Image: Pierre Descamps, actitud material

Image: Pierre Descamps, actitud material

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Pierre Descamps, actitud material

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18 mayo, 2018 02:00

GALERÍA THE GOMA. Fúcar, 12. MADRID. Hasta el 7 de junio. 3.000 €

Recuerdo que hace años el pintor Nacho Martín Silva me habló de esos espacios comunes en que la ciudad, de un modo espontáneo, se convierte en lugar de reunión para los patinadores. De pronto el bordillo ya no es bordillo, como tampoco lo es ya la rampa, la escalera o la barandilla. De pronto todo se convierte en forma abstracta, en gestos que ejecutar sobre un monopatín, para generar así una caligrafía que sólo quien lo ha experimentado sobre la tabla es capaz de descifrar. El trabajo de Pierre Descamps (Amiens, 1975), skater desde los 15 años, comenzó a partir de ese atípico deambular, fijándose y fotografiando los espacios en que las marcas evidenciaban ese nuevo uso improvisado de cualquier elemento urbano. Actualmente reside en Berlín, donde este interés por la arquitectura y el skate sigue materializándose en series filtradas a partir de la fotografía o la escultura.

Si en su dos anteriores individuales en la galería The Goma, Common places - Common spaces (2014) y Monuments 2006-2015 (2016), Descamps traía a la exposición su observación y práctica por medio de series fotográficas tomadas en la ciudad, o mediante esculturas basadas en las propias formas de esta arquitectura del skate, esta exposición lo ha llevado a actuar directamente sobre esos espacios públicos, insertando su obra en los lugares en que los hechos se producen, aportando un nuevo obstáculo que rompa esa monotonía urbana. Estos módulos, de hormigón o madera, instalados de forma ilegal en diferentes lugares de Berlín, nos llegan en forma de cartel que toma la estética de los grandes eventos artísticos y anuncia su instalación por un tiempo limitado, condicionado por la rapidez de los servicios municipales a la hora de retirarlos. Los tres carteles que Descamps ha colgado en The Goma se completan con sendos módulos en madera DM, de formas simples que mantienen esa cuestión de lo patinable llevado al espacio expositivo, donde habitualmente nada se toca.

Celebro sin duda ese acercamiento al cartel, que siempre ha sido el modo en que el rock and roll nos ha arrastrado a sus sótanos. Una práctica, la del póster, que raras veces la exposición ha asimilado. El skate siempre ha tenido mucho de eso, de pasquín de corta y pega que en minutos se propaga por la ciudad, provocando un efecto que muchas grandes campañas publicitarias jamás han soñado. Es importante en Descamps el modo en que la fotografía se presenta, impresa en offset y sobre papel cuché en sus series fotográficas previas; o como copia única pero reproducida a gran calidad en el caso de estos carteles.

Mostrar el skate sin skate, sin skaters, cuando se trata de una práctica que tiene en las relaciones humanas su mayor aliado, es sin duda una manera de monumentalizar un ejercicio que ocurre en las calles, de manera natural, y que podría ponerse en estrecha relación con muchas otras reuniones espontáneas que por momentos hacen tambalear los cimientos de lo establecido. Si hay algo que deba valorarse especialmente en el trabajo de Descamps es que, pese a echar mano de un lenguaje formal muy en boga, en su caso está plenamente justificado y además deja claro que tiene algo que contar. Algo que en demasiadas ocasiones se echa de menos.

@AngelCalvoUlloa