Cine

Ang Lee

“Siento que ya no tengo nada que demostrar”

19 enero, 2006 01:00

Ang Lee

Ganadora en Venecia y, contra todo pronóstico, último gran éxito en las pantallas norteamericanas, el 20 de enero llega a España En terreno vedado, la controvertida película de Ang Lee. El director taiwanés, que ha rodado la primera historia homosexual entre dos ‘cowboys’, ha hablado con El Cultural sobre esta audaz y conmovedora propuesta.

Ang Lee (Taiwán, 1954) estrena la que muchos consideran ya su obra maestra, En terreno vedado (Brokeback Mountain), vencedora de la Mostra de Venecia, favorita para los Globos de Oro y con enormes posibilidades para los Oscar. Han tenido que ser un director heterosexual taiwanés (casado y con dos hijos) y dos actores también hete-rosexuales de Australia (Heath Ledger) y de California (Jake Gylenhall), quienes cabalguen como ‘cowboys’ homosexuales sin caer en la parodia, es más, sacando del sombrero una de las propuestas cinematográficas más audaces de los últimos años.

El cuento original de E. Annie Proulx en el que se basa la película fue publicado en la revista "The New Yorker" en 1997. Fue ya entonces cuando el productor habitual de Ang Lee, James Schamus, se lo dio a leer con la intención de trasladarlo a la pantalla grande. El cineasta taiwanés no vio entonces la conveniencia de abordar la adaptación y prefirió dirigir La Masa, quizá la película que menos fans le ha granjeado y la más excesiva en sus pretensiones, que al menos sirvió para convertir a Eric Bana en una estrella. Sin perder nunca su sonrisa y humildad, Ang Lee revela los detalles de su regreso al cine de emociones, aquel que no se deja eclipsar por el espectáculo.

-¿Por qué no se decidió en 1997?
-La primera vez que leí la historia, la rechacé, pese a que me conmovió hasta las lágrimas. La encontré elegíaca, profunda, enigmática y diferente. La segunda vez que la leí, decidí adaptarla por las mismas razones por las que me había negado la primera vez : pensé que se trataba de una película que nadie querría ver. Toda mi vida estuve también a la búsqueda de la aprobación de mi padre, que consideraba que rodar películas no era un oficio serio, más bien, una frivolidad. Su familia fue aniquilada durante la Revolución Cultural de Mao simplemente por el hecho de poseer tierras. Fui criado enTaiwán, a donde huyó para evitar ser asesinado. En 1978, mi familia llegó a Estados Unidos. Al final y por el tema que abordaba, me dio su bendición tras ver Hulk. Cuando le anuncié que adaptaría En territorio vedado, fue el que más me alentó. Dos semanas después murió. Fue el detonante que me decidió a adaptar el cuento.

-La narración original es muy breve, un texto de apenas 30 páginas. Ha contado con el novelista Larry McMurtry y con Diana Ossana para extender la historia sin menoscabo de su lirismo...
-Uno de los grandes obstáculos fue su estructura episódica alargada durante 20 años a lo largo de los cuales Ennis del Mar y Jack Twist recolectan perlas robadas de felicidad. Necesitaba una escritura enérgica y vigorosa para una historia intensa de amor, pérdida, dolor y arrepentimiento. Diana ha colaborado conmigo de forma regular desde 1993 y ella fue la que contactó a Larry. Fue una elección ideal pues varias novelas suyas han sido ya llevadas al cine. Sobre todo, Horseman, que se convirtió en Hud, con Paul Newman; Lonesome Dove, a la mayor gloria de Robert Duvall y Tommy Lee Jones y, sobre todo, The Last Picture Show, a cargo de Peter Bogdanovich, con su musa de entonces, Cybill Sheperd. Larry me confesó que se trataba de una de las mejores historias que había leído en su vida. Les llevó apenas tres meses de trabajo desde que sintieron que, al margen de las preferencias sexuales de sus protagonistas, a lo largo de los siglos los seres humanos no han cambiado en sus necesidades y deseos. Su trabajo consistió en convertir el relato en una gran historia épica sin perder la lírica y economía del texto original.

El Oeste agonizante
-Supongo que le molesta que se haya etiquetado al filme de "western gay". Me gustaría que lo describiera con sus propias palabras.
-Se trata de una historia de amor. Punto. Apenas relacionada con el género del western. No responde al cliché de los "buenos" venciendo a los villanos al estilo macho de John Wayne. Es una narración contextualizada en el agonizante Oeste de finales del siglo XX, cuando la vida del vaquero es un recuerdo obsoleto mientras que las tradiciones del machismo se perpetúan. Es el retrato melancólico de un gran amor que es negado, la historia de dos vaqueros que ocultan su amor durante décadas, llevando vidas de creciente desesperación.

-En pleno siglo XXI, ¿cómo es posible que esta película siga levantando polémica y controversia ?
-Hay tabúes difíciles de superar. Comparto con James Schamus [el productor] el convencimiento de que si grupos homófobos o mayorías morales de diversas cataduras boicotean la película... me dará igual. Sólo quiero que la vean personas con sensibilidades puestas al día. Y, además, creo que lo que la película ofrece es un tema tratado con una seriedad como nunca antes. La historia no es nueva, pero sí el período en que se desarrolla, los personajes y sus maneras de expresarse. He evitado de todas las maneras posibles los clichés. No es Duelo en O.K. Corral. Al contrario. He querido retratar de forma auténtica la vida rural en el Oeste estadounidense contemporáneo, con situaciones y seres humanos reales.

Ang Lee eligió a dos actores jóvenes sin miedo a "perjudicar" sus incipientes y muy prometedoras carreras en un proyecto de alto riesgo en el acobardado Hollywood de nuestros días. Heath Ledger, sobre quien recae el peso del filme y al que veremos próximamente en Casanova (Lasse Hallstrom, 2005), y Jake Gyllenhaal, que acaba de estrenar Jarhead, de Sam Mendes, otra vuelta de tuerca en su impresionante carrera iniciada de niño a bordo de las películas de su padre, Stephen Gyllenhaal, y junto a su hermana Maggie. Ambos ofrecen sendas interpretaciones a calzón quitado ofreciendo un profundo amor lleno de emociones contradictorias : asco, ira, desesperación, esperanza, pasión, verguenza y liberación. Las escenas sexuales son de alto voltaje erótico. Y violencia.

Contra el ADN
-Heath Ledger realiza uno de esos trabajos que marcan una carrera. ¿Cómo es su personaje?
-Es un personaje que libra una batalla contra su propia estructura genética. Y contra las tradiciones y la moral, los miedos y las creencias heredadas de sus antepasados. Todo está en su ADN y el sufrimiento es, por tanto, muy grande.

-¿Y Jack Twist, otro gran paso del magnífico Jake Gyllenhaal?
-Jake supo de este proyecto cuando apenas tenía 17 años y le recuerdo bastante asustado. Ni se atrevía a leer el guión. Mis dudas y los parones que ha sufrido este proyecto han permitido que se convierta en un hombre y que se sintiera atraído por retratar una historia de amor que no sólo le conmovió sino que quiso rodar por no haber visto nunca nada semejante en la pantalla.

-Pese a que la historia transcurre durante dos décadas, ¿por qué eligió a actores tan jóvenes?
-Los actores de edad mediana ofrecen técnica, pero en el proceso han perdido frescura. Ganan en sofisticación pero es difícil que se suelten y lleguen tan lejos como un joven. Prefiero a los actores jóvenes aún con la huella de la inocencia en sus rostros frescos. Convencen más al público y otorgan una mayor verdad a las escenas. De hecho, durante el rodaje apenas sí les hablo. Porque tras meticulosos ensayos, todos saben lo que espero de ellos. Si les doy excesivas instrucciones, pierden una frescura que considero indispensable.

-La primera escena sexual entre Ledger y Gyllenhaal llama la atención por su violencia.
-La violencia en su primer encuentro sexual es sólo la expresión de la confusión que ambos sienten cuando ya no frenan la pasión que sienten el uno por el otro. Heath y Jake se mostraron muy nerviosos antes de rodar. En esta ocasión, les hablé del beso: tiene que ser brutal, un beso que jamás podría ser dado a una mujer... demasiado violento. Lo que se desata entre ellos es puro instinto animal. Es un beso de dos machos cuando dejan fluir sus emociones, ya sin ataduras, aislados en las montanas... sin testigos. Es el momento decisivo de sus vidas cuando confrontran las tradiciones y eligen un momento de libertad personal que más tarde se verá sofocada por las obligaciones sociales. Ahí surge su drama personal.

Mirada de extranjero
En 1999, Ang Lee dirigió su primer western, Ride with the Devil, un fresco de la Guerra Civil norteamericana a partir de unos mercenarios sureños. Entonces, los críticos escribieron que el director carecía de las referencias étnicas o culturales para abordar semejante historia. Algo con lo que no está en absoluto de acuerdo. "Mi mirada de extranjero me permite no sólo abordar los detalles más pequeños sino también ser consciente de la historia a gran escala y en un contexto épico". De hecho, a comienzos de este año, el exigente Los Angeles Film Critics Association le ha otorgado a él y al filme sendos galardones al mejor director y película de 2005. Asimismo, Lee ha sido nominado como mejor director del año por el Directors Guild of America. Un gran triunfo cuya chispa prendió en Venecia.

-El descubrimiento se produjo en Europa, en el festival de Venecia dirigido por Marco Mueller.
-Venecia nos hizo albergar grandes esperanzas, pues para nosotros no era más que una película modesta concebida desde parámetros de modestia. Después llegaron pequeñas proyecciones y las reacciones fueron tan positivas que puso en marcha el mecanismo de ¿cuánto podemos ingresar en la taquilla? Afortunadamente, mi implicación en esa parte del proceso es inexistente, nula. (Tímida risa) Yo sólo ambiciono que la puedan ver aquellos que sientan que quizá es algo nuevo y puedan sentirse conmovidos.

-Por su grandeza, belleza y espectacularidad y porque es el sitio al que regresan para renovar su amor durante 20 años, las montañas son el tercer personaje.
-Absolutamente. De hecho, los dos actores y yo mismo estuvimos varias semanas antes del rodaje ensayando línea a línea, empapándonos del paisaje, aprendiendo a cabalgar (Heath llevaba ventaja desde que monta desde niño en Australia) y viviendo de la manera más simple posible. Antes, me había enamorado de dos localizaciones en texas y Wyoming, pero finalmente, nos decidimos por la zona de Calgary, en Canadá. Es un paraíso terrenal, de una belleza sobrecogedora.

Otro cómic
-¿Algún nuevo proyecto?
-No para mí en este momento. Antes, en el pasado, me sentía ansioso por embarcarme en un nuevo reto que, literalmente, me asustara. Ahora, siento que ya no tengo nada que demostrar. Estoy implicado como productor en una película titulada The Hands of Shang-Chi. Dirigirá Woo-Ping Yuen, es una adaptación de un cómic de Marvel a partir de un maestro de Kung-Fu que debe batallar a su propio padre, cuando descubre que es un peligroso criminal. Me temo que vuelvo al lugar del crimen... las relaciones paterno filiales.


Del subtexto a la evidencia
Se dice que los productores de Trampa mortal (1982, Sidney Lumet) perdieron 10 millones de dólares por mostrar en pantalla el beso entre Christopher Reeve y Michael Caine. No es que la homosexualidad en el cine, efectivamente, haya tenido una razón de ser económica, más bien al contrario, por su vocación oculta, pero el nuevo filme de Ang Lee parece dispuesto a contradecir la norma con casi 25 milones de dólares recaudados en taquillas "liberales" norteamericanas (aún está pendiente de estreno en los estados más conservadores). Aunque el texto gay nunca se había plasmado con tanta objetividad en un género tan sagrado para Estados Unidos como el western, ya lo habíamos imaginado en las maneras de Montgomery Clift en Rio Rojo (1947) o de Ricky Nelson en Rio Bravo (1959), ambas de Hawks. El mítico Johnny Guitar (1954), del cineasta homosexual Nicholas Ray, no sólo dio rienda suelta a las pasiones melodramátricas en el género, sino que traspasó sus convenciones sexistas en la figura de Joan Crawford. Los bandidos con predilección por la violación masculina en la aventura ‘texmex’ Django Kill (1967), de Giulio Questi, fue algo más allá del neblinoso subtexto, como quizá también el retrato de James Dean en Gigante (1956), anticipándose a la imagen de Jon Voight en Cowboy de medianoche (1969), una calculada actualización de John Schlesinger sobre atípicas amistades masculinas en el cine que levantó ampollas. Tampoco se puede negar que Andy Warhol (vía Paul Morrisey) sabía exactamente de lo que estaba hablando cuando rodó la subversiva y fetichista Lonesome Cowboys (1968) en localizaciones de Arizona empleadas en westerns durante treinta años (la película todavía está prohibida en Gran Bretaña). Como clara exportación de la mentalidad reinante en cada época, lo cierto es que la homosexualidad en el cine, desparramada por todos su géneros, ha sufrido una de las mayores transformaciones, desde su criminilización (Le calde notti de Poppea, 1969) a su negación (De repente, el último verano, 1958; La calumnia, 1961); de su empleo como asombroso giro narrativo (Tarde de perros, 1975; Juego de lágrimas, 1992), a la explotación morbosa del tópico (A la caza, 1980), para entrar finalemente en su fase de normalización en los años noventa (Philadelphia, Fresa y chocolate, In & Out...). Fue el alemán R. W. Fassbinder quien con más profusión trató el tema en su cine, estableciendo la película icónica por excelencia del universo gay, Querelle (1982). De hechuras más clásicas y de mayor alcance lírico es Muerte en Venecia (1971), un ensayo sobre la belleza en guerra con la decadencia que filmó Luchino Visconti basándose en la novela homónima de Thomas Mann; mientras que el laureado hongkonés Wong Kar-Wai situó en Argentina una imposible y torturada historia de amor entre dos hombres (Tony Leung y Leslie Cheung) en Happy Together (1997).