Image: La riqueza del silencio

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Exposiciones

La riqueza del silencio

Márgenes de silencio

16 julio, 2010 02:00

Vista de la exposición.

Comisario: José Maria Viñuela. Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear. Pizarro, 8. Cáceres. Hasta el 30 de septiembre.

Cáceres entra en los circuitos internacionales del arte contemporáneo con la apertura del Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear en la Casa Grande.

Pergeñaré una boutade afirmando que, si no existieran los coleccionistas, los artistas dejarían de trabajar y el arte regresaría al territorio de lo ideal. Cabe decir que, el panorama artístico de cada época y de cada momento ha sido el resultado de una convivencia simbiótica entre artistas y coleccionistas. Han sido las propuestas de los primeros y el gusto y criterio de los segundos, los que han constituido la realidad estética de cada tiempo. Y diría, incluso, que, en las últimas décadas, la presentación pública de algunas de las grandes colecciones internacionales ha resultado más influyente en la recepción de esa realidad que las proyectadas por historiadores y comisarios.

Sirva lo dicho como prólogo a la apertura de la primera fase de la construcción del Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear, en Cáceres, obra de Tuñón y Mansilla, que se nutre exclusivamente de las 2.500 obras de la colección de la célebre galerista, y que se erige, aunque sea un proyecto arquitectónico sólo desarrollado en parte, como uno de los centros principales existentes en el país del que cabe esperar una indudable e importante proyección internacional.

Para su inauguración, ajustándose a las circunstancias de un edificio restaurado para servir a otro fines que los puramente expositivos, José María Viñuela ha hecho una extraordinaria selección de unas 115 obras de 80 artistas, que no quiere ser tanto un compendio de las líneas principales que rigen una colección tan numerosa, como un despliegue de algunas de sus muchas posibilidades.

Apoyándose en una cita de Paul Éluard relativa a los grandes márgenes blancos existentes en el poema -"márgenes de silencio" los llama- y en el ensayo y las ideas de John Cage respecto a la imposibilidad del silencio absoluto, Viñuela ha diseñado la muestra de acuerdo a una idea rectora: "El conjunto de obras de la exposición -escribe- ha sido seleccionado porque ilustra de manera diversa algunos de los diferentes conceptos relacionados con el silencio y con la estela de cambios que éstos han introducido en las actitudes de los creadores desde los 60 del siglo XX".

Las piezas y autores han sido seleccionados a partir de cuatro criterios: desde las tendencias artísticas vigentes en los sesenta hasta la actualidad -arte pop, minimal, conceptual, apropiacionismo-; desde las aportaciones de lenguajes propios, "inclasificables", que discuten las bases teóricas de la producción artística; desde los artistas que establecen nuevas formas de representación antropomórfica -entendiendo el cuerpo como campo de acción o mediante nuevas formas de representarlo- y, por último, desde el punto de vista de la crítica social y política.

La riqueza y puntualidad de la colección resulta indudable y los aciertos del comisario son muchos. El mayor, quizás, es que la exposición permite disfrutar las obras con la idea clara de que su importancia proviene del efecto que provoca su presencia singular o el diálogo que establece en la conciencia y la percepción del espectador, es decir, de qué modo nos transforman. Otros valores proceden de cierta valentía al inclinarse por artistas de indudable valía aunque no siempre en primera línea de la crítica, destacando en este sentido algunos pintores de distintas nacionalidades. También, de la feliz conjunción de obras de distintos artistas, en cuya armonía tiene mucho que ver una preferencia por la belleza de ciertas piezas. Asimismo, el hecho de que la cronología haya pesado menos que los conceptos a la hora de agrupar las obras y, por último, que la sucesión de las salas encierre, permanentemente, un descubrimiento, una revelación, un deslumbramiento, ya sea por su calidad inherente, como por las sugerencias que ofrece para una lectura nueva.

Como el comisario en su texto del catálogo, yo tampoco he mencionado hasta aquí ni artistas ni obras en concreto; debería recorrerla entera y establecer tal cúmulo de relaciones que invito al lector a hacerlo por sí mismo, le resultará especialmente emocionante.

Pero no puedo dejar de señalar algunas piezas y concurrencias que me han estremecido: en las primeras salas, el óleo De la carne, de Santiago Serrano, fechado en 1979, que guarda toda su vigencia y apunta a una década fundamental en la pintura española; la reunión de las fotografías de Wolfgang Tillmans; dos acrílicos de Juan Uslé -Manthis, de 1998, y Soñé que revelaba, de 2007-2008- y un precioso Imi Knoebel. Un auténtico rincón de placer para quien ame la pintura. Emocionante, la pequeña sala con obras de Blinky Palermo, Robert Ryman, Robert Smithson, Joseph Albers y Andy Warhol que permiten entender el alma de la coleccionista y sus distintos estadios. Destaca también la inclusión de nombres inéditos, o casi, en España y, me atrevo a decir, que internacionalmente, de artistas conceptuales como Robert Kinmont y Jorgen Klauke. Asimismo, obras de periodos cronológicamente distintos de artistas como Jeff Wall, Roni Horn, Rodney Graham o Thomas Demand.