Qué raro es todo! por Álvaro Guibert

Sigma

11 diciembre, 2013 09:40

Increíble este cuarteto de saxofones. A fuerza de sutileza tímbrica, los Sigma se empeñan en buscar el universo entero dentro del saxofón. ¡Y lo encuentran! Quedé en avisar cuando apareciera su CD con las Tenebrae de Jesús Torres. Pues ya está. Se llama Utopías y es un disco muy especial, como todo lo que hacen ellos. Y también muy especial —como todo lo que hace él— es esta partitura de Torres, que pone a los saxofones a jugar con un responsorio del Oficio de Semana Santa del gran Tomás Luis de Victoria. Túnel del tiempo, eco del pasado, diálogo de los siglos, fusión de épocas, intertextualidad temporal o como lo queráis llamar. Lo llevamos dentro. Forma parte de nuestras señas de identidad como ciudadanos que somos del siglo XXI. Ningún otro momento de nuestra cultura (ni de ninguna otra, que yo sepa) ha sido tan historicista, ha mirado tanto y con tanto cariño al pasado. A mí eso me parece muy bien. Sobre todo cuando esa mirada no es puramente recuperadora o conservadora, sino también creativa, cuando los artistas de hoy se sientan con sus colegas de ayer o de anteayer a jugar una partida nueva del juego del arte. Claro que eso se puede hacer bien, regular o mal. Mal, cuando el rollo flash-back se usa como artimaña para esquivar la dureza del lenguaje actual. Regular, cuando el vaivén de estilos acaba mareando al propio artista y a sus espectadores. Bien, rara vez, cuando el artista de hoy da en el clavo y, aun a distancia de eras, conecta con el borne universal e intemporal de la obra maestra de su antecesor, borne que existe seguro, porque si no no sería obra maestra. Ese contacto es el que convierte el puente al pasado, el gigantesco arco de 400 años, en arco voltaico. Ahí es cuando salta la chispa y nos electrocutamos todos y ardemos en la llama del arte.

No sé por qué me ha venido esta imagen tan achicharrada, pero por algún motivo me parece muy apropiada. Lo que hace Torres con este Victoria es una delicia. El responsorio viene y va, claro unas veces, oscuro otras, entero o residual, refugiado en su ser o venido al XXI, exhibiéndose descarado o tapándose a medias, que es, como todo el mundo sabe, el secreto de la seducción. No me he metido a fondo en ambas partituras, la de ayer y la de hoy, y no sé qué es exactamente lo que hace Torres, pero sé que me encanta oírlo. A los que no conozcan los logros de Jesús Torres en sus anteriores obras para saxo, les sorprenderá cómo domestica el color de este instrumento. Lo mismo les pasará a los que no hayan oído antes el saxofón de Andrés Gomis, en solitario o dentro del Sigma Project. Háganlo todos ahora, no se arrepentirán, salvo por alguna quemadurita en el órgano perceptor de arte. Otro día hablamos de las demás obras del disco, que tiene también su miga: Germán Alonso, Ramón Lazkano, José Manuel López López, Félix Ibarrondo y Juan José Eslava.

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