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El Cultural pasea con Annie Leibovitz (Connecticut, 1949) por su nueva exposición titulada Wonderland (El país de las maravillas) en la fundación MOP de A Coruña. Se muestra empática y comunicativa, preocupada porque todo esté bien. Está acostumbrada a dirigir.

En este país de las maravillas ella es la demiurga, un hada creadora de universos oníricos, bellos, absolutamente perfectos. A pesar de que —en un principio— no tuviera claro el hecho de realizar esta exposición.

"Cuando Marta [Ortega] y Carlos [Torretta] me invitaron yo no estaba segura de hacer una exposición de mi trabajo de moda pero vine a España a fotografiar a los reyes Felipe y Letizia. Vi la exposición aquí en Coruña de Irving Penn y lloré".

Sus imágenes desprenden una magia sobrecogedora, y su mirada capta la belleza del mundo. "A partir de tener a mis hijas empecé a pensar en los cuentos de hadas y en Alicia en el país de las Maravillas", comenta, y se nota el giro hacia el encantamiento en sus composiciones.

El montaje nos parece sobrio y minimalista y ella, cuando se lo comentamos, dice: "¡Gracias por eso! Me recuerda a la casa de mi madre que colgaba fotos en todas las paredes y me volvía loca! Creo que el espacio está muy bien organizado para poder caminar por ella y tener una perspectiva de mis cincuenta años de trabajo..."

Natalia Vodianova and Helmut Lang, Paris, 2003. Foto: Annie Leibovitz / Cortesía de la MOP Foundation

No olvidemos que Leibovitz empieza su carrera en la revista Rolling Stone y uno de sus primeros éxitos internacionales fue la serie en la que acompañó al grupo del mismo nombre durante el verano de 1975, "la cámara me salvó la vida en esta gira", afirma. El consumo de estupefacientes la había llevado a un centro de desintoxicación al que nunca volvió a entrar.

Las fotos que introducen el recorrido expositivo son frescas, sugerentes, explícitas y reales. Se nota que su madre fue bailarina con Martha Graham y que le inculcó la disciplina de la danza. Leibovitz capta el movimiento en el escenario con una plasticidad desbordante.

Vista de la entrada. Foto: MOP Foundation

Comenta que quiere empezar con esta serie para que los jóvenes fotógrafos sepan cómo se hace la fotografía de verdad. Las fotos te introducen en la vida de la banda como si estuvieras allí mismo.

Leibovitz lo ha conseguido todo: ha fotografiado a los más famosos, ha trabajado con fuego, animales del circo, aviones, carruajes de época, ha metido a Whoopi Goldberg en una bañera de leche y ha colgado a Tom Ford cabeza abajo como si fuera el conejo blanco del cuento de Alicia. Su creatividad no tiene límites. Sus imágenes han construido la historia del s. XX. Como dijo Hillary Clinton: "Leibovitz es la gran cronista de los EE. UU.".

"Todo el mundo es interesante, no por quiénes son, sino por lo qué son, eso es lo que me interesa del retratismo". Annie Leibovitz

Cuando le preguntamos por la experiencia de exponer en una ciudad costera y periférica como Coruña, afirma sonriente que se siente muy orgullosa: "Soy la primera mujer, y espero que la primera de muchas".

La ciudad herculina le ha conquistado: "Coruña es un lugar tan especial que me produce sentimientos encontrados, no quiero que mi exposición colabore en la masificación de un lugar tan bello, lo quiero solo para mí".

Imagen del panel de fotos de la gira de Rolling Stone. Foto: MOP Foundation

Una de sus destrezas es la del retrato. Leibovitz sabe apretar las teclas, cazar el gesto. Quizá sea un don o una forma de mirar. Le preguntamos si conoce la historia del fotógrafo y etnólogo Guido Boggiani, quien fue asesinado en la selva paraguaya por los chamacoco, una tribu indígena, acusándole de robarles el alma al fotografiarles.

"Igual le estuvo merecido. Se tiene que saber cuándo sacar una foto y cuándo no. Yo intento sacar mis retratos pasando desapercibida, sin que se note mi presencia. Una vez iba por la calle en Nueva York haciendo fotos y me vino una mujer y me tapó el objetivo con la mano, pero es curioso, porque Susan [Sontag, su pareja durante quince años] me decía que tenía que ir haciendo fotos constantemente por la calle como una extensión de mi cuerpo y se sorprendía de que no lo hiciera", replica.

Sorprende que cite y tenga tan presente a Sontag hablando de ella con tanta naturalidad después de su trágico fallecimiento en 2004. Y sorprende también tan solo encontrar dos pequeñas fotos de ella, casi imperceptibles, en esta exposición, en la que, por cierto, no hay cartelas explicativas.

"¿Conoces el trabajo de Edwin Curtis?", pregunta. Ante mi respuesta negativa, responde sonriente: "¡Pues deberías!".

Imagen de una de las salas de la exposición. Foto: MOP Foundation

Curtis fue un fotógrafo y etnólogo autodidacta estadounidense que trabajó con las culturas nativas con el objetivo de conservar la memoria de unas formas de vida amenazadas por una desaparición inminente. "Sus fotografías son la única forma que tenemos de ver cómo eran los indios americanos realmente". Él es su única memoria.

"Yo no creo que se robe el alma en un retrato". La fotógrafa incide en la potencia de la fotografía como el arte más duro e inmediato, argumentando que las personas son mucho más que una imagen o un perfil.

En cinco décadas de trabajo, Leibovitz ha pasado de la fotografía de calle al fotodocumentalismo (su preferida, "la auténtica fotografía"), y de este al mundo de la moda. Cuando le preguntamos por su imagen preferida, pensamos que va a responder por su primera portada de Rolling Stone, pero no:

"El retrato de mi madre. La hice para el libro Women, en 1999. Es el libro que hice con Susan Sontag. Mi madre tenía setenta y seis años, mi edad de ahora, y estaba muy nerviosa. Le daba miedo envejecer. Pero, en realidad, envejecer es maravilloso: por fin controlas lo que haces. Yo no quería que sonriera. A ella no le gustó, va pasando el tiempo y veo en ella que la cámara ha desaparecido. Mi madre me mira solamente a mí. Eso elevó el listón. El objetivo definitivo es que no sientas que hay una cámara interpuesta".

La creatividad de Leibovitz ha conseguido ir adaptándose a diferentes técnicas fotográficas, ha pasado del blanco y negro al color, de lo analógico a lo digital y afirma que lo ha podido hacer porque siempre se ha mantenido en la contemporaneidad, en el tiempo presente,"Intento mantenerme siempre contemporánea. Cada vez que se va a hacer una foto es diferente, así mantengo mi creatividad activa"

Es una absoluta amante de la fotografía "me he dado por entero a ella", afirma. Su pasión se extiende a los fotolibros, que adora. Una emoción que destilan sus palabras. "Yo me levanto sobre los hombros de otros fotógrafos y quiero seguir haciéndolo hasta que ya no pueda más, hasta que ya no pueda hacerlo".

En un mundo hipervisualizado, oculocéntrico y lleno de pantallas no podemos pasar por alto la democratización de la fotografía. ¿Qué piensa una fotógrafa como ella del superávit de imágenes en el mundo contemporáneo?

"No, absolutamente no, eso no ocurrirá, no se devaluará la imagen. El fotoperiodismo es la fotografía previa y creo que es maravilloso que cualquiera pueda ser fotógrafo. La tradición de hacer fotos se remonta a la familia, la gente hace fotos todo el tiempo".

Vista de la exposición. Foto: MOP Foundation

El tiempo de la entrevista se acaba aunque ella nos anima a no terminar aún porque, insiste, "son preguntas interesantes". Es una mujer reflexiva y empática. Y, por supuesto, no podemos terminar sin preguntarle qué supuso ser una mujer en un mundo, el fotográfico, absolutamente masculinizado.

Gloria Steinberg escribió en la introducción del libro Women sobre cómo no podemos volver hacia atrás con el tema del feminismo. Recuerda, en el texto, momentos en que periodistas hombres ignoraban a las mujeres periodistas, miraban a una sala en la que únicamente había mujeres y decían "aquí no hay nadie".

"Yo mientras hacía fotos y nadie me prestaba atención, era joven y tímida y gracias a eso podía estar por todas partes, cuando me hice famosa el anonimato ya no me arropaba".

"Las mujeres tienen empatía, empatía es la palabra más importante. No consiste en quien es mejor, me siento muy afortunada de ser la primera mujer en la MOP"

Entonces ella manda a una de sus asistentes a por el libro que ha mencionado antes, Women, porque dice que quiere contestar con un párrafo de Gloria Steinem. Lo transcribimos.

"No he crecido en un mundo en el que las mujeres hayan sido percibidas tan poderosas como los hombres, o en el que la cantidad de melanina en nuestra piel no tenga un impacto en nuestro estatus económico. Estamos haciendo progresos hacia poder valorar cada ser humano como un milagro único, incluso aunque hayamos sido categorizadas como seres humanos irrelevantes en la vida real. Cómo somos percibidas, sin duda cambia cómo nos percibimos a nosotras mismas".