006), los Reyes Magos en El cant dels ocells (2008), y Casanova y Drácula en Historia de la meva mort (2013)- consiste en encerrar durante dos horas al espectador en el dormitorio del monarca, mientras asistimos a su muerte con 77 años de edad.

Hacia la epifanía

Frente al estatismo de La mort de Louis XIV, una coproducción entre España, Francia y Portugal -"es la primera de mis peliculas en la que no soy productor mayoritario", dice Serra-, el movimiento perpetuo de Mimosas, que Oliver Laxe ha dirigido en coproducción con Marruecos y Francia. Una película rodada en francés, la otra en árabe, ambas se ofrecen como muestras de ese cine transnacional que rompe con las fronteras del cine español. "Hago un cine bastardo, porque toda mi cultura está hecha de distintas ciudades y lenguas", sostiene Laxe, que debutó hace seis años en la Quincena de Cannes con Todos vós sodes capitáns (Premio FIPRESCI), también rodada en Marruecos. Mimosas es un cuento épico sobre la fe que realata la historia de Ahmed, Said y Shakib en su lucha por encontrar el camino a Siijilmasa, a través de las escarpadas cumbres del Atlas, y dar sepultura al cuerpo de un honorable maestro sufí.

Fotograma de Mimosas, de Oliver Laxe

Laxe considera Mimosas un western, una película de aventuras y, al mismo tiempo, una crónica espiritual. "Me interesa explorar las relaciones entre la fe, la religión y el arte -explica el director criado en Galicia -. Creo como Nathaniel Dorsky que el cine y el metabolismo humano están conectados. La estructura remite a Bresson, porque el filme camina hacia una epifanía". Rodada en 16 mm, asegura Laxe que ha rodado "un guión clásico con la voluntad de encontrar problemas, pues el cine es dejar que las películas se hagan a sí mismas". Se muestra convencido de que ha hecho "una película distinta y original, donde se experimenta el trayecto físico pero también espiritual de los personajes". Citando a Cioran, el autor de Mimosas apuesta por la ambigüedad de tono, es decir, por la disyuntiva del filósofo de trabajar entre "la exigencia de ser claro y la tentación de ser oscuro".

Cortos a concurso

Timecode de Juanjo Giménez se ha hecho un hueco entre los apenas diez títulos seleccionados de 5.008 cortometrajes procedentes de todos los rincones del mundo. Se trata de un filme de quince minutos en torno a dos agentes de seguridad de un parking subterráneo, en el que el director explora una forma de musical a partir de la danza contemporánea. Mediante el aprovechamiento de las texturas y puntos de vista de las cámaras de vigilancia, Timecode establece un diálogo corporal entre los dos agentes -interpretados por Lala Ayguadé y Nicolás Ricchini- que destila una magia especial hasta desembocar en un emotivo desenlace.

Por su parte, Alberto Vázquez participará en la sección paralela con más pedigrí del festival dando a conocer el cortometraje de animación Decorado. Reza su sinopsis que propone "una fábula existencialista, protagonizada por animales antropomorfos, sobre el destino y la libertad del ser humano". El filme obtuvo el año pasado el premio al Mejor Proyecto del Festival Cinema Jove. Director de animación y dibujante de cómics, Vázquez se alzó con el Goya al Mejor Corto de Animación gracias a Birdboy (2011), y ha terminado recientemente su primer largometraje, Psiconautas, basado en su propia novela gráfica.

@carlosreviriego