Image: Miguel Delibes de Castro

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Ciencia

Miguel Delibes de Castro

“No hay nada más globalizado que el medio ambiente”

26 febrero, 2004 01:00

Miguel Delibes de Castro. Foto: Julio Carlos

La reciente Conferencia de Biodiversidad celebrada en Kuala Lumpur se ha propuesto como meta, para los próximos seis años, frenar la desaparición de seres vivos en nuestro planeta. En España, especies como el lince, el oso, el visón, el urogallo o el lobo exigen una mayor protección. Miguel Delibes de Castro (Valladolid, 1947), profesor de investigación del CSIC en la Estación Biológica de Doñana y Premio Nacional de Medio Ambiente, participa hoy en el ciclo Vive la Ciencia -organizado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y la Fundación BBVA- con la conferencia El reto de conservar la naturaleza. Sobre la situación de estas especies y su supervivencia ha hablado con El Cultural.

-¿Podría llegar a restaurarse de forma "artificial" el equilibro del ecosistema de la Península Ibérica con especies como el lince, el lobo, el oso o el visón europeo?
-Creo que es necesario garantizar la conservación en España de las cuatro especies que cita y de muchas otras, en algún caso recurriendo a medidas "artificiales", si hiciera falta. Pero eso sólo no implica que los ecosistemas degradados se restauren. Más bien habría que hacerlo al revés: primero restaurar los ambientes y luego recuperar allí las especies emblemáticas perdidas. Un buen ejemplo podría ser la foca monje; por mucho que artificialmente criemos y soltemos focas, no van a poder vivir a medio plazo si no se recuperan antes los hábitats costeros y con ellos las poblaciones de peces sobreexplotadas. Por eso decimos con frecuencia que las especies emblemáticas son "paraguas" que permiten luchar por la conservación, a su sombra, de ecosistemas completos. Lo importante no es tanto salvar al oso o al urogallo en los montes cantábricos, sino conservar éstos; mientras haya osos y urogallos, sabremos que hay bosques y otros recursos, que el ecosistema funciona razonablemente bien. Si salvamos al oso de una forma exclusivamente artificial, al margen del ecosistema en el que vive, su función como paraguas se habrá perdido.

-¿Cómo están influyendo entonces los últimos avances en bioingeniería en la conservación de las especies más amenazadas?
-En mi opinión, la bioingeniería es por el momento una herramienta potencial de futuro en la conservación de especies amenazadas. Sin embargo, contra las principales amenazas actuales a la fauna y flora silvestres (degradación del hábitat, impacto de las especies exóticas...), la bioingeniería poco puede hacer. Y además tiene un riesgo: podemos creer que evitando en el laboratorio que una especie se extinga (con la clonación, por ejemplo) ya la hemos salvado, cuando lo que en realidad necesitamos es salvarla en, y con, su ambiente. Alguna vez he dicho que evitar la extinción de una especie en un laboratorio o en una jaula es un pequeño fracaso, como lo es para un médico evitar la muerte pero dejar a una persona en coma. Desde luego es mejor que nada, pero no es a lo que aspiramos. De todos modos, insisto, es una herramienta potencial importante (como lo es para los médicos inducir el coma en algunas situaciones).

-¿Cuál de estas especies corre mayor peligro de extinción?
- De las especies citadas, a escala global, el lince ibérico, e inmediatamente después el visón europeo. También la foca monje. En España quedan muy pocos osos y son genéticamente diferentes a los de otras latitudes, por lo que son un objetivo de conservación importantísimo; pero como especie a nivel global el oso pardo no está tan amenazado. Con el lobo la situación es parecida, si bien en este caso los efectivos ibéricos son mayores (quizás existan un par de millares de lobos y apenas un centenar de osos).

Escasas poblaciones
-¿Qué condiciones deberían tener para su recuperación?
-En el caso del lince, hay tan pocos (quizás unos 200) que ni siquiera poniendo todas las condiciones podemos garantizar su supervivencia. Hay un margen importante de azar, de suerte. En todo caso, hay que cuidar muy bien las escasas poblaciones actuales y conseguir, incluso artificialmente (cría en cautividad, translocaciones...), como decíamos antes, que vuelva a haber linces ibéricos donde los había hace cuarenta años. Para eso hay que conservar los lugares donde hubo linces con tanto entusiasmo y tanta diligencia como si siguiera habiéndolos, pues allí es adonde tienen que volver. La principal amenaza para el visón europeo es la invasión de Europa (y del norte de España) por parte del visón americano, que lo desplaza de distintas maneras (es de mayor tamaño y muy agresivo, transmite enfermedades, etc); frenar el avance del visón americano, que fue traído para las granjas de peletería, pero escapa de ellas con facilidad y alta frecuencia, es un asunto complicado, pero lo tenemos que intentar. Además, naturalmente, es imprescindible conservar los ríos y sus sotos, que el visón europeo necesita para sobrevivir.

-¿Puede llegar a hablarse de un "milagro de resurrección" a corto plazo?
-Personalmente confío en ese "milagro de recuperación", que no resurrección, pues a diferencia de otras especies "resucitadas" (como el ferreret o sapillo balear, que fue descubierto fósil antes que vivo) los linces ibéricos nunca han llegado a darse por desaparecidos. Los linces han decaído aproximadamente un 80% entre 1960 y 1980, y otro 80% entre esa fecha y el año 2000. Si antes de 2005 hubiéramos conseguido frenar esa carrera hacia el abismo y a partir de entonces estuviéramos recuperando posiciones, el "milagro" estaría más cerca (y aún así, no podríamos echar las campanas al vuelo). En el caso del visón, tardamos en saber que existía en España (sólo fue descubierto mediado el siglo XX), pero tampoco sería un "resucitado".

Criterios conservacionistas
-Cuatro millones de hectáreas protegidas en España... ¿Son suficientes para no lesionar más nuestro medio ambiente?
-Todo el país debe ser gestionado con criterios conservacionistas, aún sin protecciones especiales; el planteamiento consistente en enfrentar unas áreas protegidas estrictamente contra otras áreas donde se puede hacer cualquier cosa, se ha quedado muy antiguo y es poco eficiente. El profesor González Bernáldez, que fue catedrático de ecología en Sevilla y Madrid, decía que había que "desparquerizar los parques nacionales y parquerizar el resto de la naturaleza".

-¿Serán suficientes iniciativas como la Red Natura 2000 para atajar el deterioro medioambiental?
-Hay que celebrar la Red Natura 2000 y confiar en que resulte eficaz. Es un paso adelante importante.

-¿Cree que la solución política a la conservación medioambiental se encuentra en una normativa europea?
-No. Creo en una toma de conciencia colectiva que se manifieste en cambios de comportamiento y nuevas normativas municipales, regionales, estatales, europeas y globales.

-¿La solución será global (mundial) o no será?
-A medio y largo plazo, sí. No hay nada más globalizado que el ambiente. Hoy día sabemos muy bien que lo que se hace en España repercute en la Antártida, por ejemplo, o que la contaminación de las industrias americanas afecta al clima en nuestro suelo, por mucho que nosotros cumpliéramos (que no cumplimos) el protocolo de Kyoto. Cada vez es más cierto lo de la "casa común", pero un conocido lema ecologista nos propone "pensar globalmente y actuar localmente".

Respeto al paisaje
-¿Qué se puede hacer entonces desde el ámbito local?
-Mucho, desde el ámbito local e incluso en la esfera individual. Debemos promover la solidaridad con los menos favorecidos (a todos los niveles), el ahorro de energía y de agua, el respeto al paisaje, el reciclado de basuras, etc. Debemos organizarnos y exigir a aquellos que nos gobiernan políticas claras en ese sentido (o cambiar nuestro voto). Tenemos que aprender acerca de los servicios que la naturaleza nos presta y enseñárselo a los demás. Hemos de consumir con buen juicio. Y con frecuencia, también, tendremos que aprender a renunciar a algunas comodidades prescindibles.

-¿Puede decirse que Doñana se encuentra totalmente regenerado tras el desastre de Bolidén?
-En algunos aspectos la cuenca del río Guadiamar está mejor de lo que estaba antes del vertido, en particular con la puesta en marcha del Corredor Verde. Algunas iniciativas públicas (como el programa Doñana 2005) surgidas a consecuencia de la catástrofe minera están permitiendo hoy la ampliación del Parque Nacional. En el lado negativo, quedan algunos focos puntuales de contaminación que no pudieron limpiarse en su momento y que siguen siendo hoy motivo de preocupación.