Image: Jugando con Georges Perec

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Exposiciones

Jugando con Georges Perec

Pere(t)c

19 noviembre, 2010 01:00

Jean Luc Parant: Bibliothèque Perec, 2010

Comisario: Alberto Ruiz de Samaniego. Fundación Luis Seoane. San Francisco, s/n. La Coruña. Hasta el 16 de enero.

A Georges Perec (París, 1936 - Ivry-sur-Seine, 1982) podría aplicársele la misma máxima que él mismo dedica a Paul Klee: inquieta porque él se siente inquieto. Lo advertimos en esta extraordinaria muestra que tiene como punto de partida las referencias a la pintura del escritor francés, pero que ofrece mucho más al trabajar su armónica relación con la imagen desde múltiples perspectivas y soportes como la fotografía, el cine o la pintura.

De artistas amigos y contemporáneos
Una confesión del propio Perec despeja cualquier duda: "Durante mucho tiempo quise ser pintor pero al final me convertí en escritor". Efectivamente, desde las primeras líneas de su opera prima, Las cosas, una historia de los años sesenta, Perec reivindica la importancia de la mirada y una obsesión permanente por interrogar la imagen. Y ese camino de observación tensa se plasma en su capacidad para la ficción, o mejor, para la explotación de las potencialidades de lo narrativo. En este caso, además de una selección de los fondos del escritor custodiados en la Bibliothèque de L'Arsenal de París y de una serie de obras realizadas por amigos de Perec como Bernard Plossu o Peter Stämpfli, se incluyen trabajos de otros artistas contemporáneos como Isidoro Valcárcel Medina, Ignasi Aballí, Los Torreznos, Anne Heyvaert o Amaya González Reyes, que expanden y juegan con su legado, como él hizo con la palabra.

El espectador que interpreta
La exposición nos llena de información de una manera muy fiel a la escritura de Perec, con juegos continuos que van desde el título, Pere(t)c, a toda una serie de interrupciones en el recorrido que hacen inevitable nuestra participación. Más allá de decodificar e interpretar, como espectadores nos vemos abocados a ser constructores de la historia, a sumergirnos en su interior para experimentar los equilibrios y manipulaciones, ya sean éstos lingüísticos o pictóricos, que contradicen lo que sería una expresión estándar. Así, la muestra se despliega de un modo poético potenciando la intersección de disciplinas, con un montaje que juega con las escalas y el espacio, desde la fachada a los cuartos de baño. Es como si se extrapolasen determinadas estrategias de Perec, como los trampantojos lingüísticos, las acumulaciones, o las intercalaciones de cuadros dentro de cuadros.

En este sentido, destaca la inclusión de la pintura de Isabelle Vernay-Lèvêque, El gabinete de un aficionado, un encargo ficticio pintado con fidelidad al libro del mismo título, que representa a otros cuadros descritos en éste. Lo especulativo y la paradoja de que ya no es el modelo el que certifica la originalidad sino la tela la que certifica la realidad del modelo, se toma también como base de ese deambular polisémico y metafórico de un Perec que, como Paul Klee, entendía el escribir y el pintar como una misma cosa. Y en esos términos hay que pensar su crucial inclusión en el grupo Oulipo, ya que pocos como él comprendieron esa búsqueda de la forma del texto, para pasar a destilar distintas fórmulas que le llevarán, entre otras cosas, a eliminar la letra "e" de una novela como La Disparition. Como en toda la exposición, la alteración del código formal se traduce en un desvío del contenido, lo que nos convierte en afortunados protagonistas de una suerte de abismo.