Homo Ludens por Borja Vaz

Forgotton Anne, fábula de los olvidados

16 agosto, 2018 10:59

Square Enix Collective es el sello que la editora nipona ha empezado a utilizar para ayudar a las producciones independientes, y Forgotton Anne es uno de los primeros títulos en salir al mercado bajo su amparo. El juego de ThroughLine Games narra la historia de Anne, una joven atrapada en un mundo a donde van parar todas las cosas olvidadas: calcetines, lámparas, botas, bufandas y un sinfín de objetos que sus dueños pierden y se escapan entre los pliegues de su memoria. Anne y el maestro Bonku son los únicos humanos en esas tierras, y han sido capaces de organizar una sociedad para construir un mecanismo que les pueda permitir volver de nuevo al mundo real. Sin embargo, no todos los objetos olvidados están por la labor, y una facción de rebeldes se dedica a sabotear sus esfuerzos con acciones coordinadas. Mientras Bonku se concentra en terminar el invento que les llevará de nuevo a su hogar, Anne se encarga de investigar al grupo terrorista para poder localizar a su líder, y así, de una vez por todas, frustrar sus esfuerzos.

Una de las cosas que más llaman la atención a primera vista es la cuidada estética de Forgotton Anne, con una identidad inspirada en la animación tradicional, a caballo entre las producciones de los noventa de Disney y de Studio Ghibli. Tanto los fondos como los personajes lucen a un gran nivel, mientras que en las breves cinemáticas que sirven para ilustrar los momentos álgidos de la trama o los que incluyen una acción más complicada se percibe la falta de presupuesto a la hora de recrear un nivel de detalle convincente. Sin embargo, desde un aspecto formal, lo más criticable es el alto precio que el sistema de control tiene que pagar para mantener esa dirección artística, con unas animaciones que no responden con la fluidez ideal para facilitar el ejercicio de unas mecánicas de plataformas. Es decir, casi la mitad del diseño jugable está dedicado a la navegación por escenarios en dos dimensiones, donde se exige un cierto nivel de precisión para realizar los saltos con garantías. Una precisión que el juego no ofrece, con un retardo importante a la hora de ejecutar las acciones, y que sin ninguna duda se erige como la principal frustración de un título que, en las demás facetas, se alza con seguridad.

Sin ninguna duda, lo más interesante de la narrativa del título es su premisa, un mundo a donde van a parar todas las cosas olvidadas, que ya nadie en el mundo real echa de menos. Cambia los personajes animales de las fábulas de Esopo por objetos extraviados, muchos de ellos abandonados víctimas de una obsolescencia programada que los hace sucumbir sin contemplaciones ante la implacable marcha del progreso tecnológico. Esta permutación de innegables connotaciones postmodernistas consigue enhebrar, bajo una fachada de amable aventura infantil, un trasfondo nihilista que aúna las inquietudes de Franz Kafka con la sensibilidad de Hans Christian Andersen. Una obra con diferentes capas de lectura y con una habilidosa fusión de géneros literarios, que en un momento enarbola el estado policial de 1984 y al siguiente el surrealismo evocador de Alicia a través del espejo.

Aunque el juego sigue un camino predefinido, ofrece la posibilidad de interferir en la historia con una toma de decisiones sencilla, de carácter binario, que altera en ocasiones el curso de los acontecimientos y moldea la opinión que los diferentes personajes tienen de Anne, apoyando cierta sensación de agencia en el jugador. Más allá de ponderar las decisiones, lo que más esfuerzo intelectual requiere son los puzles, que se limitan a tener que manejar todo tipo de mecanismos con un dispositivo especial, el Arca, que permite distribuir un tipo de energía especial. Los puzles no entrañan mucha dificultad, pero su falta de variación, su diseño pedestre y las diferentes ocasiones en que obligan a repetir una serie de acciones los convierten en una interrupción que con el tiempo se vuelve más molesta que otra cosa.

Forgotton Anne es una ambiciosa obra de carácter independiente que no termina de funcionar como videojuego tan bien como lo podría haber hecho como película de animación. Cuenta una historia interesante, repleta de personajes con una personalidad encantadora y unos motivos fundamentados, y luce una estética animada muy conseguida, pero no consigue suplir del todo las carencias de su sistema de control y un diseño de puzles más bien ramplón. Es un juego que a menudo provoca frustración, pero que gracias a la belleza de sus escenarios y a la personalidad que exhibe, tanto de sus personajes como del mundo que habitan, consigue sobreponerse a sus contratiempos. Una buena carta de presentación para ThroughLine Games, pero que muestra el camino que todavía tienen por delante como desarrolladores de videojuegos.

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