Image: Valcárcel Medina, hilvanando ideas

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Exposiciones

Valcárcel Medina, hilvanando ideas

La exposición El hilván que acoge la Galería Ad Hoc propone una intervención desde lo físico y mental que muestra la animación de una casa donde lo de dentro se hilvana con lo de fuera, lo expuesto

13 diciembre, 2013 01:00

Escala 1:1

Resulta singular la manera en que Isidoro Valcárcel Medina (Murcia, 1937) despliega su trabajo a la hora de provocar intriga. En este caso, el origen de todo el proyecto, titulado el hilván / a dos caras, a dos aguas/ obligatus, a, um / escala 1:1, se sitúa en una casa unifamiliar. El artista propone una intervención desde lo físico y desde lo mental, fiel a su interés por lo procesual. En ella encontramos ecos de algunos de sus proyectos arquitectónicos de los 80, pero también de sus orígenes como pintor abstracto, de geometría minimalista. Parece que la muestra nos ofrece muy poco, y sin embargo, encontramos compromisos inherentes a toda su trayectoria, como la performance discursiva, sus guiños a la lectura y cómo esquivar toda tentación de espectacularidad.

Por un lado, en El hilván presenta un conjunto de planos y la animación de una casa, donde lo de dentro, lo emocional, lo privado, se hilvana con lo de fuera, lo expuesto. El sencillo gesto de coser la arquitectura refuerza lo indivisible y lo paradójico. Como si el artista tratase de proclamar que la verdadera libertad se encuentra en el encierro. Pienso en El ángel exterminador, película sobre la que reflexionaba Isidoro Valcárcel Medina hace unos años en un texto destacando cómo tampoco los de afuera pueden entrar. "Es cierto que los burgueses de la cena están apresados sin saber cómo, pero no es menos cierto que el público expectante y deseoso asimismo de la liberación, tampoco puede acceder para soltar a los retenidos, para ayudarles en su angustiosa situación o para satisfacer su curiosidad y ver cómo les va dentro". Como en este caso, todo resulta circular, enigmático, impenetrable. Pero al mismo tiempo libre, como si la libertad actuase de sitiada y sitiadora al tiempo. Mientras, en otro proyecto arquitectónico para la misma casa, A dos caras a dos aguas, la casa se proyecta al exterior, generando nuevas perspectivas y simbologías.

Cuando Valcárcel Medina trabaja con estructuras o elementos espaciales, la idea de lo social se convierte en uno de los elementos primordiales de su obra. Así, junto al elemento performativo, el componente ambiental se vuelve, desde la década de los 70, parte primordial de su corpus artístico. La idea de la habitabilidad de los espacios o de la adecuación de usos ronda toda sus producción artística. De sus 12 ejercicios de mediación sobre la ciudad de Córdoba (1974), pasando por su El diccionario de la gente (São Paulo, 1976), todo construye un motor teórico sobre la capacidad de provocar especulación sobre el uso del espacio privado y público a través de la vía conceptual. Intervenciones efímeras, con duración escasa, marcan el germen desde el que orientar las definiciones de su relación con los problemas de la ocupación. En la galería Adhoc también presenta un trabajo site-specific para su piso de abajo, donde, en palabras de su comisario Juan de Nieves, "la planta se representa a sí misma a partir de una tautología en sentido estricto, como una afirmación obvia y redundante".

Ya desde su participación en los Encuentros de Pamplona, en 1972, la obra de Isidoro Valcárcel marcaba el camino hacia la ruptura de la autoreferencia para instalarse en un espacio desde el que dirimir un marcado arte social. Al artista le interesa la obra que puede informar sobre el acontecer diario, que tenga un tono ético. Pero también expresarse desde la divagación poética, desde la resistencia activa. Así, la exposición se completa con un libro/edición que parte del nombre de la galería para jugar con otras construcciones del latín y de ahí concatenar frases célebres en un juego irónico y memorístico. Se trata de narrar desde la fisura, de generar nuevos relatos; argumentos mínimos de una radicalidad contundente.