Image: Christian Carion: He querido hacer un anti James Bond

Image: Christian Carion: "He querido hacer un anti James Bond"

Cine

Christian Carion: "He querido hacer un anti James Bond"

El director francés cuenta en El caso Farewell uno de los episodios de espías más misteriosos ocurridos durante la Guerra Fría

5 agosto, 2011 02:00

Christian Carion en el rodaje de El caso Farewell. Abajo, Guillaume Canet y Emir Kusturica en una escena de la película.


Los efectos especiales mataron al género de espías. No es exactamente así, pero casi. Las explosiones, los aviones supersónicos y los artilugios varios muchas veces han terminado con el simple placer de enfrentarnos a una historia alambicada, como manda el género, plagada de intereses ocultos y pequeñas pasiones que influyen en el devenir de los grandes acontecimientos. Por eso, El caso Farewell es una bienvenida rara avis, una película que nos transporta a una novela de John Le Carré para contarnos, de forma libérrima, uno de los episodios más fascinantes y menos conocidos de la Guerra Fría. La historia nos conduce a Moscú, donde un inocente ingeniero francés (Guillaume Canet) debe lidiar con un espía soviético (Emir Kusturica) que traiciona a su patria porque está convencido de que el comunismo ha dejado de tener sentido. Ronald Reagan o Mitterrand son algunos de los personajes secundarios de una trama bien urdida en la que, a la vieja usanza, los espías son personas corrientes sometidas a circunstancias que las superan donde acaban colisionando el gran juego de la política con los "pequeños" asuntos del corazón. El director, el francés Christian Carion, ya nos mostró en la celebrada Feliz Navidad la cara oculta de la I Guerra Mundial y con este filme prosigue en su voluntad de relatar la intrahistoria.

Pregunta: El caso Farewell está inspirada en el caso real del espía soviético Vladimir Vetrov pero ha realizado numerosos cambios. ¿Cuál ha sido la relación entre realidad y ficción?
Respuesta: En primer lugar, soy incapaz de contar una historia real. Por otra parte, el caso Farewell sigue siendo en gran parte un misterio, sólo es conocido por algunos testigos, muy pocos y las opiniones son diametralmente opuestas. Para los franceses de los servicios secretos era un héroe, un hombre que arriesgó la vida por convicción democrática. El KGB lo dibujaba como un alcohólico violento que traicionó a su país por culpa de su inestabilidad psicológica. Hay cosas de las que podemos estar seguros y otras que no, incluida su propia ejecución. Todo es posible, nunca se encontró su cuerpo y hay gente que piensa que está vivo.

P.: Esa disparidad de puntos de vista se refleja en el filme en su estructura de rompecabezas. Todo el mundo tiene su versión de la historia.
R.: Por eso incluí esas escenas que se van repitiendo de El hombre que mató a Liberty Valance que ve Reagan. Al principio pensamos que fue James Stewart pero después sabemos que fue John Wayne y todo depende del punto de vista. Después, la Historia, además, acaba dando su propia interpretación de los hechos que puede o no puede ser cien por cien verdad. Por eso, no hay una "verdad" sobre Farewell. Los americanos, por ejemplo, dicen que ya trabajaba para ellos antes de que contactara con los servicios secretos franceses. Reagan decía que este episodio fue el más importante de toda la guerra fría. Por eso decidí no meter en la película el asesinato de su amante que se le atribuye a Vertov. Hay demasiadas dudas y es demasiado importante. Los rusos decían que fue un asesinato pasional pero hay quien sostiene que fue en legítima defensa o que la mató el KGB para poder incriminar a Vertov. Quién sabe. Quizá ella también era una espía y amenazó con descubrirlos.

P.: ¿Por qué considera este caso como un episodio esencial de la guerra fría?
R.: Esa información que filtró Vertov fue muy negativa para los rusos porque los americanos comprendieron que no tenían tecnología propia, que estaban copiando a Occidente, paradójicamente, resultó que su red de espías era tan buena que estaban investigando para ayudar a los soviéticos. En cuanto supieron que lo hacían, Reagan tuvo dos jugadas geniales desde un punto de vista político. En primer lugar, en vez de desmantelar la red lo que hicieron fue pasarles información falsa. los rusos construyeron un gaseoducto basándose en cálculos trucados de los americanos y les explotó, con lo que perdieron muchísimo dinero. En cuanto se dieron cuenta de que habían perdido la guerra tecnológica y no tenían forma de seguir espiando se asustaron muchísimo. Ahí estuvo el segundo acierto de Reagan cuando anunció la "guerra de las galaxias", que era un farol pero los rusos se lo creyeron a pies juntillas y asumieron que habían perdido la guerra.

P.: En El caso Farewell los personajes son muy cercanos, muy lejos del modelo de superhéroe.
R.: Como espectador, no sé nada de James Bond. No sé quiénes fueron sus padres ni hay nada sobre su vida privada. Me gustan sus películas pero yo quería hacer un anti James Bond. En esta historia lo que me gustaba es que se trata de gente como tú y como yo, quienes resulta que tenían esa información excepcional. Todo lo que hacen es de una manera muy humana. Nuestra vida profesional cambia mucho nuestra vida privada, es un error pensar que pertenecen a mundos totalmente distintos. Me intriga ese espía ruso que tiene una situación tan complicada: una mujer a la que quiere, una amante que le gusta, un hijo que no comprende nada...

P.: El personaje de Guillaume Canet es un clásico, el del hombre ordinario que de repente se ve envuelto en una situación totalmente desbordante.
R.: Ese personaje existió en la vida real, fue un ingeniero de Thompson que fue el primero en contactar con el agente ruso sin tener absolutamente ni idea de espionaje. El Gobierno Francés le dio la Legión de Honor y hoy vive retirado. Después le sustituyó un profesional, pero fue él quien estableció las bases de la comunicación. Sin duda, esta figura del hombre común expuesto a lo extraordinario es un clásico, sobre todo que vemos en las películas de Hitchcock, no he inventado nada. Una vez más, a la hora de analizarlo nos encontramos con el problema del punto de vista. Para el gobierno de Francia es un gran héroe. Su mujer, sin embargo, lo considera un mentiroso y un traidor a su propia familia.

P.: Vetrov sigue despertando ampollas en Rusia. No le dejaron rodar en Moscú.
R.: Hay un sector de la sociedad rusa que echa de menos no el comunismo pero sí esa sensación de que Rusia era un imperio que se terminó desmembrando. Y entre los antiguos dirigentes del KGB, entre los que se encuentra Putin, se le sigue considerando un gran traidor. Al principio ese papel lo iba a hacer un gran actor ruso, pero recibió una llamada para que no lo hiciera. Después, nos quitaron el permiso para rodar en Moscú donde robamos tres planos, todo el resto es una reconstrucción. Afortunadamente, apareció Kusturica y ahí tuvimos al mejor actor posible.

P.: Quizá la peor parte se la llevan los americanos, que "venden" a Farewell. Y vemos que las tensiones entre Francia y Estados Unidos vienen de lejos.
R.: No es cinismo, es lógica. Durante la resistencia francesa también se sacrificó a gente para que no murieran muchos más. La guerra fría fue una guerra y así se comportaban ambos bandos. Respecto a la relación con Estados Unidos, tenemos una historia complicada. Nosotros les ayudamos económicamente a hacer la revolución, les construimos la estatua de la libertad pero cuando tuvieron esa voluntad de dominación, lo llevamos mal. Reagan presionó mucho a Mitterrand para que no hubiera ministros comunistas y gracias a Farewell lo deja tranquilo porque recupera la confianza.

P.: El filme adopta el punto de vista occidental clásico, o sea, anticomunista, pero no carga las tintas. También se muestran aspectos positivos del comunismo.
R.: Yo soy de izquierdas y sentía placer en decir que el partido comunista consiguió cosas para la gente en Francia, por ejemplo, esos 30 días de vacaciones. Y es cierto lo que dice Farewell, pasaron de la Edad Media a ser los primeros que viajaron al espacio en los años 50. Tengo una cultura de izquierda y hay una serie de cosas que se han dicho muy poco porque siempre es la misma imagen negativa.

P.: A través del personaje adolescente, deseoso de tener un walkman y escuchar a Queen, la película parece defender la tesis de que la victoria occidental fue, sobre todo, cultural.

R.: Desde luego, fue sobre todo la cultura americana el factor decisivo. La juventud rusa querían un walkman, escuchar rock y estaba fascinada con el consumo. Hay cosas que no se saben mucho. Por ejemplo, al fin de la II Guerra Mundial, el plan Marshall incluía como contrapartida que todos los filmes americanos pudieran exhibirse en Europa sin pagar un duro de aduanas. Fueron todas esas películas las que dieron ganas a la gente de vivir a la americana. Cuando aparece Freddy Mercury en un estadio y los rusos comienzan a verlo, el muro ya se ha tumbado porque no hay nada contra eso.

P.: Un riesgo que corre es que personajes tan conocidos como Mitterrand y Reagan tengan tanto protagonismo.
R.: Una de las razones íntimas que tenía para hacer esta película fue que la primera vez que pude votar lo hice por Mitterrand y me hizo muy feliz que ganara. Lo que yo he intentado con ambos es que se conviertan en personajes cinematográficos porque esta película no es un documental. Yo creo que es posible convertir a personalidades como éstas en personajes.