El gen egoísta del coronavirus

Ciencia

El gen egoísta del coronavirus

El virólogo José Antonio López Guerrero aborda algunos interrogantes relacionados con las nuevas variantes descubiertas del SARS-CoV-2

22 diciembre, 2020 16:50

En su libro Un gen egoísta, Richard Dawkins explicaba cómo los genes intentaban perpetuarse. Los virus no son más que unos pocos genes rodeados de una cápsida protectora —y alguna cosilla más— o, si preferimos la definición del matrimonio Jean y Peter Medawa: "malas noticias envueltas en proteína". Sea como fuere, los virus infectan —obligadamente—, replican, mutan, evolucionan, se adaptan... A lo largo de la historia, dicha evolución va en la dirección de adaptarse a su hospedador perdiendo virulencia.

Puntualmente, podría surgir un variante con mayor "clínica", pero, a la larga, como digo, es que la adaptación vaya hacia una mayor dispersión del virus y menos virulencia. Es lo que podría estar ocurriendo con la nueva variante —una serie de mutaciones que se están consolidando— que se ha detectado en el sureste de Inglaterra. Es preocupante, por supuesto; las mutaciones se han producido en torno a la spike, la espícula con la que el virus se une a su receptor celular. No obstante, si se confirman los datos, este hecho habría ofrecido al virus una mayor capacidad de dispersión pero, y esto es importante tenerlo claro, no tiene por qué haberse convertido en más virulento.

Hacen falta más vigilancia y estudios para: saber si podría afectar a la eficacia de la vacuna —tampoco tendría por qué—, cuán disperso está ya por el mundo, si una posible reinfección con esta variante sería reconocida por el sistema inmune de alguien que ya pasó la infección —todo apunta a que así sería—. Sí, es una mala noticia envuelta en proteína; es preocupante... pero de poco nos sirve preocuparnos si seguimos pensando en reuniones de amiguetes y familias estos días, comilonas en locales cerrados, mala ventilación, viajes innecesarios o relajamiento de las medidas de seguridad.