Image: Matar zombis por Navidad

Image: Matar zombis por Navidad

Cine

Matar zombis por Navidad

Este viernes se estrena Zombieland, el exitoso debut de Ruben Fleischer y que gracias a su vertiginoso metraje y a una digna hibridación de géneros se ha convertido en una de las comedias más taquilleras del año

22 diciembre, 2009 01:00

Arriba, el equipo de Zombieland en Sitges. Abajo, zombis en el parque de atracciones, en una de las escenas más divertidas de la película.

Marta Caballero
La historia empieza con una hamburguesa en mal estado. Un irrisorio punto de partida para la aparición de una epidemia de zombis en Estados Unidos, tan americana es la película. Pero la historia no aborda únicamente el nuevo mal de América desde el género fantástico, sino que lo amplía a la comedia, a las road movies y al romance. Reunir todos estos géneros en un metraje vertiginoso les costó a los productores de Zombieland 23 millones de euros, una cifra que recuperaron durante su primer fin de semana de exhibición en Estados Unidos y que no ha dejado de crecer, convirtiendo el debut de Ruben Fleischer en una de las películas más rentables del año y también en uno de los filmes de zombis más celebrados de la década. No en vano, ya está en camino su secuela, que se rodará en tres dimensiones producida por Sony.

En el último Festival de Sitges, en el que la película mereció el premio del público, su director no conseguía creerse aún el éxito de la cinta. Preguntado por este asunto de la recaudación, contestaba en un español tejano: "Es un sueño hecho realidad". Pero, sobre todo, y más allá de los datos, Fleischer quería insistir en el favor de la crítica internacional, que se ha rendido a la divertida historia de un adolescente con sangre nerd que trata de sobrevivir en un país devorado por los zombis. El chico, interpretado por el Woody Allen en miniatura de nombre Jesse Eisenberg ("nacido para la comedia", según el director), configura para salvarse de una muerte probable una lista de reglas inquebrantables que son el soporte de la película y que la dotan de originalidad y dinamismo. Le acompañan un tipo duro (un genial Woody Harrelson), dos aguerridas adolescentes -Abigail Breslin y Enma Stone- y Bill Murray en un hilarante cameo cuyos datos no deben revelarse.

Más allá del fantástico, de la comedia y de la acción, Zombieland es una cinta que cabalga entre el cine de John Hughes y la nueva comedia de Judd Apatow. El propio Ruben Fleischer, que se considera admirador de ambos, confiesa sin embargo que "cada director transmite su propia esencia", y añade: "Soy admirador de Apatow y respeto la renovación que ha otorgado a la comedia americana, pero su cine es muy personal y yo he intentado encontrar mi propia historia que contar". El cineasta, que se enroló en el proyecto después de que se rechazase la posibilidad inicial de que fuera una serie de televisión, sí reconoce, en cambio, las claras reminiscencias a la filmografía teen de Hughes en Zombieland. "Lo que hacía especial su cine eran sus personajes. Él siempre conseguía transmitirles autenticidad para que el espectador sintiese sus problemas, para que se le rompiera el corazón o se muriera de risa según la situación. Yo quise que Colombus, el protagonista de Zombieland, también transmitiese sus sentimientos de forma muy clara", señala.

Los zombis se hacen populares
Por su parte, Jesse Eisenberg, convertido a su pesar en un icono del cine dedicado a los perdedores adolescentes tras títulos como Una historia de Brooklyn y la reciente Adventureland, soluciona que su personaje, si bien cercano al cine del director de El club de los cinco, es también una suerte de Woody Allen adolescente. "Es un actor al que admiro, aunque no me gustaría encasillarme en este tipo de papeles. ¿Quién quiere ser un ídolo nerd? Yo no, desde luego".

En plena pandemia vampírica tras el éxito de las adaptaciones de Crepúsculo, Fleischer se aventuró con éxito en la enésima recuperación del cine de zombi, que ha alcanzado sus cotas más altas esta década con títulos como Soy leyenda y, en la parte cómica, con Zombi's party. "¿Por qué elegimos zombis y no vampiros? Porque no sólo es bueno, sino fundamental, hacer cosas diferentes al margen de la popularidad que tengan en cada momento", explica el director, quien se acercó a un género que desconocía por completo desde el respeto a títulos fundamentales como La noche de los muertos vivientes, de George A. Romero, para abordarlo "con justicia". Eisenberg lo secunda: "No querría actuar en una película como Crepúsculo porque ellos no me querrían allí", bromea el actor, quien además de poco admirador de la saga vampírica es poco seguidor del género fantástico: "No me gustan las películas de terror. Woody Harrelson y yo tuvimos la misma experiencia al recibir el guión de Zombieland: le echamos un vistazo y lo descartamos porque intuimos que en ese argumento no íbamos a encontrar buenos personajes. Sin embargo, cuando me insistieron en que lo releyera, descubrí una historia muy rica, con personajes muy completos, y grandes dosis de humor", recuerda el joven.

Esa historia la firman Paul Wernick y Rhett Reese, porque hasta la fecha el director tiene "pocas aptitudes" a la hora de escribir guiones, reconoce. Sin embargo, y a pesar de ser un debutante en la gran pantalla, el equipo ha quedado satisfecho con el trato y los resultados. Una de las protagonistas de la película, Abigail Breslin, que saltó a la fama por su papel en Pequeña Miss Sunshine, asegura -convertida en esta cinta en una intrépida asesina de zombis- que trabajar con Fleischer fue "muy agradable porque fomenta la improvisación a la vez que sabe perfectamente adónde te quiere llevar". Él, en cambio, no las tenía todas consigo durante el rodaje: "Como director primerizo, cada escena es siempre algo nuevo. Pero en el fondo es lo mismo: empiezas con un guión y piensas en cómo lo visualizas, pero sólo cobra vida cuando tienes a los actores, al diseñador artístico, el director de fotografía...". Improvisada o no, no hay duda de que la crítica internacional se ha rendido a la ópera prima de Fleischer. Falta ver si estas Navidades, a pesar de Avatares y Crepúsculos, su estela de taquillazos se prolonga en España.