Image: Jorge Carrión: Me adelanté al final de Perdidos con mi novela

Image: Jorge Carrión: "Me adelanté al final de Perdidos con mi novela"

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Jorge Carrión: "Me adelanté al final de 'Perdidos' con mi novela"

Satisfecho con el desenlace de la serie, firmó con 'Los muertos' un relato de personajes de ficción que, como los de 'Lost', tienen que recordar su vida anterior

26 mayo, 2010 02:00

El escritor Jorge Carrión (Foto: Mondadori) junto a Jack, uno de los protagonistas de Lost.

Marta Caballero ¿Era posible adelantarse al final de Perdidos? ¿Podía un autor español urdir letra a letra un desenlace casi idéntico al de la producción de Abrams? Sí, podía, lo hizo Jorge Carrión con su libro Los muertos, publicado este año por Mondadori, en el que el catalán se inventó una teleserie que, como Perdidos, provoca un fenómeno global, con unos personajes de ficción que también crean un espacio, otra realidad, y que, de vez en cuando, sufren un flashazo por el que recuerdan su vida anterior. “Sentí que había sintonizado con algo histórico que, quizá, estaba en el aire”, comenta Carrión, quien también ha advertido en Lost la clara influencia de antecedentes como Los cronocrímenes, de Nacho Vigalondo, una influencia reconocida incluso por los propios creadores de la serie. “En mi novela los personajes despiertan en un mundo extraño y no saben por qué han acabado allí ni por qué tienen que reconstruir su identidad. Pagan incluso a un adivino para que les dé pistas sobre su origen y se afanan en encontrar a sus antiguos conocidos”, explica Carrión. ¿Les suena? Sí, todo muy similar a la finale de Lost. Pero el interés del autor de Los muertos por la propuesta televisiva va más allá de similitudes de trama: “En mi libro hay una web, mypain.com, en la que uno puede elegir un avatar y pujar por ser un personaje que murió en la ficción. Los más solicitados en la subasta son Hamlet y Charlie Pace, el músico de Perdidos que muere ahogado en una estación submarina”. En efecto, el escritor se sirve del fenómeno Lost para hablar sobre qué ocurriría si una producción ética triunfara globalmente: “La serie me ha influido como lo han hecho otras o como lo han hecho muchos cómics pero, sobre todo, me sirve de superestructura para hablar de un tema”. Es obvio que, si tan parecidos son Los muertos y el final de Lost (por cierto, que hay en facebook un grupo que guiña un ojo a esta similitud bajo la consigna Lost muertos), Carrión está satisfecho con el desenlace: “Me parece adecuado, emocionante y satisfactorio”, festeja. Pero ¿Por qué tantos fans enfurecidos? A juicio del novelista, otro fenómeno satélite de la serie es uno de transferencia según el cual sus seguidores han pensado que tenían “un cierto poder de decisión y no sólo de opinión, algo que no había pasado nunca con una teleserie y que no deja de ser absurdo, porque el final sólo compete a los creadores”. Otra cosa son los detalles, ahí sí tiene sus quejas: “La reunión de los protagonistas en la secuencia final, personajes que yo vinculo a la bomba que hizo explotar Juliet en la temporada anterior y, por tanto, a la rama científica de la serie, pierde fuelle al quedar emplazada en una iglesia”, anota. A su juicio, si Lost ha mantenido un debate entre la ciencia -la física cuántica fundamentalmente- y la religión, la inclinación final de los guionistas por lo místico entraña cierta contradicción: “Yo me habría decantado por un espacio más neutro que una iglesia”. Y esto a pesar de que es una iglesia sui generis en la que, un poco metidos con calzador, aparecen símbolos de diversas religiones, de la media luna árabe a la estrella de David. Y tiene más reproches para la última temporada, que tilda de irregular: “¿Por qué no han recuperado al Señor Eko? ¿Por qué abrir la línea del templo y de su protector, una especie de ninja, y por qué ahondar en un Said zombi que no ha llevado a nada?”, se pregunta, pero halla la respuesta enseguida: “Perdidos es una serie circense y el espectáculo tenía que continuar a cualquier precio”. Y un par de aportes más en su análisis: el insólito éxito de Perdidos está en haberse rodado en el momento justo, en una época de madurez del público con las teleseries, un público que, en los comienzos, estuvo muy ligado al del cómic y la ciencia ficción, “los seguidores más fieles y militantes”, distingue, que es el que alimentó el murmullo de que, tras aquel accidente de avión, existía una trama increíble, casi una religión al nivel de ancestros como Star Trek y Star Wars. Echará de menos el nocillero a personajes como Desmond y no tendrá que meterse más con Sawyer y Jack, “interpretados por los actores con menos registros que jamás he visto”, se mofa, pero sobre todo extrañará los momentos épicos, y coincide con Fernández Mallo en esa escena en la que un Ben metido a Sísifo mueve la isla girando una rueda subterránea, en una imagen “muy poderosa”.