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Arquitectura

Arquitectos y expertos dibujan el futuro de la nueva urbe

Norman Foster, Manuel Herce, Nerea Calvillo, Edward Glaeser, Juan Herreros, Beatriz Colomina y Anna Puigjaner señalan algunos de los puntos fundamentales que las ciudades deberían revisar tras el Covid-19.

1 junio, 2020 07:13

Las tendencias y la pandemia

Norman Foster, Premio Pritzker de Arquitectura

Esta pandemia está acelerando procesos que ya estaban en marcha. A corto plazo, parecerá que los cambios son su consecuencia, pero el futuro de la humanidad no está a dos metros de distancia y la normalidad volverá tras un período de transición. Los exteriores serán más saludables, limpios y verdes. Habrá menos carreteras y estacionamientos y más espacio para peatones, runners, ciclistas y terrazas. Compartiremos el coche, que será más limpio y silencioso, igual que el transporte público. La tecnología ayudará a que los espacios urbanos sean más frescos en verano y cálidos en invierno, y necesitaremos edificios más saludables, en los que habrá que mejorar la calidad del aire. Los smart watches y los wearables monitorizarán nuestro estilo de vida, y las puertas y los ascensores tendrán un sistema de reconocimiento facial. El equilibrio entre lo global y lo local será mayor.

Sálvese quien pueda

Manuel Herce, especialista en movilidad y Premio Nacional de Urbanismo

Las infraestructuras más necesitadas de cambio son las de movilidad aunque dudo que la economía renuncie a apoyar la venta de automóviles. Nos venden un futuro con coches eléctricos, pero ¿cómo vamos a producir tanta electricidad? Hace muchos años que sabemos que movilidad y transporte no son términos equivalentes, en el segundo hay negocio. El problema se agrava en las ciudades en las que por motivos ecológicos se limita la entrada de coches al centro, dejando sin acceso a miles de ciudadanos a los que hemos expulsado de la ciudad. Necesitamos estaciones de transporte colectivo con aparcamiento gratuito en la periferia para todo tipo de vehículos y dejar de construir carreteras con criterios de velocidad.

El cambio es posible

Nerea Calvillo, arquitecta e investigadora

El Covid-19 ha levantado la alfombra. Ha sacado a la luz todo lo que se había intentado enterrar en aras de un supuesto progreso: que la urbanización rampante ha creado el virus y que el aislamiento en un entorno vivible es un privilegio; que el turismo de masas destroza las ciudades; que los trabajos necesarios son los de los cuidados y que la desigualdad sostiene esa alfombra pesada y mohosa. Hemos visto, también, cosas inimaginables: visitas de los animales que vivieron en nuestros solares; aguas y aires transparentes; soporte comunitario y relevancia de las infraestructuras públicas. El cambio es posible, solo hay que decidir qué se pone en marcha y no adaptar las ciudades al virus, sino repensar la urbanización.

La globalización de la salud

Edward Glaeser, economista y profesor en Harvard

La ciudad es capaz de lo mejor y lo peor. Potencia el intercambio y el comercio, y una creatividad colaborativa de la que son fruto la filosofía ateniense, el Renacimiento o Facebook. La densidad de población acarrea, además, delincuencia, tráfico y enfermedades. En el siglo XIX, las pandemias favorecieron la inversión en acueductos, parques y alcantarillado que hicieron de las ciudades occidentales espacios más saludables. Sin embargo, existen hoy muchas ciudades que tienen pocos de esos activos. Esta pandemia debería enseñarnos que la salud de Madrid y de Los Ángeles depende, también, de limitar la propagación de las enfermedades en los lugares más pobres del mundo que necesitan una arquitectura e infraestructuras mejores.

Una emergencia medioambiental

Juan Herreros, arquitecto y docente

Habrá cambios, seguro, pero el interés no está en adivinarlos sino en activarlos conscientemente. El Covid-19 es una emergencia medioambiental que nos dice que tenemos que cuidar la calidad del aire –la contaminación mata–, intensificar la presencia de la naturaleza –azoteas verdes, huertos urbanos, bulevares con grandes árboles–, y renunciar al coche en favor de sistemas blandos de movilidad –fomentar bicis, patinetes y coches eléctricos evitando una vuelta al vehículo privado como espacio seguro–. Con ello evitaremos un daño significativo al planeta que repercutirá en nuestra calidad de vida y reduciremos las desigualdades que condenen a una parte de la población a vivir en condiciones medioambientales nefastas.

La ciudad invisible

Beatriz Colomina, especialista en Historia de la Arquitectura y profesora en Princeton

Cuando se especula sobre la ciudad del futuro, una práctica habitual durante las crisis, sólo se piensa en la ciudad visible: su forma, materiales, organización, calles, parques y edificios. Pero lo que la pandemia ha sacado a la luz ha sido lo invisible: el urbanismo de las desigualdades, los trabajadores de la economía sumergida y el acceso dispar a los cuidados. Tendemos a olvidar que las ciudades se han construido a partir de emergencias médicas. Son espacios en los que los contagios se aceleran pero también incubadoras de ideas y relaciones. Quizá la ciudad del futuro no sea tan diferente en apariencia, pero sus ritmos ocultos sí habrán cambiado. Este virus inspirará nuevas formas de organización urbana. La clave no será la forma de la ciudad, sino el acceso a la vivienda, la educación y la sanidad.

Mutable, líquida y digital

Anna Puigjaner (MAIO), arquitecta y docente

La condición de lo urbano y lo doméstico se han reformulado de un modo inesperado. El confinamiento ha ampliado y visibilizado la digitalización de estas esferas, así como las condiciones precarias en las que se sustentan. Al mismo tiempo han sucedido cosas que no parecían posibles: los tiempos de reestructuración y reutilización de lo construido se han acelerado y seguramente impactarán en cómo diseñamos y organizamos el territorio en el futuro.Estamos pasando de una ciudad de usos permanentes y sistemas de control físicos a una más mutable, líquida y digital. Se amplían las posibilidades de nuestros espacios pero también se abre un debate muy importante sobre los derechos y los nuevos sistemas de control que entrañan.