Image: Lluís Hortalà, el tacto de la montaña

Image: Lluís Hortalà, el tacto de la montaña

Exposiciones

Lluís Hortalà, el tacto de la montaña

Exercitatorio

4 febrero, 2011 01:00

Falacia patética, 2010

Galería Fúcares. Conde de Xiquena, 12. Madrid. Hasta el 12 de marzo. De 1.000 a 20.000 euros.

Hay artistas si no inclasificables, sí extraños. Su singularidad deriva de su ensimismamiento en una tarea que, aparentemente, sólo a ellos incumbe y a la que, sin embargo, los espectadores nos sentimos comprometidos. Sumemos un cambio sustancial introducido en el arte de principios años 60: las mitologías personales, que sustituyeron a los grandes sistemas, dando entrada a lo autobiográfico y a una nueva iconografía proveniente del presente y la memoria, destinada a subvertir la establecida.

Lluís Hortalà (Olot, Gerona, 1959), se inclinó por un entendimiento de la escultura que partía de un híbrido entre minimal y land art, en el que el primero estaba contaminado de impurezas argumentales y el segundo intervenía en los espacios de utopía. Desde finales de los 60, decidió incorporar su experiencia como escalador a su obra.

Muestra ahora su último proceso: grandes dibujos a mano -y sus bancos-escultura para disfrutarlos-, un cuaderno de rutas, varias postales y un vídeo que configuran un complejo mecanismo de visión, tactilidad, biografía, paradojas sobre la representación y mezcla de religiosidad y cultura popular, que definen un momento de la historia a través de una aventura propia y original. El Macizo de Montserrat, emblema a la vez de una conciencia civil y de otra religiosa, y montañas apropiadas por la cultura oficial y bautizadas por la popular con nombres que las humanizan -Cavall Bernat, Les Agulles...-, son objeto de ejercicios concretos que revelan los vínculos internos entre experiencia directa -impresiones digitales de las rutas-, su modificación imaginaria en la producción de imágenes -dibujos que parecen iguales hasta que el ojo capta que las formas se mueven y modifican de uno a otro- y su recepción cultural -cuadros en los que el artista esconde esa condición aurática- que son retratos fidedignos de su propia "ascensión". Como si hubiese querido pintar el tacto de la piedra. Narración, ironía, engaño, fidelidad, farsa... Mil argumentos descolgados de una escalada hacia la verosimilitud artística.