El Cultural

El Cultural

A la intemperie por J.J. Armas Marcelo

Patria o vida

Los jóvenes rebeldes cubanos de ahora han elegido la vida como un elemento de la libertad necesaria

14 julio, 2021 01:22

En los tiempos "heroicos", el grito cubano se volvió incontestable: "¡Patria o muerte, venceremos!". Esa monserga guevarista, que durante años y años repetimos como imbéciles creyendo que decíamos algo, es hoy un cadáver perpetuo que no lleva sino a la ruina y al cementerio. No sólo en Cuba, sino en cualquier otra parte del mundo. Los cubanos de entonces se quitaban de encima la consigna asesina con dos chistes muy propios del choteo habanero: "Patria y heriditas leves", era uno de ellos; el otro era una breve explicación en la que se venía a decir que patria y muerte en Cuba eran la misma cosa: la nada o la cosa ninguna. Ahora en la isla se subleva la gente en las calles al mando de una generación que dice que ya no aguanta más hambre, menos libertad, más dictadura, más patria y más muerte. Y se han inventado un grito al que me suscribo por una vez en mi ya larga vida: "Patria o vida". Obsérvese que, como en el caso de la consigna guevarista, en la frase hay una clara alternativa, una necesidad de evidente elección. Los jóvenes rebeldes cubanos de ahora han elegido la vida como un elemento necesario de la libertad necesaria.

En los tiempos "heroicos" leí el gran ensayo Los guerrilleros en el poder, de K.S. Karold, el primero que se dio cuenta de lo que estaba sucediendo en Cuba con la llegada de los barbudos, al margen de la publicidad y el aplauso unánime que habían recibido del mundo entero. Filfa, mentira, literatura de Judas Iscariote con barba y vestido de nenaza militar, el hombre nuevo, Fidel Castro o Ernesto Guevara. Luego llegó, como casi siempre, la decepción, aunque algunos todavía siguen creyendo en la utopía criminal del castrismo, pura arqueología de una revolución que fue traicionada por sus propias élites, en beneficio propio y con demérito absoluto al pueblo cubano, al que decían servir. Castro montó una propaganda internacional imbatible: el mundo entero se tragaba mentira tras mentira, aplaudía eufórico al hombre nuevo, creíamos que en la isla se estaba llevando a cabo un experimento único y que se abrían nuevos caminos a un modo de entender el mundo y la vida que sería la avenida del futuro. Filfa, asere, mentira podrida, embuste total. Fue el poeta Padilla quien, en una interpretación de actos ejemplar, dejó al descubierto para siempre la carnavalada terrorífica del castrismo.

Que conste que sé de lo que hablo: 23 viajes a Cuba, buscando historias de las que escribir en mis novelas, han dado para una trilogía y para conocer la historia, la geografía, la literatura, la política y la humanidad de los cubanos, su música, sus humos, su obsesión por el libertinaje divertido y por el sexo a raudales. ¡Cómo es Cuba! Ya la definió Lorca cuando viajó a la isla: "una cintura caliente". Y tanto.

Ahora los jóvenes de Cuba se han hartado de estar hartos, de esperar inútilmente las promesas de la incompetencia de la nomenklatura comunista cubana. Ahora piden libertad, libertad absoluta, y salen a las calles gritando y cantando: "Patria o vida" es el nuevo grito revolucionario. Ya los "héroes" que quedan son unos ancianos enfermos y desencantados, que siguen con su teatro fantasmal para salvarse ellos de la quema y la debacle final. Pobre Cuba. Se acabó el carisma revolucionario, se acabó la mitología castrista, se acabó todo aquello que decían que había y que nunca hubo. No hay nada, salvo Covid, hambre y desesperanza. No llegan las remesas de los cubanos exiliados a la isla, el turismo cayó con la pandemia y en Cuba no hay jeringuillas para inocular sus dos vacunas. ¿Quién tiene la culpa? El de siempre, el Imperio y su bloqueo. Ellos lo llaman bloqueo, los viejos revolucionarios, pero es otra cosa distinta: es un embargo, y a quien más ha beneficiado es al castrismo en los tiempos de Fidel Castro.

Que conste que nunca he sido partidario del embargo norteamericano a Cuba, porque lo consideré siempre una humillación innecesaria, fracasada, y, como termino de decir, un beneficio para el dictador cubano ya fallecido. Una vez le preguntaron al autor de Testamento del pez, Gastón Baquero, cómo sería recordado Fidel Castro en las enciclopedias del futuro: "Dictador del Caribe que vivió en Cuba en tiempos de Lezama Lima". He ahí la frase de un sabio, que vio venir primero que ninguno, junto a Lydia Cabrera, al enemigo vestido de verde olivo. Los dos huyeron los primeros de Cuba, como luego han seguido ese mismo camino más de dos millones de "gusanos" que se convirtieron en mariposas en plena libertad.

¿Qué pasará en Cuba? No lo sé. Reconozco mis dudas a estas alturas de mis años. Sólo tengo perfectamente claro aquellos versos del poeta Mario Trejo, que vivió en La Habana durante unos años, el vientre del nuevo monstruo, para salir decepcionado para siempre de la Revolución y la nomenklatura cubanas. "De dos cosas debe librarse el hombre nuevo/ de la derecha cuando es diestra y de la izquierda cuando es siniestra". Añado: y también el hombre viejo. Echen los caracoles, límpiense la cabeza con coco y a ver qué pasa. Ojalá sea, por fin, la libertad, el tiempo del hombre libre, del joven, del nuevo y del viejo cubanos.

El Cultural

Casi un musical para 'La bella Otero'

Anterior
El Cultural

Garry Winogrand, epifanías de lo cotidiano

Siguiente