Luis-Homar-Liz

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Stanislavblog por Liz Perales

¿C?¿N?¿TC?

21 marzo, 2019 09:23

Como ya se sabe Lluís Homar, actor barcelonés, uno de los fundadores del Teatro Lliure y con nula experiencia en el teatro barroco español, será el nuevo director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) por decisión de Amaya de Miguel, directora general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM). De Miguel lo ha elegido de una terna de cuatro candidatos que le fue propuesta por el consejo artístico de teatro que ha participado en el proceso público de selección y al que se presentaron 14 aspirantes. Homar es el segundo actor y director (el primero fue Marsillach, fundador de la Compañía) que ocupa la dirección.

La Compañía Nacional de Teatro Clásico se define muy bien en su nombre y de todas las unidades de producción teatrales del Ministerio de Cultura es la que tiene establecidos su objeto y fines más claramente en sus estatutos:

“1… La CNTC tiene como misión recuperar, conservar, revisar y difundir el patrimonio teatral español anterior al siglo XX, con especial atención al Siglo de Oro, pudiendo abordar, asimismo, de manera ocasional, el repertorio clásico universal.

2. (…) la CNTC, como compañía de repertorio, garantizará la divulgación del teatro clásico español, tomando como eje fundamental de su programación el teatro barroco español…”.

Tras hora y media de presentación ante los medios de comunicación el pasado miércoles, Lluís Homar me dejó más preguntas que respuestas, y también una inquietante sensación de indefinición de su proyecto. No comparto la política del INAEM de mantener en secreto los proyectos que compiten, ¿no estamos ante un proceso público?

En su comparecencia Homar explicó que quiere hacer un teatro popular, que le interesa, sobre todo, la Joven Compañía por todo lo que supone de formación e investigación, e insistió mucho en que uno de sus mayores preocupaciones será mostrar un estilo interpretativo en el que el actor transmita “verdad”. Nada dijo de si durante su mandato por cinco año tiene pensado crear compañía, elenco estable o qué; sí señaló que girará más y será más internacional y periférica, y que la noción de teatro clásico español se expandirá hasta el siglo XIX para incluir, por ejemplo, a Guimerá, y a los autores del repertorio europeo.

Dos detalles de su comparecencia me sorprendieron. El primero, que no mencionara en ningún momento la característica diferenciadora de la CNTC: hace teatro en verso. Encontrar un estilo interpretativo de decir el verso acorde a los tiempos fue un asunto medular, clave, que obsesionó como pocos a su fundador, Marsillach, y que Helena Pimenta, en mi opinión, ha encarrilado satisfactoriamente. El teatro en verso impone una estructura de la que pende todo lo demás, y elegir un estilo es optar y definirse artísticamente ante la sociedad, además de muchas y muchas horas de estudio, indagación e investigación en prosodia por parte de actores, maestros y directores.

Es lógico que Homar, que es actor, se interese por la “verdad interpretativa”, los que tratamos a los actores estamos habituados a oírles hablar de cómo traducir la palabra (generalmente escrita) en acciones dramáticas (volvemos a Stanislavski, a Mikhail Chéjov y otros maestros posteriores). Pero que diga que los de la Comedie Française y la Royal Shakespeare “nos llevan ventaja” en ese asunto (históricamente, no hay duda), me lleva a pensar que Homar lleva tiempo sin ver lo que se cuece en los escenarios madrileños en general, y en la CNTC en particular, donde hoy podemos encontrar actores enfrentándose al corsé del verso clásico español con increíble magia, maestría y musicalidad, alcanzando esa “verdad” a través precisamente de la palabra hablada en la forma y sonido más compleja posible.

El segundo detalle chocante fue el de que, estando en la casa consagrada a los clásicos españoles por excelencia -La Comedia, una de las sedes de la CNTC-, el futuro director no mencionó el nombre de ninguno de los fantasmas que noche tras noche suelen escucharse allí: Calderón, Tirso, Moreto, Cervantes, Rojas Zorrilla… Sí habló de Shakespeare y Molière, los únicos que junto con Marlowe él ha representado del repertorio clásico.

Al gran Lope solo lo mencionó de pasada, cuando intentando dar una explicación de lo que entiende por “clásico” se refirió al venerado libro de Jan Kott, Shakespeare, nuestro contemporáneo, para decir que le gustaría que también se pudiera hablar de Lope como nuestro contemporáneo. Todo hace presumir que su proyecto, en relación con el repertorio, se adapta a la siguiente frase final de los estatutos antes citados, que habla del objeto de CNTC: “pudiendo abordar, asimismo, de manera ocasional, el repertorio clásico universal”.

Por último, chirría, es casi ridículo, presentarse diciendo que no tiene experiencia en teatro clásico, que viene a aprender. Suena a frase de becario. pero su sueldo de 65.000 euros brutos anuales no lo es.

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