Image: Javier Bardem, el Brando monegrero

Image: Javier Bardem, el Brando monegrero

Cine

Javier Bardem, el Brando monegrero

Por Bigas Luna

21 febrero, 2008 01:00

Foto: Gusi Bejer.

Para mí, es una gran satisfacción ver a Javier Bardem como favorito para el Oscar, sobre todo porque es una persona a la que quiero. Además, está el factor de que hizo sus primeras películas conmigo, por lo que la alegría es doble. Desde el primer momento supe que Javier iba a llegar muy lejos. Con los años, uno aprende a distinguir entre aquellos actores que han nacido para ser estrellas y los que se van a convertir en buenos intérpretes. Javier siempre fue de los segundos.

De hecho, durante el rodaje de Jamón, Jamón, su primer protagonista y nuestra segunda película juntos, ya comencé a llamarlo el "Brando monegrero", un mote que a él siempre le hizo mucha gracia y que seguimos utilizando en broma cuando hablamos, cosa frecuente. De hecho, me llamó el mismo día de la nominación y lo primero que me dijo fue "Bigas, soy el Brando monegrero. Fue emocionante acordarse de aquel chico tan joven, con tanta garra, que se plantó en el casting de Las edades de Lulú para un pequeño papel al que supo sacar todo el provecho posible. Desde entonces, siempre me ha gustado de Javier ese aspecto tan ibérico. En un mundo en el que se impone el modelo anglo, creo que esa autenticidad le ha beneficiado.

En Jamón, Jamón compartía estrellato con Penélope Cruz. Algunos podrán decir que es casualidad que hoy ambos sean las estrellas con más proyección de España, sin duda los mejores embajadores que podemos desear. Yo no creo en las casualidades. Aunque los dos eran muy jóvenes, saltaba a la vista que tenían madera para llegar todo lo lejos que quisieran. Recuerdo que Javier estaba como loco por Penélope, cuando los veo juntos ahora no puedo evitar una sonrisa. Aunque, eso sí, me fastidia mucho que la gente me esté preguntando constantemente por su relación ya que no tengo nada que decir, salvo sentir una lógica felicidad. De hecho, me alegro de que Javier haya seguido el consejo que le di entonces de que procurara prodigarse lo menos posible en las revistas y la televisión. Desde La teta y la luna no he vuelto a trabajar con él. En realidad, hay mucha gente que no sabe que él sale en esa película. De hecho, su aparición no estaba prevista, pero fue él mismo quien me lo pidió siguiendo una lógica que me convenció en seguida, si estaba en Jamón, jamón y en Huevos de oro, tenía que salir en el filme que completaba mi trilogía hispánica.

Si alguien tiene paciencia, lo descubrirá como un figurante más vestido de romano en un puente. De sus trabajos conmigo sólo puedo decir buenas palabras. Javier es un actor muy concienzudo. En Huevos de oro tenía una leve cojera y se estuvo dos meses estudiando cómo éstos caminaban en un hospital. Yo creo que no hace falta que un actor se meta en la piel de un personaje para hacerlo bien, pero es su forma de trabajar y salta a la vista que le da buenos resultados. Javier es de los pocos actores capaces de seducirme en cada película, de reinventarse a sí mismo con cada nuevo papel. Desde luego, tanto si le dan el Oscar como si no el futuro es suyo. No me cabe ninguna duda de que le van a dar no uno sino varios premios en Hollywood.

Cuando nos conocimos yo le dije que el éxito dependía de cuatro factores. Por una parte está el talento; por la otra hacer los deberes, después está la salud y, finalmente, la suerte. De momento, a Javier le han acompañado las cuatro cosas. Y seguirá siendo así durante mucho tiempo.