Image: Shoji Ueda, escritura sobre la arena

Image: Shoji Ueda, escritura sobre la arena

Exposiciones

Shoji Ueda, escritura sobre la arena

Una línea sutil: Shoji Ueda 1913-2000

14 julio, 2005 02:00

Cuatro muchachas posando, 1939

Fundación "La Caixa". Serrano 60. Madrid. Hasta el 24 de julio

Shoji Ueda (Japón, 1913-2000) comenzó a ser conocido en su país en los 50 por sus originales composiciones en las dunas de Tottori. En 1958 Edward Steichen le seleccionó para una colectiva en el MoMA, que adquirió una de sus fotografías. Y desde finales de los 70 su obra entró en las colecciones europeas, pero su primera retrospectiva fuera de Japón no tuvo lugar hasta 1987, en Houston. Tiene obra suya el Pompidou, el Museum of Fine Arts de Houston o el Museo de Arte de Yokohama.

Sakaiminato es una pequeña ciudad pesquera en la costa oeste de Japón, que no llega hoy a los 40.000 habitantes. Cerca de allí se inauguró en 1995 el Museo de Fotografía Shoji Ueda, un bello edificio que custodia el legado de un artista que, considerándose a sí mismo -siempre demasiado humilde- como aficionado, empieza a ser valorado como merece fuera de su país, donde es toda una figura. El Musée de l’Elysée de Lausana ha organizado esta exposición que la Fundación "la Caixa" nos trae (después de Madrid irá a Palma de Mallorca en agosto y a Málaga en enero), revelándonos a un fotógrafo verdaderamente original. Cuando Ueda comenzaba a utilizar la cámara, en Japón la moda fotográfica dominante era un pictorialismo adaptado a los rasgos de la pintura oriental, pero comenzaba a llegar información sobre los fotógrafos vanguardistas franceses y alemanes de los años 30. Experimenta con la solarización, el rayograma, los picados y las deformaciones -con ejemplos en la exposición-, pero a partir de 1935 empieza a manifestarse su singular talento para la composición, y ese mismo año produce su primera gran obra maestra, Muchacho y anciano. En ella se aprecia ya la búsqueda de la expresividad del vacío y el juego con la colocación atípica de los personajes en el espacio, que dará sus mejores resultados en el fascinante "Teatro de las dunas".

Las dunas de Tottori son un paisaje único en Japón: una extensión de 16 kilómetros de largo por 2 de ancho de arena que llega a alcanzar una altura de 90 metros. Un escenario que le ofrecía a Ueda un fondo neutro con muchas posibilidades en la organización de los planos de profundidad y un aire brillante y seco, raro en aquellas brumosas islas. Sobre la claridad de ese "papel" disponía las figuras como si se tratara de ideogramas japoneses, con sutiles espaciamientos, inclinaciones, líneas... Una escritura abreviada, de haiku, trazada con los cuerpos de los más cercanos: la familia, los niños, algún amigo fotógrafo. No hay narración, ni dramatismo, ni blando esteticismo: sólo el placer de una grafía exquisita y nueva, no exenta de sentido del humor. Con la misma sencillez y ausencia de énfasis que vierte en estas imágenes de las dunas, Ueda elaboraría después la serie Calendario de niños (1955-1970), deliciosas evocaciones de las actividades y entretenimientos propios de cada estación del año, que no responde a un propósito etnográfico o sentimental -por más que sus compatriotas las miren como reliquias de una cotidianidad rural que se extingue- sino que perpetúa los "exteriores" de un pueblo, modestos pero plenos de vida, como haría también en el conjunto titulado expresivamente Pequeña biografía (1974-1985). El paisaje, que no es el motivo principal en estas obras, aunque sea fundamental en ellas, sí lo es en otras en las que Ueda retoma su afán experimentador, sobre todo en las realizadas en la segunda mitad de los 50, cuando lleva al límite su capacidad de transformar la realidad en dibujo.