Image: José Manuel Sánchez Ron: La ciencia debe tomar partido hasta mancharse

Image: José Manuel Sánchez Ron: "La ciencia debe tomar partido hasta mancharse"

Ciencia

José Manuel Sánchez Ron: "La ciencia debe tomar partido hasta mancharse"

9 marzo, 2018 01:00

José Manuel Sánchez Ron en el Real Observatorio Astronómico de Madrid junto al telescopio Herschel. Foto: Sergio Enríquez-Nistal

Universo, Tierra, vida y tecnología son los cuatro pilares de Cosmos, la exposición que el próximo día 19 se inaugurará en la Biblioteca Nacional. Hablamos con su comisario, José Manuel Sánchez Ron, que además publica El sueño de Humboldt y Sagan, una "historia humana de la ciencia" en la que ambos científicos conversan, gracias a un onírico bucle temporal elaborado por el físico y académico, sobre los grandes temas de la investigación.

"El Cosmos es todo lo que es o lo que fue o lo que será alguna vez. Nuestras contemplaciones más tibias del Cosmos nos conmueven: un escalofrío recorre nuestro espinazo, la voz se nos quiebra, hay una sensación débil, como la de un recuerdo lejano, o la de caer desde lo alto. Sabemos que nos estamos acercando al mayor de los misterios". Así empieza Carl Sagan su famoso Cosmos (Planeta), volumen que recoge algunos de los temas y reflexiones que popularizó en su serie de televisión de los ochenta. Parecidas sensaciones transmite el académico, físico e historiador de la ciencia José Manuel Sánchez Ron (Madrid, 1949) cuando habla de los desafíos científicos que afronta el ser humano en nuestros días. Porque una de sus máximas preocupaciones es difundir con emoción los grandes logros, presentes y pasados, de la investigación. Lo demuestra su incesante labor histórica y divulgativa plasmada en artículos periodísticos (como los de su sección ‘Entre dos aguas' que escribe en estas páginas) y en títulos como El jardín de Newton, El mundo después de la revolución (por el que recibió el Premio Nacional de Ensayo en 2015), Albert Einstein... y ahora en El sueño de Humboldt y Sagan, que publicará Crítica el próximo martes, 13. El trabajo surge de las cuestiones aparecidas durante la preparación de la exposición Cosmos, que podrá verse en la Biblioteca Nacional a partir del día 19 con el universo, la Tierra, la vida y la tecnología como ejes centrales. "Humboldt y Sagan se me fueron haciendo cada vez más presentes. Pasaron a ser, con sus respectivas obras, ciudadanos distinguidos de mi mente", desvela a El Cultural.

Así fue construyendo los pensamientos y reflexiones de estas dos figuras científicas, muy distantes en el tiempo pero cercanas en cuanto a curiosidad, tesón y compromiso con el conocimiento. El historiador de la ciencia empezó a rastrear en sus obras sus deseos científicos más personales y recónditos. El resultado: una conversación ficticia, tal vez soñada, recreada gracias a un original bucle cronológico de la imaginación, combinada con textos sobre, según reza el subtítulo, "una historia humana de la ciencia".

Pregunta.- La idea del sueño recorre el libro. Menciona incluso uno del pensador Bertrand Russell que recoge Godfrey Harold Hardy en Apología de un matemático...

Respuesta.- Sí, en realidad el libro es un sueño. Porque lo que me hubiese gustado es estar presente en esa conversación entre dos gigantes de la ciencia y del pensamiento a los que, además, se les podría aplicar la famosa frase de Terencio: "Nada de lo humano me es ajeno".

La biología podría modificar, en el plazo de una generación, las características de nuestra especie"

P. - Además de sus trabajos, ambos titulados Cosmos, ¿qué une a estos dos científicos y divulgadores?
R. - Su pasión por conocer la naturaleza. La terrestre en el caso de Humboldt, que no dispuso de los medios técnicos de Sagan para explorar el universo. Ambos se interesaron por la vida de los humanos. Humboldt desde un punto de vista antropológico y Sagan desde el biológico.

Un encuentro entre maestros

P.- ¿Ha optado por el diálogo como una forma de mayéutica siguiendo la tradición socrática?
R.- Sí, aunque en este caso no se trata de diálogos entre maestro y alumno, como fue el caso de Sócrates, sino entre dos maestros. Un intercambio de este tipo, sobre todo si es imaginado, permite licencias y maneras de profundizar en las diferentes personalidades.

P.- ¿Qué hay de documentación y qué de su cosecha en esta forma de presentarlos?
R.- He utilizado la abundante correspondencia de Humboldt. Es una maravillosa fuente de primera mano que me permitió acceder a lo que pensaba y deseaba realmente, a sus alegrías y sus frustraciones. También sus libros, claro. Con Sagan no he podido disponer de su correspondencia, pero sus textos contienen mucha información autobiográfica, además de científica.

P. - ¿Se ha sentido identificado con ellos? ¿De cuál se siente más cercano?
R.- Sí, porque ninguno de los dos fue el típico sabio encerrado en su torre de marfil. Ambos vivían en el mundo real. Al leer lo que escribieron piensas que tienes bastante en común con ellos, que en realidad querían hacer un mundo mejor. Me identifico más con Sagan. Me resulta más próximo y puedo entender mejor lo que quería y lo que hizo. Admiro profundamente su sentido de la responsabilidad social, que no manifestó únicamente a través de sus libros y programas de televisión, sino también en compromisos político-sociales, como cuando alertó sobre los peligros de un "invierno nuclear".

P. - ¿Cree que el científico debe implicarse en la defensa de la libertad? ¿Debe el mundo de la ciencia tomar partido en cuestiones de actualidad?
R.- Creo que quienes más saben, más responsabilidad social tienen. Y los científicos saben mucho, poseen un conocimiento "limpio", contrastable. En ese sentido, el mundo de la ciencia debe tomar partido hasta mancharse, como bien decía el poeta, pero sin olvidar que en la sociedad, en la "humanidad", hay algo más que la racionalidad de la ciencia. Ahora bien, la defensa de la libertad es una tarea de todos, de los que saben más y de los que saben menos.

¿Un diálogo escénico?

P. - ¿Qué le atrae más de Humboldt, sus aportaciones a la ciencia o su personaje?
R. - El personaje. Su extrema ambición por entender la naturaleza. Para él, conocer estaba indisolublemente unido a dos cosas: visitar cuantos más lugares mejor y medir, cuantificar detalles geográficos y atmosféricos. Fue no solo un científico notable, sino también uno de los grandes exploradores de la historia.

Imposible no hacer un ejercicio escénico con este diálogo, imaginar una representación teatral en la que ambos protagonista se interpelan con vehemencia. Como Flotats en Voltaire/Rosseau. La disputa, hasta hace poco en el Centro Dramático Nacional, Humboldt y Sagan exponen sus ideas con prodigioso realismo de la mano de Sánchez Ron: "Veo muy posible ese diálogo sobre un escenario. Hasta creo que me atrevería a hacer una versión teatral".

P.- Viajemos al Cosmos. ¿Tocamos ya "el mayor de los misterios"? ¿Hasta qué punto nos acercamos a su total comprensión?
R.- ¡Uf! Recuerdo que hasta hace relativamente poco pensábamos que sabíamos mucho, pero el descubrimiento de que existe una materia y energía oscuras de las que ignoramos prácticamente todo, salvo que existen, y que constituyen alrededor del 95 por ciento del contenido del universo, nos hace ser más precavidos. Pero no dudo de que se resolverá este problema. Ahora bien, creo que lo que jamás llegaremos a comprender es cómo es que existe el universo y el problema subsidiario del Big Bang.

Dos trabajos de Leonardo da Vinci que podrán verse en Cosmos

Preguntas incómodas

P.- ¿Qué hubiese dicho Sagan ante la confirmación de las ondas gravitacionales?
R.- "¡La cantidad de cosas que voy a descubrir!"

P.- ¿Cree, como Thomas Jefferson, que los verdaderos patriotas hacen preguntas? ¿Es el expresidente estadounidense otro punto en común entre Humboldt y Sagan?
R.- Sí, los verdaderos patriotas hacen preguntas. Y preguntas incómodas. Ser "molesto" no es agradable, pero a veces es necesario. Sobre Jefferson diré que lo admiro. Seguramente fue el único presidente que ha tenido EEUU (y cualquier nación) que leyó, entendiéndolo, el libro que Isaac Newton publicó en 1687, Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, una de las joyas más preciadas de la historia de la humanidad. En la ‘Galería de los Inmortales' que tenía en su casa de Monticello asignó un lugar preferente a tres retratos: los de Newton, Francis Bacon -jurista y autor de un texto en el que intentaba codificar el método científico- y John Locke.

P.- ¿Cree que Darwin y Einstein han dejado algún resquicio para una concepción religiosa del cosmos?
R.- Einstein, tal vez sí. Aunque en un sentido totalmente ajeno a un dios personal, que se ocupa de los individuos. No creía en ningún tipo de supervivencia futura después de la muerte, como prometen la mayoría de las religiones. De lo que habló es de un tipo especial de sentimiento religioso, el que le producía el orden que subyace en el universo, en la naturaleza, un orden que los científicos buscan desvelar. En cuanto a Darwin, comenzó siendo creyente. Cuando embarcó en el famoso viaje en el Beagle era, como señaló en su autobiografía, "completamente ortodoxo", pero sus investigaciones y la idea que finalmente se formó a través de la evolución de las especies, hicieron de él una persona muy diferente. En esa misma autobiografía incluyó pasajes muy duros contra las religiones.

La tecnología está favoreciendo la superficialidad. No es lo mismo información que conocimiento"

P.- Gracias a los hombros de gigantes como Copérnico, Galileo, Leonardo da Vinci, Newton, Darwin o Einstein se ha abierto camino, a lo largo de la historia, la verdad frente a la intransigencia. ¿Qué peligros ve en la ciencia actual? ¿Cree que vuelve el fanatismo?
R.- El conocimiento siempre es positivo y la ciencia constituye el paradigma del conocimiento. No existe mejor forma de acercase a la verdad, a la de cómo es el mundo y todo lo que contiene. Otra cosa es cómo utilizamos ese conocimiento. El riesgo principal que veo actualmente se centra en la biología, en la capacidad de modificar, en el plazo de una generación, características propias de nuestra especie. No sólo puede ser un salto al vacío sino también una forma de ahondar en las ya acentuadas diferencias sociales. Dicho esto, creo también que las ciencias biomédicas en general, y las biológico-moleculares en particular, aportarán inmensos beneficios en la lucha contra las enfermedades y el envejecimiento. Con respecto al fanatismo, percibo que las tecnologías de la información están favoreciendo la superficialidad, dan notoriedad social a quienes no tienen nada que ofrecer, salvo habladurías u opiniones no contrastadas.

P.- ¿Cómo marcará internet el futuro de la cultura globalizada? ¿Cuál cree que será el impacto a corto plazo en las relaciones humanas?
R.- Lo está haciendo. Lo ha hecho ya. Está a la vista de todos. Es algo que tiene inmensas ventajas, pero también grandes inconvenientes. Por un lado, no hay que confundir "información" - que es lo que da internet y las redes sociales- con conocimiento, algo que requiere mucho más esfuerzo y tiempo. De otro, se puede perder mucho del "contacto humano". No importa que las redes estén llenas de mensajes personales. Caras, gestos, diálogos (¡como los que imagino entre Humboldt y Sagan!) dicen mucho más que mensajes escritos a toda velocidad. En fin, al decir estas cosas me considerarán un viejo dinosaurio, pero yo no me veo así...

El desafío del homo sapiens

P.- Acaba su libro con un capítulo dedicado a la tecnología. Sagan pudo intuir sus efectos. Humboldt no tanto. ¿Cree que avances como la Inteligencia Artificial cambiarán definitivamente al ser humano?
R.- Cambiará nuestros hábitos, la manera de relacionarse con el mundo tanto en lo material como en lo personal. Delegará funciones y actividades que los humanos han ejercido durante toda su existencia como homo sapiens a máquinas inteligentes. Esto, a medio o largo plazo, puede modificar nuestras características biológicas. A corto plazo, lo que puede cambiar la biología de los humanos es, como le decía, la medicina biomolecular. Se podrá hacer, está a punto de ser factible técnicamente. Y lo que se pueda hacer, se hará. Así ha sido siempre. No digo que me guste pero creo que será un hecho que puede conducir a profundas diferencias sociales, a algo así como "castas biológicas". Y esto sí que me preocupa.

Sánchez Ron cierra la conversación mostrando su confianza en la ciencia actual, levantando acta del "magnífico" momento que atraviesa. Eso sí, con matices: "Como la ciencia es acumulativa, es fácil que lo que venga sea mejor. Existe el convencimiento de que la investigación constituye un elemento imprescindible para el bienestar económico, industrial, sanitario y cultural de un país. Esto hace que cada vez reciba más apoyos en todo el mundo, a excepción de España, y que surjan más científicos y centros de investigación".

@ecolote

De Ptolomeo a Hubble

Los Códices Madrid de Leonardo da Vinci, el Diálogo de Galileo, el tapiz Hércules sostiene la esfera terrestre, las Tablas Astronómicas de Alfonso X, el Almagesto de Ptolomeo, el De revolutionibus de Copérnico, el Principia Mathematica de Newton, cuadros como El geógrafo y el naturalista de Adriaen van Stalbent y Una investigación de Sorolla, la maqueta del telescopio Herschel de Carlos III, los estudios sobre la expansión del universo de Hubble y la Teoría de la Relatividad de Einstein y el libro El origen de las especies de Darwin son algunos de los platos fuertes de la exposición Cosmos que la Biblioteca Nacional exhibirá a partir del próximo 19 de marzo con la colaboración de COVAP. "He pretendido -explica Sánchez Ron- que quienes visiten la muestra salgan con la impresión de que han realizado un recorrido por el conjunto del Universo, incluyendo los mejores frutos, científicos y tecnológicos, de la creatividad humana". Las piezas de la muestra, que irá acompañada de un catálogo, proceden de los fondos de la propia Biblioteca Nacional, el Museo del Prado, el Jardín Botánico, Patrimonio Nacional, el Museo de Ciencias Naturales, el Museo de Ciencia y Tecnología, el Real Observatorio Astronómico de Madrid, el Instituto Astronómico de Canarias y el Centro de Astrobiología, entre otras instituciones.