Image: Soderbergh: La posibilidad de ganar un Oscar no me motiva

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Cine

Soderbergh: "La posibilidad de ganar un Oscar no me motiva"

Mejor directort del año con Traffic

27 diciembre, 2000 01:00

Acaba de ser galardonado como el mejor director del año por la National Board of Review, y el Círculo de Críticos de Nueva York (la antesala de los Oscar) ha respaldado la decisión otorgando tres premios a Traffic -entre ellos, mejor película y director-. En su noveno filme, el cineasta norteamericano explora el mundo de las drogas. A punto de estreno y de terminar el año, Soderbergh recibe a EL CULTURAL y aporta las claves de su filmografía.

Steven Soderbergh es ese raro cineasta norteamericano capaz de realizar películas con estilo y sustancia jugando con las reglas de los estudios de Hollywood pero haciéndolo a su idiosincrásica manera. El ejemplo de ello es Erin Brokovich, una película con estrella (Julia Roberts), contenidos sociales y exploraciones en el uso de la narrativa cinematográfica. Su segunda película relizada este año, Traffic, le lleva más lejos en sus exploraciones fílmicas y de nuevo utiliza grandes estrellas comprometidas con un filme complejo, no convencional y arriesgado, realizado en sólo 54 días, rodado en un 30% en castellano y en el más puro estilo guerrilla, en palabras del director.

Los dos prestigiosos premios otorgados al filme incluso antes de su estreno -mejor director del año de la National Board of Review y tres galardones a la película, director y actor secundario del Círculo de Críticos de Nueva York- anticipan que Traffic se erigirá en la película norteamericana destacada del año 2000. Como si le guiase un impulso premonitorio de celebración anticipada, Soderbergh recibe a EL CULTURAL a media tarde en la habitación 1.214 del hotel Four Seasons de Beverly Hills, en Los ángeles, botella de champán en mano. Se dispone a descorcharla para acompañarse del vino espumoso durante la conversación.

Al igual que sus últimas películas -Un romance muy peligroso y El halcón inglés, aún en nuestras pantallas-, Traffic llegó hasta Soderbergh mientras éste buscaba un proyecto con el que seguir su idiosincrásica exploración de las narrativas y herramientas cinematográficas, marca de la casa de una obra que suma ya nueve largometrajes desde su impactante debut con Sexo, mentiras y cintas de vídeo (1989), premiado en Cannes. El productor y director narra: "Llevaba bastante tiempo ideando centrar una película sobre el asunto de las drogas, el rol que juegan en la cultura y también en las vidas de las personas. No tenía en mente nada sobre adictos.. En un momento determinado, supe que la productora Laura Bickford había comprado los derechos para hacer un remake de la serie británica televisiva Traffik, emitida por la BBC en los años 80. Pero carecía de guión. Al mismo tiempo cayó en mis manos un primer borrador que el guionista Steve Gaghan estaba realizando sobre la historia de unos adolescentes de burguesía media alta de las Pacific Palisades de San Francisco que caían atrapados en la adicción de estupefacientes sintéticos. Pero carecía de trama central, título y forma. Mis ideas, la serie y el borrador de Steve convergieron y trabajamos juntos hasta pulir una historia a tres bandas, centradas en el narcotráfico y consumo de drogas pero con narrativas diferentes, plagadas de personajes…¡hasta 110!, varios de los cuales se cruzan, llegando a encontrarse un par de ellos".

Tratamiento cromático

Cuando habla de su película, Soderbergh utiliza constantemente el plural. Pero no se trata de un uso mayestático a su mayor gloria, sino de un concepto cerrado de equipo sin el cual no concibe hubiera sido posible la realización de una película arriesgada, que Laura Fries en Variety ha descrito como "enormemente ambiciosa y magistralmente realizada". Además, Soderbergh no sólo la ha escrito, producido y dirigido, sino que se ha encargado de la fotografía, cámara en mano, para lograr un estilo hiperrealista de docudrama. Sin embargo, en los créditos, el director de fotografía figura como Peter Andrews, que no es otro que Soderbergh, agazapado tras los nombres de su difunto padre. "Fue un recurso de salida, dado que el Sindicato de Guionistas impide aparecer en los créditos en las tareas de fotografía si te encargas también de la dirección. La urgencia de la película y la decisión de rodarla casi sobre la marcha y a muy alta velocidad -no transcurrían ni dos minutos entre una toma y otra- me decidieron a hacer yo mismo la fotografía".

El director tiene muy claro las habilidades inesperadas que tuvo que extremar para un filme presupuestado en 49 millones de dólares (unos 9.300 millones de pesetas), rodado casi a la carrera, con muchas escenas improvisadas, cámara al hombro y una urgencia que le dota de la cruda inmediatez de un documental. Soderbergh se explica: "Cada día antes de ponernors a rodar, me sentía a bordo de ese avión desde el que estoy a punto de tirarme al vacío. Lo hago, esperando que el paracaídas se abra poco antes de alcanzar el suelo. Esa era la sensación de cada día. El paracaídas siempre se acabó abriendo, pero siempre tras unos instantes en que me invadía la certeza de que no ocurriría y me espachurraría irremediablemente contra el terreno".

Y está también otro tema sobre el que charlar: el tratamiento cromático de las tres historias centrales que se imbrincan en Traffic: un azul eléctrico para la ubicada en Ohio y protagonizada por Michael Douglas, una bañada en verde para el enclave californiano de La Jolla y la historia de Catherine Zeta-Jones y un amarillo saturado para el México fronterizo de Tijuana y la peripecia moral del "buen" policía Javier Rodríguez, interpretado por el mercurial Benicio del Toro (premiado ya por el Círculo de Críticos de Nueva York). Dice Soderbergh: "Los colores me vinieron inspirados directamente por los sitios en que elegí rodar y la época del año en que lo hicimos. Escuché los sonidos de los paisajes y me embebí de las sensaciones que me provocaban. He querido fotografiar mis sentimientos y emociones en los colores que los paisajes me provocaban".

Sin juicios morales

Traffic no eleva juicio moral alguno sobre el consumo o tráfico de drogas. Tres historias finalmente entrelazadas desarrollan temas como la corrupción, la codicia y la degradación tanto física como moral a la que la adicción lleva. Traffic arranca en castellano con el policía Javier Rodríguez Rodríguez narrando una pesadilla nocturna durante una patrulla habitual en la frontera de Tijuana. El personaje de Benicio del Toro se convierte en el eje moral de una historia que incluye al super-zar antidroga del Gobierno norteamericano Robert Wakefield (Michael Douglas) que confronta los problemas del narcotráfico y la inmersión en la adicción de su propia hija adolescente. En tercer lugar, el descubrimiento de Helena Ayala, una dama de la alta sociedad californiana de la desconocida condición de traficante de su acaudalado marido. El personaje interpretado por Catherine Zeta-Jones (embarazada entonces de cinco meses de Dylan, el hijo de su unión con Michael Douglas) es el que sufre quizá un mayor giro dramático.

¿Cómo fue invitar a grandes estrellas de Hollywood a una película de estilo próximo al Dogma danés? "Muchas de ellas quisieron estar al conocer el proyecto. Incluso Julia Roberts me pidió un papel y le tuve que decir que no había ninguno para ella. Mis necesidades eran muy específicas: quería actores que se adaptaran a la estética y estilo de la película. Que no se echaran atrás por las dificultades y que tuvieran capacidad de improvisar. Necesitaba interpretaciones naturales. Me sentí afortunado de que grandes actores se sumaran al proyecto, no lo desequilibraran y disfrutaran del hecho de rodar todo el tiempo en vez de pasarse el día en el trailer matando el tiempo".

La película había sido aceptada en su rol protagonista por Harrison Ford, quien no se sintió finalmente preparado para el reto. Le sustituye Michael Douglas, junto a Catherine Zeta-Jones, Benicio del Toro, Dennis Quaid, James Brolin, Albert Finney, Amy Irving, Tomas Milian, Peter Riegert, Don Cheadle, Steve Bauer, Erika Christensen y Luis Guzman. La película se beneficia de las breves apariciones de Benjamin Bratt, Miguel Ferrer, Topher Grace, Peter Riegert y Salma Hayek. ésta no aperece siquiera en los créditos. Soderbergh puntualiza: "Salma lo quiso así y además lo hizo gratis".

Traffic no podría diferir más de su anterior filme, estrenado también este año, Erin Borkovich, y éste es el trabajo en las antípodas del thriller vengativo El halcón inglés realizado frente al anterior Un romance muy peligroso. Y es que el camaleón estilístico Steve Soderbergh, un nativo de 37 años de Baton Rouge, Luisiana, parece realizar películas enfrentadas unas de otras, casi en contradicción entre sí mismas. A la ligereza y sinuosidad de Mentiras, sexo y cintas de vídeo le siguió la claustrofóbica y expresionista Kafka, seguida de la nostálgica El rey de la colina, a su vez confrontada con el oscuro neo-noir The Underneath. Entre éstas y sus últimos éxitos -a veces de crítica, otras, de taquilla- una pieza semiautobiográfica casi inclasificable, Schizopolis, que él define como "una antipelícula experimental", y un libro, Getting Away With It, una charla-río con el cineasta británico Richard Lester, publicado en octubre por la editorial Faber.

Signos de identidad

Pero, pese a todo, la obra completa de Soderbergh presenta signos de identidad que la hacen reconocible: la persistencia del tema de la soledad y el aislamiento, la elegancia de las estructuras narrativas de las películas, los saltos en la narrativa y el tiempo, la sensación de reserva emocional y una frialdad de tono que no significa ausencia de pasión, más bien lo contrario.

¿Cómo se "enfrentará" el próximo filme Ocean’s Eleven -remake de La cuadrilla de los once (Lewis Milestone, 1962), a la mayor gloria del Rat Pack de Frank Sinatra- a sus películas anteriores? Soderbergh, tras limpiar minuciosamente sus gafas de cristales tan gruesos como la tremenda montura gris topo, adelante: "Se trata de mi película más difícil y complicada. Quiero hacer una película que haga reír desde el minuto uno hasta el final. Quiero hacer un gran entretenimiento, que es mi visión americana de las cosas, uniéndolo a un concepto más europeo de aproximación a los personajes. Quiero que Ocean’s Eleven sea un gigantesco entretenimiento producido por un gran estudio (Warner Brothers) a la manera de antes, algo que se ha convertido en una rareza en estos tiempos. A falta de dos actores, a día de hoy, el reparto de Ocean’s Eleven queda cerrado con George Clooney, Brad Pitt, Julia Roberts, Matt Damon, Don Cheadle, Alan Arkin, Scott Caan y Casey Affleck. El filme será producido por Clooney y Soderbergh desde su pequeña compañía, Section Eight, con oficina en los estudios Warner. Desde esta productora, planea también rodar Schizopolis 2 y un remake de la película de ciencia ficción de Andrei Tarkovski de 1972, Solaris.

Soderbergh se sabe muy apreciado en Europa -"alimento un concepto complejo de la naturaleza humana más cercano a la sensibilidad europea que a la americana"-, aunque suenan ecos de nominaciones al Oscar tanto para Erin Brokovich como para Traffic. De hecho, los primeros premios anticipan que Soderbergh se convertirá en el gran director del año 2000. Sin embargo, los cantos de sirena de los Oscar no desvían el rumbo de su barco. Dice: "Para mí, los Oscars son como un show que miro con curiosidad y diversión. Pero, como soy muy miope, están fuera del ámbito de mi mirada, no están en el paisaje que habitualmente contemplo. No tengo ni idea de cómo juzgan las películas, qué parámetros usan y, para empezar, cómo siquiera se atreven a hacerlo. La posibilidad de ganar un Oscar no me motiva, no es lo que me impulsa a levantarme cada mañana de la cama. Tengo muchas otras cosas en las que pensar. Pero no puedo ocultar que mi madre está muy ilusionada". (Risas)
Considerado prácticamente el inventor del filme independiente norteamericano (al menos en su subgénero presidido por jóvenes urbanitas confrontando problemas románticos), paradójicamente Soderbergh parece rebelarse contra ese tipo de cine haciendo últimamente películas según las convenciones de la forma de hacer cine de Hollywood, aunque dotándolas de su mirada y estilo únicos. El ejemplo supremo es Erin Brokovich, una historia que en manos de cualquier otro hubiera devenido en simple telefilme.

Soprendido por el éxito

El muy irónico Soderbergh comenta: "Soy el primer sorprendido del éxito de la película, porque tengo una lista enorme de causas que la podrían haber convertido en mi mayor fracaso. Primero, tiene un título difícil de pronunciar. Segundo, contiene cuestiones sociales, algo no muy popular y que no da dinero. Tercero, no está basada en historias publicadas a grandes titulares o un best seller. Cuarto, no hay tema musical central machacón que vender en un disco de éxito. Quinto, no hay productos de marketing que vender en paralelo. Sexto, es una película para un público adulto y no pensado para las masas de adolescentes que son los que realmente crean los taquillazos. No sé, gustó mucho y ha sido un éxito de taquilla. He debido de hacer algo muy mal, pero que muy mal".