Image: Julie Delpy: No creo que haya una sola persona cuerda en todo el planeta

Image: Julie Delpy: "No creo que haya una sola persona cuerda en todo el planeta"

Cine

Julie Delpy: "No creo que haya una sola persona cuerda en todo el planeta"

La actriz presenta en Berlín Antes de la medianoche y estrena este viernes en España su último largometraje tras las cámaras, Dos días en Nueva York

12 febrero, 2013 01:00

Julie Delpy en el Festival de Berlín, donde presentó Antes de la medianoche. Foto: AFP


Desde su tierna infancia, el cine ha sido su mundo. Julie Delpy es probablemente la única actriz por debajo de los cincuenta (nació en 1969, en París) que ha sido filmada por maestros como Jean-Luc Godard, Krzysztof Kieslowski o Volker Schlöndorff, si bien su popularidad se la proporcionó Richard Linklater con Antes del amanecer (1995). Ahora que en Berlín se ha presentado Antes de la medianoche, la tercera parte de esta crónica romántica a lo largo de las décadas, co-escrita por Delpy, la actriz y directora estrena su último largometraje detrás de la cámara, Dos días en Nueva York, una alocada comedia que vendría a formar un díptico con Dos días en París, que filmó hace cinco años.

Pregunta.- Ha dirigido cuatro películas en cinco años. Su ritmo es frenético...
Respuesta.- Lo más difícil ha sido sobre todo rodar prácticamente sin descanso El Skylab y Dos días en Nueva York. Además coincidió con el nacimiento de mi bebé y el fallecimiento de mi madre y ha sido todo un poco loco, pero bueno, también me ha mantenido muy ocupada. Creo que hay algo terapéutico en todo ello.

P.- ¿Cómo logra poner en marcha tantos proyectos?
R.- Dos días en Nueva York no ha sido difícil de financiar porque Dos días en París hizo bastante dinero, así que fue fácil de prevender, pero sí tuvimos un problema de liquidez. Unos días antes de empezar el rodaje, un productor alemán tuvo problemas para entregarnos el dinero. Y ese pequeño problema tuvo consecuencias enormes, porque al rodar en Estados Unidos, los sindicatos piden que entregues el dinero con meses de antelación, para que no haya problemas. Básicamente, se produjo una colisión entre financieros europeos filmando en Estados Unidos. Ha sido ciertamente estresante para mí, porque he estado más tiempo al teléfono con productores que haciendo mi verdadero trabajo como directora. Afortunadamente no ocurre siempre, pero a veces pasan estas cosas con las producciones independientes. Tuve que poner todo mi patrimonio, mi productora, mi casa... como aval. Básicamente, se conviertieron en mis dueños.

P.- En la película usted vende su alma...
R.- Puedo hablar en broma de vender mi alma porque nunca lo he hecho. He podido vender mi compañía, pero no mi integridad. Ha sido un proceso duro.

P.- ¿Cómo se planteó el tópico de hacer colisionar la cultura francesa en Estados Unidos para lograr un efecto cómico?
R.- La película es una comedia, así que algunos tópicos de la cultura francesa evidentemente están exagerados, pero debo decir que muchos amigos míos franceses se han visto retratados. Yo diría que el 95% de lo que cuento es cierto. No estoy haciendo una película seria ni un ensayo sociológico o cultural, aunque en el fondo trate temas realmente serios. Lo cierto es que la película puede leerse de varias formas. Uno puede quedarse con sus chistes sexuales, sus chistes grotescos, o también puede ir más allá. Eso es lo que he tratado, que haya varias capas de lectura. Básicamente es una película sobre tu capacidad de ver cosas. De algún modo, la película refleja lo que eres. Si quieres divertirte, lo harás. Si quieres enojarte, también, porque puede ser una pelíciula muy ofensiva.

P.- En cierto sentido, podemos entender la película como un estudio sobre la locura. Todos los personajes, incluso el que parece más cuerdo, como Mingus (Chris Rock), tienen algo de locura...
R.- Sí, tiene un amigo imaginario que se llama Barack Obama... jajaja

P.- Sí, eso... ¿Tiene algo que ver con que la historia transcurra en Nueva York?
R.- No creo, no creo que sea eso. Es verdad que es una ciudad muy loca, y todos los personajes están un poco tocados, pero yo diría que es en la pequeña América, donde la gente parece normal, donde está la verdadera locura. Las terribles matanzas siempre ocurren en algún poblado pequeño, nunca en las grandes ciudades. Creo que son otras formas de locura. La locura está en todas partes, he conocido a mucha gente en mi vida, y no creo que exista una sola persona cuerda en este planeta. En serio. Yo no la he conocido al menos.

P.- Dos días en Nueva York convoca la clase de locura que solían retratar las screwball comedies, bien distinta de los idiotas que retrata la comedia contemporánea. ¿Las comedias de Cukor, Lubitsh, Sturges... han tenido alguna influencia en su trabajo?
R.- Estoy de acuerdo que mis personajes pueden estar algo fuera de control pero no son estúpidos, no soy condescendiente ni me río de ellos. Por supuesto, las comedias locas de Cary Grant y Katherine Hepburn me encantan, y también aprecio mucho a Woody Allen, sobre todo Maridos y mujeres, aunque creo que también participo de la ironía y el naturalismo de Robert Altman, que no tiene nada que ver con todo el artificio de los años treinta… Y John Cassavetes, sobre todo Así habla el amor.

P.- Me pregunto si Eric Rohmer está en su mente cuando hace películas...
R.- Bueno, me encanta Rohmer. Desde que soy muy pequeña he sido muy cinéfila. Mi padre es my cinéfilo, he visto tantas películas que de un modo u otro, todas ejercen influencia en mí. Son parte de mi vida.

P.- ¿Deja espacio para la improvisación en los rodajes?
R.- Está todo muy escrito, la verdad, el guion se rueda al pie de la letra, pero me gusta mucho manejar la cámara con una impresión naturalista, permitiendo que la vida se cuele de algún modo. Obviamente, el hecho de que mi propio padre interprete al padre de Marion en la película va en esa dirección.

P.- La comedia es una cuestión de timming. En este sentido, ¿aprovecha su formación musical como directora?
R.- Absolutamente. He adoptado los procesos de trabajo de la música. Tengo que ensayar y repetir las escenas mucho tiempo, hasta encontrar el timming adecuado. Cuando tocas el violín o cualquier instrumento musical, si hay algo que suena mal, hay que ensayarlo mucho hasta pulir las imperfecciones. Lo mismo hago en los rodajes, repito y repito hasta que siento que actúar no es algo doloroso, sino que fluye con naturalidad. Al dirigir a mi padre, las cosas se complican, porque intervienen factores emocionales. Prefiero dirigir a actores desconocidos, como hice en El Skylab por ejemplo, pues a la mayoría de actores no les conocía.

P.- ¿Diría que Marion, el personaje que usted interpreta, es una versión más neurótica de usted misma?
R.- Bueno, es bastate distinta de mí. Para empezar, dice todo lo que piensa. En cierto sentido, Marion es lo que a mí muchas veces me gustaría ser. Aunque está algo chiflada, no es una persona que haga nada realmente insano o peligroso. Lo único que ella hace es vender su alma como expresión artística, algo que puede ser bastante normal en Nueva York. Ella es muy divertida, y mi vida es mucho más aburrida, no hago más que trabajar y cuidar de mi hijo. No salgo, no hablo con nadie, me dedico a trabajar... en serio, es todo lo que hago.

P.- Hay mucha expectación con Antes de la medianoche, de Richard Linklater. ¿Qué puedo contarnos de esta tercera parte?
R.- Acabo de verla, yo he escrito la película con Linklater y Ethan Hawke, como las anteriores, y lo cierto, creo que el filme es increíble. Prefiero no revelar nada. Ya verán.

P.- La colaboración de Vincent Gallo es bastante excéntrica. ¿Podría contar cómo surgió?
R.- Escribí el papel para él. Pensé en quién podría comprar mi alma, y creo que él es la única persona en el planeta que lo haría.