Tengo una cita por Manuel Hidalgo

Jane Austen y el futuro de las mujeres

26 septiembre, 2012 02:00
Los Watson (Nórdica) es una pequeña novela inacabada de Jane Austen (1775-1817). Se lee con total satisfacción y aprovechamiento, ya que, si bien su trama no llega a su completo desarrollo y desenlace, sí adquiere su pleno significado, y más cuando el libro concluye con una nota de James Edward Austen-Leigh, sobrino y biógrafo de la escritora inglesa, que desvela los planes que Austen tenía respecto al destino final de los principales personajes. Los Watson no tiene la envergadura de las, al menos, cuatro obras maestras que Jane Austen publicó en vida: Sentido y sensibilidad (1811), Orgullo y prejuicio (1814), Mansfield Park (1814) y Emma (1816). Sin embargo, participa esencialmente de sus constantes estilísticas y temáticas: la ironía crítica y la fina observación a la hora de describir las cuitas de mujeres con personalidad, un tanto rebeldes, pertenecientes a la burguesía rural británica, cuyo ambiente familiar -el único que conoció en profundidad la escritora- se recrea magistralmente. Emma Watson, la otra Emma de Jane Austen, es una muchacha que regresa a su poco boyante hogar, tras haber sido educada por unos tíos de posición más desahogada, y tiene que enfrentarse a la problemática de tantas heroínas de la autora: manejar su futuro personal y económico por los inciertos vericuetos del amor y del matrimonio. Jane Austen, que murió a los 42 años, permaneció soltera. La chica es invitada a un baile ofrecido por una familia más potentada, ocasión de oro para que oriente sus pasos, al tiempo que es advertida de que será objeto del acoso de un tal Tom Musgrave, galán depredador e informal que ya ha causado estragos entre sus hermanas. La inexperta Emma sabrá manejarse con más soltura y habilidad de las previstas, lo cual no quiere decir que su porvenir deje de ser incierto. ¿En qué consiste el porvenir de una muchacha de su clase y de su tiempo? En casarse con un joven lo más adecuado posible, lo cual significa que el candidato ha de disponer de suficientes recursos económicos. No hay otra salida para las mujeres que, en su tiempo, carecían de la independencia que solo proporcionan una capacitación profesional y un trabajo remunerado. El ambiente social no les asignaba otro papel que el de esposas y madres a buen recaudo, excepción hecha de la opción por la soltería, cuidar de los viejos padres y de los hermanos pequeños. Elizabeth, hermana de Emma, le explica así su punto de vista acerca de sus aspiraciones ante un horizonte tan poco estimulante: "Ya sabes que no tenemos más remedio que casarnos. Yo me arreglaría muy bien sola; con unos pocos amigos y un agradable baile de vez en cuando me contentaría, si una fuera a ser siempre joven. Pero nuestro padre no puede asegurarnos el porvenir, y es muy triste envejecer, ser pobre y que se rían de ti". La vejez, claro, es el gran inconveniente, el gran fantasma. Y más para una mujer pobre y soltera. Así era, hasta hace nada, el panorama que atisbaban muchas mujeres excluidas, por una cosa o por otra, del matrimonio, una solución y una condena. El mundo ha cambiado. Las mujeres han cambiado. El mundo ha cambiado a las mujeres y las mujeres han cambiado el mundo.

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