Image: High School y el colocón del cine teen

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Cine

High School y el colocón del cine teen

23 noviembre, 2012 01:00

Adrien Brody protagoniza High School

La droga y su consumo en un instituto de secundaria son los elementos argumentales de 'High School', el debut cinematográfico de John Stalberg que pretende continuar el género de la "resaca" como forma de denuncia y de contestación. Adrien Brody encabeza el reparto.

Lo cierto es que no son muchas las virtudes del conocido como "cine fumeta" (se puede decir en inglés para que no suene tan mal: "joint cinema"), ya se sabe, ese modelo de comedia adolescente que se parapeta bajo el cuelgue que produce el fumar marihuana (y derivados) para desatar todo tipo de bromas, de distinto trazo y grosor, a ser posible faltando siempre el respeto a aquellos aspectos que más les disgustan de la sociedad conservadora imperante (el modelo clave es eminentemente americano, por más que aquí no hayan faltado películas de distinto pelaje que se esconden bajo dicha influencia: de La quinta del porro (1981) a Año Mariano (2000), de Bajarse al moro (1989) a Lo mejor que le puede pasar a un cruasán (2003).

Discurso reivindicativo

Pero tratemos de encontrar sus virtudes -la tendencia natural de este modelo de películas es la pesada resaca que deja su visionado-, como por ejemplo su capacidad para vehicular un discurso (reivindicativo) que ponga en evidencia la hipocresía de una sociedad de consumo que penaliza el consumo de sustancias no en función de su toxicidad -las bebidas energéticas o los preparados químicos para aumentar la musculación valdrían como ejemplos (por no hablar de las armas de fuego, claro)- sino en función de su respetabilidad moral. Vaya, que es cine-protesta, tan válido en el fondo como su directo opositor: esas tv-movies que usan la drogadicción (en cualquiera de sus estadios) como fuente de todo tipo de trágicos conflictos dramáticos (muerte, miseria, prostitución, etc) que, al menos en los años ochenta, sí se ponían en las escuelas para educar a los jóvenes -en la propia High School se mofan de dichas películas mostrando una pobre producción donde un joven pasa de fumarse un porro a convertirse en un serial killer.

Más interesante resulta la herencia que surgiría al cruzar la obra de John Hughes con comedias lisérgicas (y algo estúpidas; aunque hay críticos que se han dejado la piel defendiéndolas) del corte de Como humo se va (1978) o Dos colgaos muy fumaos (2004), tratando de encontrar por detrás del armazón de chanzas y burradas varias proyectadas en la pantalla una ligazón o semilla ontológica que sirva para hablarnos de la amistad (o el amor) entre personajes antónimos: gordo-flaco, rico-pobre, listo-tonto, etcétera.

Y es precisamente aquí donde se inscribiría esta High School, ópera prima del realizador John Stalberg, que trata de capitalizar el éxito de películas como Superfumados (2008) o Colega, ¿dónde está mi coche? (2000) en una delirante (y algo estúpida) aventura donde dos jóvenes drogan a toda su escuela para así poder evitar ser expulsados de la misma.

Filiación hughsiana

El resultado, como todo hacía prever, es bastante calamitoso. Si bien la obra posee algún chiste correctamente lanzado -casi todos ellos se basan en ver a los "adultos" de la escuela comportándose de forma "incorrecta", es ahí donde se lucen secundarios como Colin Hanks, Curtis Armstrong o Yeardley Smith- en líneas generales se trata de una película anodina cuya línea de flotación cómica no resistiría el envite de Porky's 2 (1983).

Para colmo, su filiación hughsiana queda tremendamente desfasada en un monólogo final -que parte del análisis de Hamlet, ahí es nada- en un carpe diem tan risible como prescindible. Porque si de lo que se trataba era crear un If... (1968) donde los brownies de marihuana sustituyeran a las metralletas, el tiro les ha salido por la culata. Aunque probablemente lo peor de todo esto sea ver a Michael Chicklis -mítico Vic Mackey en The Shield- en el peor papel de su carrera.